La Copa UEFA que el Espanyol no debi¨® jugarse en Leverkusen
32 a?os despu¨¦s de la fat¨ªdica final, las deficiencias en el Ulrich-Haberland-Stadion cuestionan si se deber¨ªa haber cambiado de feudo, primero, o suspendido, despu¨¦s.
Todav¨ªa persiste como el d¨ªa m¨¢s triste para varias generaciones de pericos que lo vivieron. El 18 de mayo de 1988, se dej¨® remontar el Espanyol un generoso 3-0 que tra¨ªa del partido de ida de la final de la Copa UEFA, en Sarri¨¤, ante un Bayer Leverkusen que le devolvi¨® la goleada en el segundo tiempo del encuentro de vuelta y que acab¨® de noquear a los de Javier Clemente en la tanda de penaltis. Pero, 32 a?os despu¨¦s, en lugar de lamentos, aparece una nueva perspectiva: ?Se habr¨ªa podido disputar aquel partido con las reglas del f¨²tbol actual? La respuesta es clara: no. La gran inc¨®gnita es si entonces tampoco debi¨® jugarse.
Este es el contexto, que a¨²n figura publicado con luz y taqu¨ªgrafos en el portal oficial del Bayer Leverkusen. Tras reconstruir en 1986 la Tribuna Este del Ulrich-Haberland-Stadion, inaugurado el 2 de agosto de 1958 (curiosamente, el mismo d¨ªa aunque 51 a?os antes que Cornell¨¤-El Prat), en la temporada 1987-88 se procedi¨® a derruir la antigua Tribuna Oeste y se emprendi¨® la construcci¨®n de la nueva. "El Bayer 04 gan¨® la Copa de la UEFA en 1988 cuando el estadio todav¨ªa estaba en obras", admite el club en su sitio web. Y esa es la principal clave de todo.
Se pregunta el periodista Frank Lu?em, de la revista germana Kicker, c¨®mo se aprob¨® la disputa de una final en el Ulrich-Haberland-Stadion, "en un estadio en obras y en gran medida sin garant¨ªas", precisamente cuando estaban a punto de cumplirse solo tres a?os de la Tragedia de Heysel, en que murieron 39 aficionados de Liverpool y Juventus en los proleg¨®menos de la final de la Copa de Europa, con m¨¢s de 600 heridos y la clausura definitiva y posterior demolici¨®n del estadio belga.
"Seg¨²n los est¨¢ndares actuales, este partido se habr¨ªa jugado en cualquier lugar menos en Leverkusen", afirma Lu?em, quien considera "a¨²n cuestionable", que los dirigentes del Bayer consiguieran convencer a la UEFA de disputar el encuentro ante el Espanyol en su estadio.
Aficionados con la prensa, invasi¨®n de campo, N'Kono intimidado...
Pero es que, a resultas de las obras en la Tribuna Este, centenares de empleados, administrativos, canteranos e incluso socios del Leverkusen fueron ubicados en la zona de prensa, donde obviamente no narraron el partido ni escribieron cr¨®nicas, ni siquiera disimularon con un bloc de notas en la mano, sino que se dedicaron l¨®gicamente a animar a su equipo en un encuentro tan importante.
"Pero la tanda de penaltis lo super¨® todo", remarca Lu?em, quien recuerda la invasi¨®n de campo protagonizada por miles de aficionados que se produjo nada m¨¢s decretarse el final de la pr¨®rroga, con la seguridad desbordada y los jugadores y t¨¦cnicos entre asustados y ojipl¨¢ticos. Todo esto, antes de decidir el destino de la final desde los once metros.
Afortunadamente (y casi milagrosamente), no hubo ni un solo incidente entre los seguidores alemanes y los jugadores, ni un ejercicio de indisciplina a pesar del desorden que ellos mismos hab¨ªan generado al abandonar sus localidades y saltar al c¨¦sped. Eso s¨ª, unos cuantos permanecen situados en el centro del campo, junto a los jugadores que esperan su turno para lanzar un penalti.
Pero no todo es obra de aficionados en tensi¨®n. El entonces gerente del Bayer Leverkusen, el m¨ªtico Reiner Calmund (que ser¨ªa art¨ªfice de la llegada de brasile?os como Jorginho, Z¨¦ Roberto, L¨²cio y Emerson a la Bundesliga) decide ver el partido desde la porter¨ªa del Espanyol, que defiende Tommy N'Kono. Y a tres metros del camerun¨¦s se coloca desde el inicio de la segunda parte y hasta el final.
El Leverkusen conquista la Copa UEFA con el guardameta R¨¹diger Vollborn como h¨¦roe (y bestia negra en el imaginario eterno de los pericos) y, como explica el periodista de Kicker, sus directivos son llamados a la sede de la UEFA unos d¨ªas m¨¢s tarde.
El ¨¢rbitro de la final, Jan Keizer, les salva de un castigo millonario al recalcar que los trabajadores del club hab¨ªan abogado por mantener la calma entre sus hinchas. As¨ª que se escapan los alemanes con una multa menor y un t¨ªtulo europeo que, con las normas en la mano, quiz¨¢ nunca hubieran ganado.