De Durant a Shai: los Thunder de ayer, la gloria de hoy
El proyecto de Harden, Westbrook y Durant en los Thunder pas¨® de la esperanza al fracaso. A?os despu¨¦s, el equipo se ha reconstruido y vuelve a optar a lo m¨¢s alto.
Se iban a comer el mundo. Iban a ser la siguiente gran dinast¨ªa de la NBA. A dominar los cielos. Pero cada uno eligi¨® un camino y hoy est¨¢n en el punto de mira de cualquiera que consuma baloncesto. Hace ya muchos a?os, Kevin Durant, Russell Westbrook y James Harden aterrizaron en los Thunder en busca de la historia en 2007, 2008 y 2009 respectivamente. Lo hicieron como n¨²mero 2, 4 y 3 del draft, en una reconstrucci¨®n que Sam Presti realiz¨® en busca de un campeonato. Un talento absolutamente generacional, potencialmente mejor que cualquier otro jugador de la mejor Liga del mundo, rodeado de un base como portento f¨ªsico y un escolta al que se le ca¨ªan los puntos. Una asociaci¨®n a la que se rode¨® de hombres de rol (Serge Ibaka, Kendrick Perkins, Derek Fisher...) y que estuvo a las ¨®rdenes de Scott Brooks, pero que naufrag¨® en su intento de conquistar el premio que, antes o despu¨¦s, todo el mundo busca en esa competici¨®n que no espera a nadie: el anillo.
Esos Thunder se disolvieron paulatinamente. Las Finales de 2012 llegaron, quiz¨¢, demasiado pronto para el proyecto, pero fueron el techo en ¨²ltima instancia. Ah¨ª se qued¨® Harden, salidas nocturnas mediante en Miami, tras un 4-1 que exig¨ªa culpables y encontr¨® a su chivo expiatorio. La asociaci¨®n de Durant y Westbrook se prolong¨® hasta 2016: el 3-1 en las finales del Oeste ante los Warriors fueron la otra gran oportunidad, ya con Billy Donovan como entrenador y otro tipo de intendencia (Steve Adams, Enes Kanter...). Pero los 10 triples de Klay Thompson en el sexto partido y el tembleque de mu?ecas cuando m¨¢s cerca estaba el premio, dictaron sentencia: adi¨®s en el s¨¦ptimo y huida de Kevin Durant, que se fue con el enemigo (los Warriors) y gan¨® dos anillos en tres Finales con ellos. Del tr¨ªo que empez¨® en Oklahoma, que iba a conquistar los cielos y luego se disolvi¨®, han sido los dos ¨²nicos campeonatos, y han tenido que ser en la ¨²ltima gran dinast¨ªa que la NBA ha conocido en su larga historia. Lo dem¨¢s, todo desmanes, fracasos y una tendencia constante hacia un pensamiento ¨²nico: la imposibilidad de ganar al lado de cualquiera de ellos tres.
Todos los proyectos est¨¢n sujetos a l¨ªneas muy finas que se pueden romper r¨¢pidamente. Llevan siempre una din¨¢mica cambiante, que se modifica en alguno de sus puntos pero que nunca se tiene que mover fuera de unos par¨¢metros que terminan acabando con todo. La precocidad de las Finales de 2012 no era tal en 2016, pero el resultado fue el mismo: a casa sin anillo. El problema es que la toxicidad no estaba en los Thunder, sino en sus integrantes; en sus estrellas. En tres hombres que han llevado su producto a otros lugares, que han tenido carreras llenas de ¨¦xitos en lo individual y que han coleccionado premios y distinciones. Pero que, a la larga, han acabado mal all¨¢ d¨®nde hayan ido, est¨¢n mal all¨¢ d¨®nde est¨¢n, y no tienen capacidad para trasladar las que a veces han sido estad¨ªsticas hist¨®ricas, al juego del equipo. De convertir sus estancias en algo meramente deportivo. En ¨²ltima instancia, y con la excepci¨®n de Durant, en ganar. Y, m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s de sus llegadas a la NBA, se ha hecho evidente que el desastre es inherente a ellos tres, y no a los lugares a los que van.
Ni en los Rockets ni en los Thunder
Cuando James Harden sali¨® de OKC fue para seguir la estela del destino y convertirse en uno de los mejores jugadores del mundo. Y lo hizo, pero a costa de muchas cosas y ning¨²n anillo; en los Rockets, Harden pas¨® a ser uno de los talentos ofensivos m¨¢s grandes de la historia, llegando a ganar el MVP de la temporada en 2018 y a promediar 30, 36,1 y 34 puntos por partido en tres temporadas consecutivas (2018-2020). Pero dej¨® tras de s¨ª una cantidad ingente de cad¨¢veres en forma de compa?eros: Jeremy Lin, Dwight Howard, Chris Paul, Russell Westbrook... Todos acabaron mal con el escolta, especialmente un Paul con el que estuvo m¨¢s cerca que nunca del anillo, con las finales de Conferencia como tope. Ah¨ª fue, en 2018, cuando los Rockets cayeron en casa en el s¨¦ptimo partido, con Mike D¡¯Antoni en el banquillo pero Paul fuera por lesi¨®n y 27 triples fallados de forma consecutiva, la otra cara de un sistema mon¨®tono, lleno de intentos de tres y de lanzamientos en la zona, pero con la desaparici¨®n total de la media distancia y la representaci¨®n de lo peor de la era de los triples, de la que se hicieron los Warriors amos y se?ores.
Harden se convirti¨® un jugador ¨²nico para bien y para mal, capaz de producir sin descanso pero con una indolencia defensiva que siempre ha sido su cr¨ªtica m¨¢s grande y una incapacidad para salir victorioso y congeniar con seg¨²n qu¨¦ compa?eros que lleg¨® casi a la verg¨¹enza. Pronto, se hizo evidente que era muy dif¨ªcil ganar a su lado, que con ¨¦l solo se pod¨ªa tener un sistema y que solo lo pod¨ªa monopolizar ¨¦l. Su cuestionable forma f¨ªsica a los inicios de temporada y sus visitas constantes a clubs de striptease y el poco cuidado de su cuerpo han sido las cr¨ªticas que m¨¢s se han vertido sobre su persona en los ¨²ltimos a?os. Al final, sali¨® de los Rockets por la puerta de atr¨¢s, lo mismo que hizo unos meses despu¨¦s de esos Nets que han representado, con Kyrie y Durant, el mayor bochorno de la historia reciente de la NBA. Ahora est¨¢ en los Clippers, donde vive su tercera era al lado de Westbrook (tras Thunder y Houston). A los angelinos se hundi¨® tras forzar un nuevo traspaso en los Sixers, sumando su cuarto equipo en tres a?os. Una pena de jugador que, entre vicios y poco compromiso con el trabajo, es una sombra de lo que fue entonces e intenta el ¨²ltimo asalto a un anillo que lo m¨¢s probable es que no llegue.
Westbrook fue el ¨²ltimo en salir de los Thunder. La huida de Durant en 2016 le hizo ¨²nico valedor de un sistema basado en su persona: verticalidad, bal¨®n siempre en las manos, buenos receptores cerca del aro y mucho espect¨¢culo. Los triples-dobles se sucedieron, pero tambi¨¦n las eliminaciones en primera ronda, con Westbrook solo o con Paul George y Carmelo Anthony rodeando a un base que no acabar¨ªa bien con ninguno de los dos. Tres temporadas consecutivas con dobles d¨ªgitos en puntos, rebotes y asistencias, algo que volvi¨® a repetir luego en los Wizards. Un MVP, en la 2016-17, un t¨ªtulo de M¨¢ximo Anotador y dos a M¨¢ximo Asistente, que fueron tres tambi¨¦n en su a?o en Washington. Muchas dudas y un a?o con Harden en los Rockets, siendo La Barba el ¨²nico del tr¨ªo original de los Thunder que ha coincidido posteriormente en proyectos diferentes. Y que, para m¨¢s inri, no ha acabado bien con ninguno de ellos. La historia se repite, las personalidades no mejoran y el producto t¨®xico se hace m¨¢s evidente.
Harden ha cumplido recientemente 34 a?os y Westbrook 35. Ambos est¨¢n en los Clippers, el segundo tras su desastroso paso por unos Lakers a los que les cost¨® mucho deshacerse de ¨¦l. Pero 10 a?os despu¨¦s de disputar las Finales de 2012, no han vuelto a llegar tan lejos en playoffs y han querido conquistar el mundo sin Durant, pero se han quedado por el camino. Han ganado premios individuales, han llegado m¨²ltiples veces al All Star (10 el escolta, 9 el base) y han batido r¨¦cords otrora imposibles de batir. Atr¨¢s quedan ya las proezas individuales de Oscar Robertson o los r¨¦cords anotadores de Kobe Bryant. El problema, uno entre muchos, es que han destrozado topes hist¨®ricos de jugadores que han ganado anillos... pero sin conseguir ellos el ansiado campeonato. Algo que al final es, le pese a quien le pese, el camino para convertirse en leyenda. As¨ª son las cosas.
Kevin Durant, la estrella impenetrable
El l¨ªder de esa mesa de tres era Kevin Durant, la joya de la corona. Un talento hist¨®rico al que se le caen los puntos, sin reparos en demostrar su calidad noche tras noche y hacer cosas extraordinarias en pista sin apenas esfuerzo. Nadie ha anotado tanto con tanta facilidad, ha levitado por la pista sin sudar y ha tenido actuaciones memorables, para el recuerdo, como si nada. Pero todo lo que ha demostrado en una cancha de baloncesto ha sido inversamente proporcional a su cuestionable comportamiento, a su falta de adaptaci¨®n, a su mala cabeza. Se fue de los Thunder con un abandon¨® a Westbrook que escoci¨® en Oklahoma, convirtiendo la narrativa en sencilla y culpando de todo a un jugador que gan¨® dos anillos en los siguientes dos a?os, antes de tambi¨¦n enfadarse en el bien organizado organigrama de los Warriors, pelearse con Draymond Green y abandonando el barco con una lesi¨®n de Aquiles en las Finales de 2019, con ca¨ªda ante los Raptors.
Durant lleg¨® a los Nets para liderar un proyecto en solitario que no ha llegado ni siquiera a unas finales de Conferencia. Una sola ronda de playoffs superada en tres a?os, el despido de Kenny Atkinson por su acci¨®n, junto a la de Kyrie Irving, en bambalinas y una petici¨®n de traspaso que recuerda que a la estrella no le gusta nada ni nadie. Ni un proyecto en torno a su persona (Thunder), una dinast¨ªa hist¨®rica (Warriors) o un equipo que hace todo lo que ¨¦l dice (Kyrie). Todo lo que le rodea respecto al devenir de la franquicia parece malo y su posici¨®n, siempre de perfil, en el tema Kyrie y todo lo que ello supone le ha generado muchas cr¨ªticas. Con 35 a?os ha encontrado algo de paz en los Suns, que han juntado mucho talento en la plantilla (Devin Booker y Bradley Beal) para intentar ganar un nuevo anillo, que ser¨ªa el tercero en su cuenta particular. En su legado, gente adelant¨¢ndole por la derecha y una carrera por encima de la de Westbrook y Harden, pero inferior a la de otros que aspiraba a superar. Mala cosa.
El tr¨ªo original del proyecto de los Thunder que se iba a convertir en dinast¨ªa amasa, de forma combinada, 32 All Stars, tres MVPs de la temporada, 8 t¨ªtulos a M¨¢ximo Anotador, 4 a M¨¢ximo Asistente, m¨¢s de 70.000 puntos, m¨¢s de 15.000 rebotes, m¨¢s de 15.000 asistencias, 279 triples-dobles, casi 3.000 partidos y casi 1.000 millones en contratos. Tambi¨¦n, claro, los dos anillos con sus consiguientes MVPs de las Finales. Pero, sobre todo, lo que ha amasado el tr¨ªo que se iba a comer el mundo es una reputaci¨®n horrorosa, malas relaciones con compa?eros y el legado de tres productos t¨®xicos que podr¨ªan haber sido mucho m¨¢s de lo que hoy son. Tres hombres que siguen intentando emerger y que todav¨ªa consiguen producir, pero que no parece que vayan a ganar alg¨²n campeonato antes de retirarse y que tienen muy lejos la reconciliaci¨®n con la opini¨®n p¨²blica, ese lugar en el que se ganan y se ganan y se pierden las batallas que deciden las guerras. Y Kevin Durant, James Harden y Russell Westbrook han perdido esa guerra. Y de qu¨¦ manera.
Los nuevos Thunder
Muchos a?os despu¨¦s, los Thunder han vuelto a emerger. Lo han hecho tras muchas temporadas en el dique seco, con Sam Presti acumulando rondas del draft sin pudor, como si le fuera la vida en ello. Pero ha dado resultado: tras una acumulaci¨®n casi bochornosa de r¨¦cords negativos y tres ausencias consecutivas en playoffs. Las dos primeras, con 22 y 24 victorias respectivamente, pero el curso pasado llegando al play in y visualizando la esperanza. De repente, se ve¨ªan brotes verdes, motivos para la esperanza. Y, posteriormente, la explosi¨®n definitiva: han llegado a las 56 victorias,16 m¨¢s que la temporada anterior, que a su vez son 32 m¨¢s que hace dos, vivan las casualidades. Van a terminar con el primer r¨¦cord positivo desde la salida de Westbrook. Y han quedado en el primer puesto de la Conferencia Oeste, palabras mayores contra equipos muy competitivos y una posici¨®n que no lograban ocupar desde la 2012-13.
En la 2011-12 y en la 2013-14 quedaron segundos, mientras que en la 2015-16 se hicieron con el tercer puesto. Han quedado en el p¨®dium por primera vez que lo logren desde los tiempos del ansiado anillo que nunca lleg¨®. Y lo hacen de forma brutal: con un equipo joven, el m¨¢s precoz de la NBA junto a los Spurs (23,2 a?os de media), pero con la diferencia de que unos han quedado ¨²ltimos y ellos primeros, siendo el equipo m¨¢s joven en conseguir acceder a dicha posici¨®n... desde ellos mismos, con Durant y compa?¨ªa. Con el mejor ataque del Oeste y el tercero mejor de la NBA (m¨¢s de 120 puntos por noche). Y ocupando la segunda posici¨®n en porcentaje de tiros de campo, la primera en porcentaje de triples, la primera en porcentaje de tiros libres y siendo los terceros que m¨¢s balones roban y los primeros que m¨¢s tapones ponen.
Esto es motivado por la irrupci¨®n de Chet Holmgren, que se lesion¨® al inicio de la pasada pretemporada y est¨¢, por lo tanto, disputando su a?o rookie en esta. El otro unicornio promedia 17,1 puntos, 7,7 rebotes y 2,6 tapones. Sostiene la zona con su intimidaci¨®n y aporta en ataque mientras es rodeado por una plantilla joven, pero muy seria: Jalen Williams, Josh Giddey, o Luguentz Dort aportan f¨ªsico y velocidad. Todo ello bajo la atenta mirada de Mark Daigneault, que en su cuarta temporada empieza a sacar lo mejor del equipo y a soltarse. Sam Presti ha convertido la paciencia en una virtud y ha esperado a que todo funcionara, sin culpar al t¨¦cnico de los malos resultados de sus dos primeros a?os y sabiendo que el futuro era de los Thunder.
Entre otras cosas, porque el epicentro del proyecto es un genio llamado Shai Gilgeous-Alexander. El base, en el mejor momento de su carrera, ya fue quinto en la votaci¨®n para el MVP el curso pasado, adem¨¢s de figurar en el Mejor Quinteto, un honor que repetir¨¢ este a?o, como ya ha hecho con el All Star. Un t¨ªo mol¨®n, muy fiable en el cluth y que es una de las principales estrellas de la NBA. Y que promedia 31,2 puntos, 5,5 rebotes, 6,6 asistencias, 2,1 robos (l¨ªder de la NBA en este apartado) y 0,9 tapones, adem¨¢s de lanzar con casi el 55% en tiros de campo (algo incre¨ªble para su inabarcable rango de tiro), un 38% en triples y un 88% en tiros libres. Ya no son el equipo de Durant, Westbrook o Harden. Ahora son el de Shai. Pero, ante todo, son los Thunder. Que han vuelto. Y no lo han hecho para estar de paso. Lo han hecho para quedarse.