Luka Doncic, a?o VI: entre la esperanza y el abismo
Los Mavs afrontan una temporada decisiva y llena de incertidumbre, mientras que Doncic pelea contra s¨ª mismo y el desaf¨ªo de toda gran estrella: la necesidad de ganar.
Ganar no es f¨¢cil: nunca lo es. Y es un mantra que todo el mundo aprende antes o despu¨¦s en la NBA. Especialmente las grandes estrellas, que siempre en alg¨²n momento de su carrera, ya sea de forma intermitente o sostenida, buscan el sue?o del anillo. Al final, es la ¨²nica manera de que su brillo no sea fugaz, se apague tras una serie de gestas individuales para acabarse hundiendo en el pozo del olvido, all¨¢ donde tantos objetivos frustrados se ahogan sin que nadie pueda rescatarlos. El tiempo pasa y, la necesidad de afrontar el salto al ¨¦xito antes de que se haga tarde impera, no siempre con el triunfo como resultado. Al fin y al cabo, son una ristra incontable de estrellas las que se han retirado, de forma postergada u obligada, sin que no luzca en ninguno de sus dedos ese pedrusco brillante que justifica toda una vida dedicada al baloncesto. Porque, al final, un campe¨®n lo es para siempre. Y los n¨²meros pueden olvidarse, pero las victorias totales no.
En ese punto se encuentra Luka Doncic, todo un campe¨®n que nunca lo ha sido. Ya no bastan s¨®lo los n¨²meros: hay que avanzar para poder ganar. Al menos, en un futuro que no se aleje mucho de lo que pretende una estrella de su envergadura. Las finales de Conferencia de 2022 han quedado en el olvido, los Mavs sobrefuncionaron con un sistema insostenible y las piezas han ido cayendo a medida que ha pasado el tiempo. La realidad se ha impuesto para Doncic y se intensific¨® tras el fichaje de Kyrie Irving. Y el problema, estructural, ha tenido como soluci¨®n el inmovilismo. Mark Cuban ha renunciado a cambiar nada, tampoco a un Jason Kidd elogiado en su primer a?o y vilipendiado en el segundo. Y, con las mismas piezas: ?por qu¨¦ el resultado iba a ser distinto?
El contexto es complicado: Doncic percibir¨¢ m¨¢s de 40 millones este curso y se acercar¨¢ a los 50 en la 2026-27, cuando termina su contrato. Si llega al All Star, algo que ha conseguido ininterrumpidamente en las ¨²ltimas cuatro temporadas, ser¨¢ elegible para una extensi¨®n de 318 millones en cinco a?os, con 83,6 millones en el ¨²ltimo de ellos, cifras astron¨®micas auspiciadas por el nuevo convenio colectivo (que se terminar¨¢ de hacer efectivo en los pr¨®ximos meses) y que le convertir¨ªan en el baloncestista mejor pagado de la historia. Eso s¨ª, nada asegura que Doncic vaya a estar todos esos a?os en los Mavericks. En plena era de los jugadores empoderados, es muy com¨²n la situaci¨®n de desgaste que muchas estrellas sufren cuando no obtienen buenos resultados colectivos. Doncic, que afronta su sexta temporada en la NBA, cumplir¨¢ 25 a?os el 25 de febrero de 2024. Todav¨ªa joven, puede plantearse cualquier tipo de situaci¨®n para continuar su carrera como quiera y, sobre todo, donde quiera. Y eso podr¨ªa pasar por forzar su salida de Texas en caso de que lo considerase necesario. As¨ª funciona el mundo, como dir¨ªa seg¨²n qui¨¦n.
M¨¢s all¨¢ de eso y de que Doncic firme un contrato que en cinco temporadas le reporte m¨¢s dinero que el que Michael Jordan gan¨® durante toda su carrera deportiva, se podr¨ªa decir eso de que la pelota est¨¢ en el tejado de los Mavs, pero tambi¨¦n en la del esloveno. La franquicia, al fin y al cabo, se ha mantenido fiel a su estilo desde que fue adquirida por Cuban, all¨¢ por el a?o 2000, un lejano 4 de enero en el que solt¨® 285 millones de d¨®lares para comprar la mayor¨ªa de las acciones de una entidad que hoy vale m¨¢s de 3.000 millones y es una de las diez m¨¢s caras de la NBA. Cuban, adem¨¢s de llevar a los Mavs a cotas inimaginables anta?o, ha tenido muy claro cu¨¢l es su proyecto deportivo: apostar a largo plazo por un entrenador y por una estrella a la que rodear lo mejor posible y con la que mantener siempre la mejor relaci¨®n posible. Y as¨ª han evolucionado los texanos: primero con Don Nelson, luego con Avery Johnson y al final con Rick Carlisle, Dirk Nowitzki consigui¨® su estrella en 2011 siendo inamovible y cambiando todo lo dem¨¢s. Fue el ¨²nico superviviente, junto a Jason Terry, en el anillo de 2011, cinco a?os despu¨¦s de perder en las Finales de 2006, Carlisle finalmente fue de su agrado y se le permiti¨® retirarse c¨®mo y cu¨¢ndo quiso, alargando al final su carrera hasta el extremo por mucho que ya no acompa?aran los n¨²meros ni fueran posibles los objetivos del pasado.
Con Doncic, la historia es la misma. Don Nelson fue ese entrenador catapulta que dio paso a un Johnson que conoc¨ªa la franquicia de dentro, pero que se desgast¨® en exceso tras la derrota de 2006 y, posteriormente, en la de 2007, cuando los Mavs lograron 67 victorias y parec¨ªan m¨¢s maduros que nunca pero cayeron de forma estrepitosa ante los Warriors del We Believe en primera ronda de playoffs. Unos Warriors entrenados, iron¨ªas del destino, por Nelson. Johnson sigui¨® un a?o m¨¢s, pero la plantilla estaba desmadejada y el proyecto en un punto con el que hab¨ªa que contentar a Nowitzki y que no pusiera la mirada en otro camino hacia el anillo, en otro lugar y con otra camiseta Carlisle lleg¨® para quedarse y se fue cuando as¨ª lo requiri¨® un Doncic que se acab¨® cansando de ¨¦l. As¨ª son las cosas en la NBA: tras 13 temporadas en el mismo equipo, el que m¨¢s tiempo llevaba en activo junto a Erik Spoelstra y tras Gregg Popovich, Carlisle dec¨ªa adi¨®s porque hab¨ªa que contentar, cosas que pasan, a una estrella emergente que iba por su tercera temporada. Otra vez: el empoderamiento del jugador.
El fichaje de Kidd fue pol¨¦mico y no est¨¢ resolviendo nada. Pero el final de su estancia se puede precipitar de una forma que no es del gusto de Cuban, con mucho menos tiempo en el banquillo del que le suele gustar a su resistencia a deshacerse de sus viejas glorias, una sensaci¨®n siempre empa?ada con una rotunda melancol¨ªa. No es de extra?ar: Kidd fue clave en la consecuci¨®n del anillo de 2011, el ¨²nico que conquist¨® como jugador, tiene una gran relaci¨®n con Cuban y tambi¨¦n con Nowitzki, al que acompa?¨® con su veteran¨ªa y su extraordinaria toma de decisiones a pesar de la edad. Empez¨® con unas finales de Conferencia, las primeras del equipo desde, precisamente, 2011; eliminando por el camino a unos Suns que ven¨ªan de ser finalistas y olisqueaban el anillo, ya se sabe, de forma prematura. Pero todo fue un espejismo: la plantilla sobrefuncion¨® hasta el extremo, las piernas de Reggie Bullock y Dorian Finney-Smith se mov¨ªan de forma irreal y el monopolio de Doncic en ataque sin otra estrella y sin pr¨¢cticamente ayuda en el juego interior val¨ªa hasta cierto punto. El recuerdo del sistema de los Rockets de James Harden convirti¨® a los Mavs en un equipo algo tedioso de ver. Y, por el camino, se ca¨ªa Kristaps Porzingis, otra de las peticiones que Doncic hizo de forma soterrada entre bambalinas. Era conocida su poca qu¨ªmica con el let¨®n. Y Cuban se encarg¨® del resto.
Cuando los n¨²meros no bastan
Doncic llega al momento de la verdad, uno clave en su carrera que no tiene por qu¨¦ durar esta temporada en exclusiva, sin que esto signifique que esta temporada no es clave. De hecho, es imposible obviar la importancia que tiene. Un nuevo fracaso en el que no se alcancen los playoffs o una eliminaci¨®n temprana en los mismos puede significar que el proyecto est¨¢ caduco, estancado, y que se necesitan cambio estructurales m¨¢s profundos, cuando es objetivo que ni siquiera los ha habido de forma ligera. Es imperativo, necesario, dar un paso hacia delante. Algo que parece complicado por mucho que el Oeste est¨¦ tan abierto. Con la ¨²nica llegada resaltable de Grant Williams y sin apenas juego interior, todo parece difuso. Y ya no es (hace mucho que no) una garant¨ªa la figura de Kyrie Irving, denostada. Lleg¨® cuando el equipo iba 28-26 y por el camino se fueron Spencer Dinwiddie, Dorian Finney-Smith y, con ellos, buena parte de la poca defensa que ten¨ªan los Mavs, que se pusieron 37-41 un mes y medio despu¨¦s hasta el 38-44 final, claro. Renunciando, ya se sabe, a los ¨²ltimos encuentros con la intenci¨®n de conseguir a un top 10 del draft. Se hicieron con Cason Wallace, al que traspasaron inmediatamente a los Thunder a cambio de Dereck Lively II (2,16), uno de esos interiores que tanto necesitan.
Tras la salida de Jalen Brunson, a la postre un error garrafal en los despachos, la necesidad de fichar a una segunda espada se hizo evidente, pero el resultado hasta ahora ha sido nefasto. Kyrie y Doncic disputaron 16 partidos juntos para un r¨¦cord de 5-11, un riesgo que asumieron por la necesidad de tener otra estrella, aunque esta parezca haber perdido hace mucho tiempo su luz. La compenetraci¨®n entre ambos, a pesar de los ¨¢nimos mutuos, es algo que no ha existido: necesitan mucho bal¨®n, pecan de indolencia defensiva y asumen muchos tiros, provocando que el ataque texano se vuelva predecible. La defensa brilla por su ausencia en general tras perder en la llegada de Kyrie a los pocos especialistas que ten¨ªan. El base resta m¨¢s que suma por mucho que promedie 27,1 puntos por partido en las ¨²ltimas cuatro temporadas, con un 55% en tiros de campo y un 40% en triples. Lejos quedan los d¨ªas en los que trasladaba la estad¨ªstica al equipo y, aunque sigue haciendo gala de un talento propio de un jugador generacional, siendo una herramienta ofensiva extraordinariamente buena, sus problemas extradeportivos (terraplanismo, antivacunas, recomendaciones antisemitas...) han perjudicado su imagen en demas¨ªa. All¨¢ por 2017 se fue de los Cavaliers para escapar de la inabarcable sombra de LeBron James. Y, curiosamente, ha sido bajo su cobijo cuando mejor ha rendido. Ese triple ante los Warriors en el s¨¦ptimo partido de las Finales justifica cualquier carrera, tambi¨¦n la suya. Pero del pasado no se vive y Kyrie hace mucho (demasiado ya) que dej¨® de tener presente.
?Y Doncic? Sigue ah¨ª, haciendo n¨²meros hist¨®ricos, alucinantes, tremendos. La pregunta es si eso basta. Ya hemos visto en el pasado jugadores incre¨ªbles que se movieron siempre muy lejos del anillo (Allen Iverson, Gilbert Arenas, Tracy McGrady, Carmelo Anthony...), todos, seguramente, peores de lo que es el esloveno, que promedi¨® 32,4 puntos, 8,6 rebotes y 8 asistencias el curso pasado y se mueve en 27,6 y datos similares a los anteriores en rechaces y pases a canasta. Suma, con 24 a?os, un Rookie del A?o, cuatro selecciones para el All Star y otras tantas para el Mejor Quinteto. Se mueve siempre en estad¨ªsticas que le meten en el debate del MVP, da highlights de forma permanente, suma dobles-dobles y triples-dobles de forma indiscriminada y lidera al equipo en todo. M¨¢s incluso, en lo que a n¨²meros se refiere, de lo que lo hizo un Dirk Nowitzki con el que comparti¨® equipo en su primera temporada, la ¨²ltima del alem¨¢n, que se mantiene como embajador de los Mavericks y es un icono cultural para la franquicia y un referente eterno dentro de la NBA. Su carrera la abala y su presencia sigue estando ligada a la de la franquicia texana, de la que sigue siendo la cara si Doncic no escribe una historia al menos similar a la del ala-p¨ªvot.
Claro que Nowitzki, aunque le cost¨®, se retir¨® con el anillo de campe¨®n. Y se mantuvo siempre unido a la entidad a pesar de que las cosas no siempre fueron bien. Doncic, de momento, ha llegado a las finales de Conferencia como cota m¨¢s alta y veremos qu¨¦ pasa si el proyecto se estanca. Lo que es imperativo es que mejore tambi¨¦n en todo eso que siempre le critican y no termina de encauzar: sus protestas constantes a los ¨¢rbitros, el intermitente cuidado de la alimentaci¨®n que siempre tiene, su abuso y mala elecci¨®n en el triple (intenta 8,1 de media durante su carrera para un escaso 33,8% de acierto) y el desgaste que suele acumular a final de las temporadas, a las que llega con claros signos de cansancio. Tampoco ayuda que su ¨²ltimo ¨¦xito en el baloncesto FIBA, all¨¢ por 2017 (oro en el Eurobasket), quede tan lejano y se haya empa?ado con veranos en los que termina eliminado antes de tiempo (y expulsado, como pas¨® en el ¨²ltimo trofeo continental). Y a todo esto se unen los problemas que arrastra en la pierna, con los fisioterapeutas asegurando que no le va a quedar m¨¢s remedio que jugar con dolor y que no es algo que se pueda solucionar de un d¨ªa para otro. Todo eso, unido tambi¨¦n a salidas como la de Rick Carlisle o Kristaps Porzingis en las que el esloveno pudo participar, perjudica la imagen de un jugador que no deja de batir r¨¦cords, tiene un talento incuestionable y suma reconocimientos individuales constantes. Pero, sin anillo y con lo mencionado, es la opini¨®n p¨²blica la que dicta sentencia. Ya se sabe: ese lugar, tan impulsado por las redes sociales, en el que se ganan y se pierden las batallas que deciden las guerras.
El curso baloncest¨ªstico 2023-24 es, por lo tanto, esencial para el futuro de los Mavericks. Y puede marcar el devenir de la franquicia y del proyecto, tanto de forma estructural como en lo referente a los ¨¦xitos deportivos, que no terminan de llegar. Lo que se parec¨ªa andado se ha desandado con una fuerza inusitada, las esperanzas de ver emerger al equipo tras las ya mencionadas finales de Conferencia fueron ef¨ªmeras y todo queda ahora en stand by, al menos hasta que se ponga en marcha la competici¨®n. Doncic ya ha dicho que se va a intentar controlar con los ¨¢rbitros y tanto el esloveno como Kyrie han insistido mucho en que buscar¨¢n la forma de desarrollar una buena qu¨ªmica. Pero las palabras, ya se sabe, se la lleva el viento. Y lo que siempre queda, la capacidad de trascender, en la NBA pasa por ganar. Ah¨ª est¨¢ la verdadera eternidad, la perdurabilidad en el recuerdo, la constancia en la a?oranza que puedes conseguir si logras ese anillo tan dif¨ªcil de conquistar pero que, ya se sabe, te hace campe¨®n. Y un campe¨®n lo es para siempre, como bien es consciente el gran Nowitzki. Kidd, Kyrie, Cuban... y Doncic. Siempre Doncic. El hombre llamado a reinar y a marcar una era, pero que vive sin corona y, de momento, lejos de ella. Se acerca el momento clave de su carrera, quiz¨¢ el m¨¢s importante, el que nos permita vislumbrar su futuro, sean las consecuencias las que sean. La NBA no espera a nadie. Y el ¨¦xito tiene que llegar antes de que sea demasiado tarde. Luka Doncic, a?o VI: llega el momento de la verdad. Y los n¨²meros ya no bastan...