El Madrid siempre vuelve
Lecci¨®n de personalidad del equipo de Zidane. Un penalti de VAR, por claro agarr¨®n de Lenglet a Ramos, cambi¨® el duelo y un golazo de Modric lo remat¨®.
Otra actitud, otro Madrid, otro resultado. Tambi¨¦n otro Bar?a, a¨²n en obras, a¨²n embridado por Messi, con buenas se?ales procedentes del futuro, pero lejos de la era imperial. Aquella no volver¨¢. Fue un derbi de perfil bajo, con menos estrellas en los t¨ªtulos de cr¨¦dito por los efectos devastadores de la pandemia, pero tan apasionante e igualado como la mayor¨ªa, y resuelto por el modernismo del VAR, en un penalti que ya debi¨® ver el ¨¢rbitro cuando Lenglet le ampli¨® dos tallas la camiseta a Ramos con un agarr¨®n est¨²pido. Ah¨ª lleg¨® el gol que cambi¨® el pleito y que mantiene a Zidane indestructible en el Camp Nou. Tan indestructible como la leyenda del Madrid, capaz de volver siempre.
Por medio cuerpo, pero fue mejor el Madrid. La alineaci¨®n de Zidane, con el equipo desplomado en los dos partidos anteriores, pareci¨® esta vez irreprochable, de mayor¨ªa absoluta entre la afici¨®n, quiz¨¢ convencido de que con lo que tiene rotar es llorar. Respecto a los dos ¨²ltimos cl¨¢sicos rest¨® un centrocampista (Isco entonces, porque Modric sum¨® su tercera suplencia consecutiva en un Cl¨¢sico) y meti¨® un extremo, Asensio, cuya conversi¨®n en crack acumula retrasos, para mandarlo al frente con Benzema y Vinicius, que se ha vuelto inevitable. Una decisi¨®n tan atrevida como la de Koeman, que volvi¨® a sentar a Griezmann, gal¨¢ctico asintom¨¢tico. El tiempo de echarle la culpa a su situaci¨®n geogr¨¢fica en el campo pas¨®. Ni marca ni brilla en ning¨²n punto cardinal. Y ahora hay un t¨¦cnico investido de m¨¢xima autoridad y unas promesas que no pueden esperar. Pedri y Ansu, a la cabeza. El primero se venci¨® a la derecha, el segundo qued¨® como nueve, por delante de Messi, enganche de hecho, y Coutinho parti¨® desde la izquierda.
Dos goles de salida
Antes de probar la eficacia del cuarteto, el Bar?a se encontr¨® con un gol de sopet¨®n, muy en el plan del Madrid, que comenz¨® por no equivocarse en la salida y que le meti¨® el cuchillo a la defensa del Bar?a con una facilidad insospechada en su primera llegada. Benzema, jugador anfibio, mitad creador, mitad rematador, col¨® un pase en profundidad entre los centrales del Bar?a y Valverde defini¨® a placer. Busquets le hab¨ªa perdido el rastro. Y con la misma sencillez igual¨® el Bar?a, en un lance redundante: env¨ªo al espacio de Messi a Jordi Alba y pase de la muerte de este a Ansu Fati, cuya relaci¨®n con el gol promete ser larga. Un gol mil veces visto y mil veces indefendible. Ah¨ª, en la mediapunta, Messi puede instalarse c¨®modamente un lustro m¨¢s. Hizo sufrir al Madrid durante un tiempo, mientras le aguant¨® el cuerpo.
As¨ª que el partido volvi¨® al Bar?a de inmediato, con el gol como instrumento de reenganche, ante un Madrid ya menos preciso en la salida. Un Bar?a ya claramente alejado de su ideario, menos de bolero y m¨¢s de salsa, sin un juego tan envolvente pero mejor al espacio. Tambi¨¦n ah¨ª est¨¢ el fuerte del Madrid, con lanzadores (Kroos y Benzema) y esprinters (Valverde, Vinicius y Asensio).
Courtois y Neto
Y en ese ida y vuelta lleg¨® el minuto de gloria de los porteros. Messi hizo picar a Ramos en su quiebro pero no a Courtois con su remate al primer palo, donde no deb¨ªa esperarlo. Y en la contra siguiente, Kroos puso a Benzema frente a Neto, pero el remate del franc¨¦s fue de gato y la estirada del meta tambi¨¦n.
Y luego, otra vez el equilibrio. Un Bar?a que averigu¨® que dominar no es un mandar y un Madrid en absoluto acurrucado, con una aplicaci¨®n bien diferente a la de los siniestros precedentes y con un Kroos de estupendo jefe de maniobras. Tambi¨¦n tuvo carencias. Vinicius apenas progres¨® ante un lateral, Dest, muy a su alcance, y se protegi¨® mal ante las acometidas de Jordi Alba. Asensio le dio pocos relevos a Nacho, que, lesionado, no acab¨® la primera parte. Tampoco el Bar?a fue un reloj. Result¨® improductiva su banda derecha, no elevaron su list¨®n De Jong ni Busquets y tampoco pareci¨® liberado de su Messidependencia. Cada respiro del argentino le baj¨® el pulso al equipo.
La imprudencia de Lenglet
De la reflexi¨®n del descanso sac¨® mejores conclusiones el Bar?a, que abri¨® gas en las dos bandas. Por la derecha tuvo el gol Ansu, que cruz¨® en exceso su disparo. Por la izquierda se le escap¨® a Coutinho, en un cabezazo sin oposici¨®n a centro del jovenc¨ªsimo internacional, que ya es alto cargo en este Bar?a. Ocurri¨® antes de que Lenglet le hiciera el penalti decisivo a Ramos. Penalti que se le fue a Munuera pero no a S¨¢nchez Mart¨ªnez en su burbuja. Un agarr¨®n grosero de camiseta, demasiado visible como para alegar defensa propia. Tan claro como del que se libr¨® el curso pasado cuando invit¨® a Varane al mismo baile. Ya en el primer tiempo el franc¨¦s del Bar?a hab¨ªa jugado con fuego en un lance similar ante el capit¨¢n blanco, que transform¨® la pena. El penalti desat¨® en la redes sociales a directivos y precandidatos cul¨¦s y tambi¨¦n, con m¨¢s educaci¨®n y profesionalidad y los mismos resultados, al equipo en el campo.
Ah¨ª s¨ª se ech¨® sobre el Madrid y se abandon¨® demasiado atr¨¢s. Alarg¨® Neto el desenlace con una doble parada a Kroos y una tercera en remate a quemarropa de Ramos. Koeman hab¨ªa llenado de delanteros ya la alineaci¨®n, pero tantos tanques acabaron atropell¨¢ndose en torno al ¨¢rea blanca. Y Modric acab¨® ech¨¢ndole el lazo al partido con un gol de catedr¨¢tico: amago, quiebro y remate con el exterior del pie, aquel vicio que le afe¨® Ben¨ªtez. Afortunadamente entonces mir¨® para otro lado.