Los Pacers estuvieron a punto de no sobrevivir en una NBA en la que se hicieron con una plaza que parec¨ªa destinada a Kentucky Colonels.

Indiana Pacers, una franquicia salvada por Chicago Bulls... y un telemarat¨®n

En 1975, aquella excentricidad imposible, entre lo cutre y los fuegos artificiales, que fue la ABA (American Basketball Association) se estaba quedando sin trucos. Ya no hab¨ªa m¨¢s conejos en la chistera y sobreviv¨ªa, en estado cr¨ªtico, para consumar la fusi¨®n con la NBA, el merger (en realidad, una absorci¨®n por parte de la segunda, que obviamente conserv¨® intacto el nombre) que hab¨ªa perseguido desde su creaci¨®n; una ocurrencia para hacer que pasaran cosas como las que hab¨ªan pasado en el football con el encuentro de NFL y AFL. Cuando la ABA naci¨®, sus visionarios (o todo lo contrario: locos obstinados) ejecutivos vend¨ªa la idea como una forma de acabar teniendo, m¨¢s pronto que tarde, una franquicia en la NBA por la mitad de precio de lo que costaba apuntarse a la v¨ªa de la expansi¨®n.
Despu¨¦s llegaron los balones tricolores, un enorme ¨¦xito de marketing (rojo, azul y blanco para un juego muy americano) del que no se sac¨® tajada porque a nadie se le ocurri¨® patentarlo y que hab¨ªa sido, todo pasaba un poco (o un mucho) por casualidad, una exigencia de George Mikan, el que hab¨ªa sido gigante de los Lakers, la primera estrella de la NBA, para convertirse en comisionado y dar algo de legitimidad a la nueva competici¨®n. Mikan, que era miope y las hab¨ªa pasado canutas con los balones marrones, pidi¨® ese cambio y que su oficina siguiera en Mine¨¢polis, algo raro pero a lo que se accedi¨®. En la ABA, lo que suced¨ªa, conven¨ªa y ya se ver¨ªa al d¨ªa siguiente. Llegaron la l¨ªnea de tres, el primer concurso de mates, los trucos de mercadot¨¦cnica de todo tipo durante los partidos¡ llegaron muchas cosas, incluido un estilo de juego mucho m¨¢s ¨¢gil y vistoso, que pon¨ªa el acento en el talento de las estrellas como contrapunto a la rigidez de la estructurad¨ªsima NBA. En la liga de ahora, en el estilo de ahora, hay seguramente m¨¢s de ABA que de NBA si se hacen comparaciones con los primeros a?os setenta.
Tambi¨¦n hubo, y eso fue lo m¨¢s importante, lo que ha perdurado, jugadores incre¨ªbles: Julius Erving, Rick Barry, George McGinnis, Mel Daniels, Dan Issel, Artis Gilmore, Spencer Haywood, David Thompson, Moses Malone¡ Antes del merger, los equipos de la ABA sol¨ªan ganar a los de la NBA cuando se enfrentaban en pretemporada, aunque la NBA gan¨® (por los pelos en ambos casos) los s¨²per partidos, dos duelos (1971 y 1972) entre los mejores jugadores de ambas competiciones. Para la ABA, eso s¨ª, qued¨® el orgullo de llevarse (los Colonels ganaron a los Bullets) un duelo directo entre campeones. Despu¨¦s del merger, 10 de los 24 jugadores del primer All Star de la NBA eran ex de la ABA, y en las primeras Finales (el Sixers-Trail Blazers que ganaron los de Oreg¨®n en 1977) hab¨ªa cinco titulares que hab¨ªan llegado de la otra liga. Como cuatro de los diez m¨¢ximos anotadores de la competici¨®n: Billy Knight, David Thompson, Dan Issel y George Gervin.
Pero en 1975 las cosas iban mal. Despu¨¦s de a?os de negociaciones, la fusi¨®n segu¨ªa sin concretarse por cuestiones peliagudas relacionadas con las leyes antimonopolio. Oscar Robertson, el legendario Big O, dirigi¨®, al frente del sindicato, la principal batalla legal para evitar el merger: los jugadores, por entonces, apenas ten¨ªan opciones de moverse en un mercado que era cualquier cosa menos libre. Estaban pr¨¢cticamente atados al equipo que los drafteaba salvo que este quisiera traspasarlos. Con dos competiciones profesionales, al menos, pod¨ªan generar una demanda que sub¨ªa salarios y mejoraba condiciones. Por eso se acab¨® retrasando un acuerdo que hab¨ªa sido aprobado, como borrador, en 1970 con un 13-4 en votos de franquicias NBA y 11-0 en la ABA.
El salto de los supervivientes
Denver Nuggets y New York intentaron, antes de la temporada 1975-76, abandonar por su cuenta el barco que se hund¨ªa y unirse a la NBA. Los equipos de Memphis (con un intento a la desesperada despu¨¦s de un traslado a la carrera a Baltimore que no pas¨® de pretemporada), San Diego (ya sab¨ªan que los Lakers los excluir¨ªan del merger porque no quer¨ªan exceso de competencia en California) y Utah (su propietario se arruin¨® en su carrera pol¨ªtica para ser gobernador de Colorado) ni siquiera empezaron curso, y Virginia Squires lo hizo¡ pero cerr¨® antes de que acabara la ¨²ltima Final de la historia de la ABA, que los Nets ganaron a los Nuggets con Julius Erving, el maravilloso Doctor J, como MVP. En ese ¨²ltimo cap¨ªtulo, ya con la soga definitivamente al cuello, solo quedaban siete equipos y el All Star Game fue b¨¢sicamente, en Denver (la joya de la corona en ese momento por equipo y ambiente en las gradas), un duelo entre los Nuggets y una selecci¨®n del resto de equipos.
De los siete, los Squires cayeron en la ¨²ltima pedalada, dos d¨ªas antes del ¨²ltimo partido de las Finales y sin poder hacer frente a un pago final que ten¨ªan pendiente de hacer a la liga, solo 75.000 d¨®lares que impidieron que el equipo estuviera vivo cuando se retomaron y cerraron las conversaciones con una NBA que, si ese cheque final se hubiera firmado, podr¨ªa haber tenido -y seguir teniendo hoy- equipo en Virginia. Habr¨ªa sido dif¨ªcil, en todo caso: era una de esas franquicias regionales que jugaba en tres ciudades de su estado para reclutar aficionados de todos los rincones posibles. Un concepto que espantaba a una NBA que tampoco estaba interesada en Virginia, ciudad peque?a y mercado min¨²sculo, como sede ¨²nica.
As¨ª que a las puertas del merger llegaron seis franquicias: Kentucky Colonels, The Spirits of St Louis y los cuatro que acabaron, cuando se cerr¨® el acuerdo hist¨®rico que defini¨® la NBA moderna el 17 de junio de 1976, en la NBA, Denver Nuggets, New York (pronto New Jersey) Nets, San Antonio Spurs e Indiana Pacers.
El caso de los Pacers, que esta noche juegan el s¨¦ptimo partido de las Finales 2025 de la NBA, es curioso, otro de esos que dependi¨® de un golpe de suerte para dibujar un futuro que bien podr¨ªa no haber existido. Durante a?os uno de los pocos proyectos con verdadero ¨¦xito (social, deportivo, hasta cierto punto econ¨®mico) de la ABA, los Pacers ganaron tres t¨ªtulos (1970, 72 y 73) en cinco Finales de la mano de un entrenador legendario como Bob Slick Leonard y con jugadores inolvidables: George McGinnis, Roger Brown, Mel Daniels, Bob Netolicky¡
Pero en 1976 la situaci¨®n era mucho menos clara, el panorama econ¨®mico muy cuestionable en el equipo del estado donde el baloncesto es m¨¢s que un deporte. Y eso por decirlo suavemente. Los Colonels de Kentucky, con los que hab¨ªan tenido una rivalidad estruendosa entre tierras nobles de baloncesto, parec¨ªan una baza mucho m¨¢s firme para saltar a la NBA, que por su parte hab¨ªa dejado claro que solo quer¨ªa a?adir cuatro equipos. Ni uno m¨¢s. Y hab¨ªa tres opciones seguras: Nets, Nuggets y el equipo que hab¨ªa dejado de ser Dallas Chaparrals y progresaba en San Antonio rebautizado como Spurs.
Curiosamente, a los Pacers los salv¨® otro vecino, Chicago Bulls. Una franquicia que hab¨ªa nacido en 1966 (solo un a?o antes que la ABA) y que ten¨ªa sus propios problemas de crecimiento. En la ciudad del viento sab¨ªan que un equipo en Indian¨¢polis pelear¨ªa con ellos por aficionados y cuota de televisi¨®n regional, pero tambi¨¦n que Kentucky ser¨ªa una opci¨®n todav¨ªa peor. En primer lugar, porque no quer¨ªan ganarse la enemistad eterna, como enterradores de los Pacers, de un lugar como Indiana, donde el baloncesto se tomaba tan, tan en serio. Adem¨¢s, prefer¨ªan equipo ese movimiento en cuentas que se mezclaban con otro merger, el de la NHL y la WHA en el hockey profesional (los Indianapolis Racers eran un equipo de cierto ¨¦xito); y visto el efecto vigorizante que ten¨ªa su rivalidad local con Milwaukee Bucks, acabaron decidiendo que no estar¨ªa mal otro vecino ilustre en el ajo. Pero, seguramente por encima de todo, los Bulls quer¨ªan hacer buenos sus derechos NBA sobre Artis Gilmore, la gran estrella de los Colonels. Si estos desaparec¨ªan, todo ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil. Gilmore, efectivamente, jug¨® en los Bulls entre 1976 y 1982.
Los Colonels vieron el panorama y decidieron negociar su cierre, una salida honrosa (y lucrativa) antes de perder la batalla por la NBA. El mismo d¨ªa del merger, acordaron con los otros supervivientes de la ABA su retirada a cambio de tres millones de d¨®lares. Los Pacers, por los pelos, se convirtieron el cuarto en la NBA, un salto que lleg¨® con una pesada mochila que lastr¨® competitivamente a los nuevos. Para jugar en la NBA aceptaron, en lo que en realidad fue una expansi¨®n, pagar cada uno 3,2 millones en un plazo de tres meses, que sus r¨¦cords y cifras de la ABA no saltaran a la nueva competici¨®n y que durante tres a?os (hasta 1979) no les llegara ni un d¨®lar del reparto de derechos televisivos. Adem¨¢s, no pudieron participar ni el draft de 1976 ni en el draft de dispersi¨®n en el que los dem¨¢s se repartieron los jugadores de Colonels y The Spirits.
Una noche hist¨®rica en televisi¨®n
Pero llegar a la NBA no fue el final de ese trance de supervivencia par Indiana Pacers. De hecho, despu¨¦s de solo una temporada tras el cambio de liga (balance de 36-46, sin plaza en unos playoffs que no pisaron hasta 1981), la situaci¨®n econ¨®mica era todav¨ªa m¨¢s cr¨ªtica despu¨¦s de pagar los 3,2 millones que exig¨ªa la NBA, poner su parte en la compensaci¨®n de los equipos que se borraron, en Kentucky y St Louis, y ver c¨®mo todav¨ªa quedaban a?os para que empezara a entrar dinero de los acuerdos televisivos de la mucho m¨¢s lucrativa NBA. El c¨¦lebre Slick Leonard, que falleci¨® en 2021 a los 88 a?os, en Terre Haute (donde juegan los Sycamores de Indiana State, la universidad que hizo c¨¦lebre Larry Bird), ve¨ªa que ¨¦l se quedaba sin trabajo (entren¨® a los Pacers entre 1968 y 1980) porque el equipo de su tierra, y el que le pagaba el sueldo, estaba destinado al cierre o, todav¨ªa, peor, la mudanza. Un sacrilegio para Indiana, una orgullosa tierra de baloncesto.
As¨ª que se reuni¨® con su mujer, Nancy, para pensar qu¨¦ se pod¨ªa hacer. Y lo que se hizo fue un telemarat¨®n para recaudar fondos entre la poblaci¨®n de Indiana. El objetivo era conseguir 8.000 abonados, y se lleg¨® a 8.028 despu¨¦s de un especial televisivo (entre el 3 y el 4 de julio de 1977) de diecis¨¦is horas y media llamado Save the Pacers que, literalmente, salv¨® la vida de Indiana Pacers.
El asunto naci¨® con cierta pol¨¦mica. ¡°?Por qu¨¦ tenemos que salvar a unos jugadores de baloncesto profesional que ganan trescientos grandes al a?o como si fueran ni?os sin recursos?¡±. Algunas personalidades p¨²blicas de Indiana se hicieron esa pregunta, pero la realidad es que lo que se estaba salvando era a la ciudad. Su imagen, su identidad¡ y sus negocios y desarrollo urban¨ªstico. De hecho, Slick Leonard, que adem¨¢s de entrenador tambi¨¦n ejerc¨ªa entonces de general manager y de lo que hiciera falta, recordaba despu¨¦s con orgullo que si se hubieran ido los Pacers, Indiana nunca habr¨ªa tenido a los Colts (NFL) con su rutilante estadio, el RCA Dome (primero Hoosier Dome) que acogi¨® a la liga de football profesional entre 1984 y 2007.
David R. Frick, vicealcalde en aquellos tiempos, daba la raz¨®n al testarudo Leonard a?os despu¨¦s, en The Indianapolis Star: ¡°El downtown de Indian¨¢polis no tendr¨ªa nada que ver con lo que es hoy si se hubieran ido los Pacers. No solo por el estadio de football, tambi¨¦n por el Circle Centre, White River State park¡ fueron una serie de proyectos exitosos con los que cada uno permiti¨® que se pudiera desarrollar el siguiente. Si se hubiera dado un fracaso tan grande como perder a los Pacers, no creo que todo lo dem¨¢s hubiera seguido el mismo curso¡±.
Y todo por el enorme precio que hubo que pagar para estar en la NBA: ¡°Lo llamaron merger, pero lo deber¨ªan haber llamado masacre. Intentamos mantener la cosa a flote con cinta aislante y chicle¡±, dijo Leonard mientras se buscaban apoyos econ¨®micos en los propietarios del Motor Speedway, hogar de las c¨¦lebres 500 millas de Indian¨¢polis, y de Wendy¡¯s, la cadena de hamburguesas original de la vecina Ohio. En 1977, antes del telemarat¨®n de julio, la situaci¨®n era desesperada. No se hab¨ªan podido pagar los cheques, y un grupo de empresarios locales reuni¨® 100.000 d¨®lares para que el equipo no muriera en junio y tuviera un ¨²ltimo aliento para plantearse qu¨¦ hacer. Todas las cuentas pasaban por esos citados 8.000 abonados: si la gente no demostraba que quer¨ªa al equipo all¨ª, no tendr¨ªa equipo. Y este, seguramente, ser¨ªa vendido y cambiar¨ªa de ciudad.
El nuevo pabell¨®n en la ciudad, un rutilante proyecto de 23 millones de d¨®lares, tambi¨¦n estaba en juego porque nos e iba a mantener ¡°solo para albergar alg¨²n concierto de rock¡±. As¨ª que se puso en marcha una idea que muchos consideraron rid¨ªcula, pero que acab¨® funcionando. Elmer Snow, ejecutivo de Channel 4, asegur¨® que pod¨ªa montar un telemarat¨®n con ¨¦xito si eso ayudaba; y el Doctor Charles Rushmore, con mucho renombre en la comunidad local, se ofreci¨® para colaborar en la preparaci¨®n de cada detalle porque ya hab¨ªa hecho cosas similares con la Asociaci¨®n Americana contra el C¨¢ncer. En seguida, de las risas de los primeros que escucharon la idea se pas¨® a buscar cantantes y grupos que participaran, personalidades del estado que se pusieran a coger el tel¨¦fono¡ La noche del 3 de julio, y mientras algunos se frotaban los ojos, comenz¨® un evento montado en pr¨¢cticamente 72 horas, en uno de los espacios del Centro de Convenciones de Indiana. Sin ensayos previos ni guion. El matrimonio Leonard dio apoyo a varios presentadores de canales locales, que se pusieron al frente y contaron con la ayuda de jugadores y exjugadores que se dirig¨ªan directamente a los aficionados que estaban al otro lado de la pantalla. Para que echaran un cable.
Y funcion¨®: las principales empresas de la ciudad compraron lotes de abonos, y dec¨ªa la prensa local que ¡°hasta los ni?os rompieron sus huchas de cerdito¡±: ¡°Todav¨ªa en las primeras horas, por la ma?ana, a Leonard le dieron una nota de una ni?a de nueve a?os que quer¨ªa dar los cinco d¨®lares que ten¨ªa a los Pacers porque ¡®eran un buen equipo¡¯¡±. A?os despu¨¦s, un vecino de Indian¨¢polis recordaba que, con siete a?os, se hab¨ªa recorrido su manzana, casa por casa, recolectando dinero. Junt¨® 15 d¨®lares. Cuando solo quedaban diez minutos para acabar la emisi¨®n, Nancy Leonard cogi¨® el micr¨®fono entre l¨¢grimas y anunci¨® que se hab¨ªa cumplido el objetivo: los Pacers seguir¨ªan vivos, y seguir¨ªan en Indian¨¢polis. El evento, adem¨¢s, hab¨ªa tenido un efecto movilizador: empresarios vinculados a la construcci¨®n del nuevo pabell¨®n reunieron 800.000 d¨®lares que aseguraron la segunda temporada en la NBA de la franquicia.
El incre¨ªble manejo de los Silna
El caso de The Spirits of St Louis fue otro caso muy sonado, uno de los mejores negocios de la historia de la NBA. Sus due?os, los hermanos Silna (Ozzie y Daniel), llegaron a la ABA con la fortuna que hab¨ªan hecho en el negocio del polyester y despu¨¦s de no poder comprar Detroit Pistons, en la NBA. Se hicieron con Carolina Cougars y se llevaron el equipo a St Louis, por entonces la ciudad m¨¢s grande de Estados Unidos sin equipo profesional de baloncesto.
Su objetivo fue siempre saltar a la gran liga, pero cuando todos los intentos acabaron mal, decidieron negociar su cierre y lograron un acuerdo que acab¨® en genialidad hist¨®rica: el resto de propietarios de la ABA les pagaron 2,2 millones y acordaron darles, cada uno de los cuatro, una s¨¦ptima parte de las ganancias por derechos de televisi¨®n. Un acuerdo, adem¨¢s, para siempre, sin caducidad, que les ha dado cientos de millones de d¨®lares gracia al gran boom que vivi¨®, a partir de los a?os ochenta, la NBA. Y , por lo tanto, tambi¨¦n sus derechos televisivos.
El error imperdonable de los Knicks
El merger dej¨® otra gran historia, en este caso un error sonado. Tr¨¢gico. Los Knicks han cometido muchos en su historia, much¨ªsimos. Pero se sigue considerando el peor, seguramente, su renuncia Julius Erving, una leyenda generacional, por un pu?ado de d¨®lares. Ese fue el ofrecimiento de los Nets cuando los Knicks les plantaron delante, tras el merger, una demanda por lo que consideraban una invasi¨®n de su territorio comercial. Les pidieron 4,8 millones de d¨®lares.
Metidos en ese embrollo, los Nets incumplieron las promesas de subida salarial a Erving, que se puso en rebeld¨ªa mientras era ofrecido a los Knicks a cambio de retirar su demanda. Estos rechazaron esa opci¨®n y fueron a por sus 4,8 millones. Y en esas aguas revueltas, los Sixers compraron el contrato (unos 3 millones) e indemnizaron a los Nets (otros 3) para llevarse al alero. Los Knicks siguen pensando que ese fue su mayor error de siempre, el peor de una franquicia experta en cometerlos. Los Nets sintieron que hab¨ªan comprado su supervivencia en la nueva NBA pero quedaron a la deriva, sin rumbo (22-60, el peor equipo de la liga la siguiente temporada). Y Erving fue campe¨®n con los Sixers en 1983 del mismo modo que hab¨ªa sido dos veces campe¨®n en la ABA (1974 y 1976, con los Nets). Fue MVP en 1981 del mismo modo que lo hab¨ªa sido tres veces en la ABA, el ¨²nico en lograrlo en ambas competiciones. Fue 11 veces all star, 16 contando la primera Liga. Y se retir¨® con unas medias en su carrera de 24,2 puntos, 8,5 rebote y 4,5 asistencias. El octavo m¨¢ximo anotador de la historia si se suman ABA y NBA.
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