Ni pa'lante ni pa'tras . Es la direcci¨®n que llevan unos Celtics sin rumbo, estancados, que han tenido cambios estructurales pero no formales y que siguen buscando ese orgullo verde perdido del que hicieron gala tiempo atr¨¢s. Cada vez, y ese es el problema, m¨¢s tiempo atr¨¢s . Se acumulan las temporadas sin t¨ªtulos, tambi¨¦n sin Finales , y el equipo bostoniano, con 17 t¨ªtulos en su haber, parece m¨¢s cerca de perder su eterna hegemon¨ªa hist¨®rica que de recuperarla. En otras palabras: son los Lakers los que, al menos de forma aparente, optan de forma m¨¢s clara al n¨²mero 18. Y no los Celtics, que han tenido cambios en la directiva y en los banquillos y que est¨¢n en plena ¨¦poca de transformaci¨®n, pero no de evoluci¨®n; ni de involuci¨®n, claro. La sensaci¨®n en estos momentos es que los verdes est¨¢n igual que el a?o pasado . Y que el anterior, y el anterior, y el anterior ... Porque s¨ª, pueden meter mano en el Este y disputar esas finales de Conferencia que han sido el tope del proyecto y la maldici¨®n de Stevens. Pero tambi¨¦n pueden hundirse como el a?o pasado, quedarse en primera ronda y decir adi¨®s a unas opciones que no est¨¢n muy claras.
La derrota ante los Nets en primera ronda, cr¨®nica de una muerte anunciada, abri¨® de bruces la puerta a los cambios . As¨ª, en cursiva , ya que parece una palabra que la franquicia repudia. La cultura de los Celtics siempre ha estado relacionada con los proyectos a largo plazo , el respeto a los jugadores hist¨®ricos y el potenciamiento de entrenadores que han tenido, en general, una conexi¨®n enorme con la afici¨®n y la cultura de la entidad. Sin embargo, las cosas han cambiado en Boston y da la sensaci¨®n de que el equipo no ha sabido adaptarse a su nueva realidad. Una que les ha dado un anillo en 35 a?os, pero tambi¨¦n que ha visto c¨®mo su afici¨®n se aburguesaba por la subida de precios de sus entradas y que la forma de hacer las cosas del pasado no tienen cabida en una NBA cambiante , con el jugador empoderado, un estilo predominante distinto al practicado en los d¨ªas de gloria de los Celtics y un funcionamiento interno radicalmente distinto al que se practicaba entonces.
A los Celtics, pr¨¢cticamente desde la retirada de Larry Bird, les ha costado mucho adaptarse, cambiar, avanzar, evolucionar. Han seguido la misma t¨®nica y han respetado sus proyectos de forma constante , pero lo que les convirti¨® en el equipo m¨¢s ganador de la historia en el pasado, les ha pasado factura en eel presente. Ainge sustituy¨® a Red Auerbach, pero sigui¨® con las costumbres del maestro y no dej¨® una nueva impronta. Mantener a Doc Rivers fue, en ¨²ltima instancia, un acierto que report¨® a la franquicia su ¨²ltimo anillo, hace ya 13 a?os, pero se mantuvo a una plantilla veterana durante demasiado tiempo y cuando ya no hab¨ªa opciones de repetir campeonato. Y m¨¢s de lo mismo con Brad Stevens, que ha estado ocho temporadas , pero ha ido para abajo en las ¨²ltimas, con el equipo necesitado de un nuevo discurso, peleas internas y la directiva desmadejada y sin soluciones.
Desde el anillo de 2008, los Celtics han llegado a unas Finales y otras cuatro finales de Conferencia. Han sido candidatos y favoritos. Pero el conservadurismo de Ainge en el mercado ha acabado por destrozar al equipo de cara a la opini¨®n p¨²blica y a la propia afici¨®n verde, cansada de copar titulares con rumores y no con hechos, de no dar un golpe de efecto en el mercado. De insistir en resistir e ignorar las posibilidades de cambio. Y al final, Stevens ha rechazado su regreso a la Universidad de Indiana y ha ocupado el lugar de Ainge, pero no ha cambiado especialmente la forma de hacer las cosas. Y s¨ª, acaba de empezar en el cargo, pero ha recuperado a una vieja gloria como Al Horford (que se fue con casi 33 a?os y vuelve con 35), ha acabado con fails recientes como Tristan Thompson y ha blindado a Marcus Smart, un h¨¦roe para el p¨²blico. Aparentemente, poca cosa. Tambi¨¦n si incluimos a Udoka, como nuevo entrenador, en la ecuaci¨®n.
?Y ahora qu¨¦? Cuesta pensar que lo (poco) que ha hecho Stevens vaya a cambiar la din¨¢mica de los Celtics. El regreso de un Horford envejecido no resuelve el problema interior que han arrastrado desde, precisamente, su salida; el nuevo entrenador, negro por petici¨®n de la plantilla (hay que tener contentos a los jugadores) despu¨¦s de que sonara Becky Hammond (otra vez ), no tiene casi experiencia y es una inc¨®gnita supina. Adem¨¢s, han perdido a Evan Fournier, una de las pocas llegadas de los ¨²ltimos tiempos, y la ristra de intocables que manejaba Ainge no ha cambiado: el equipo, que se deber¨ªa construir en torno a Tatum, no deja de ser el que era el a?o pasado, con Jaylen Brown, Robert y Grant Williams, un Marcus Smart que ha renovado por 4 a?os y 77 millones de d¨®lares (?demasiado?) y los que ya conocemos: Pritchard, Robert Williams, Edwards... Llegan Dunn y Josh Richardson, mientras que Bruno Fernando ser¨¢ un apoyo interior junto a Horford y Enes Kanter, que vuelve a los Celtics para divertir y atacar (lo de defender ya, tal...), y Dennis Schr?der es un premio menor, pero conseguido con solo 5 millones de d¨®lares por culpa , principalmente, del ego del jugador. Pero un fichaje de cierta sorna si tenemos en cuenta que un hombre tan querido por los verdes como Rajon Rondo, ha vuelto a unos Lakers con los que ya conquist¨® el anillo (otra pu?alada) en 2020.
Y todo ello, sin contar que en la Conferencia Este las cosas s¨ª han cambiado. El proyecto, desmadejado tras el paso de Kyrie Irving (hoy fuera del equipo) y su inexplicable comportamiento, no ha levantado cabeza desde entonces, y la pr¨®rroga ante los Heat en la burbuja de Orlando lleg¨® hasta ah¨ª sin, otra vez, ning¨²n tipo de cambio alrededor. Fue entonces, en Florida, donde Smart se enfad¨® con Hayward (tambi¨¦n fuera del equipo) , Stevens perdi¨® la voz cantante y la qu¨ªmica, esa que siempre ha caracterizado a los hist¨®ricos Celtics, se resquebraj¨®. Y, en todo ese proceso, los Sixers son los eternos candidatos sin premio, los Hawks han espabilado con McMillan y el despertar definitivo de Trae Young, Milwaukee es el centro del mundo, Giannis Antetokounmpo el rey de la NBA y los Nets, ese superequipo dispuesto a acabar con todo y con todos. Ese que se carg¨® a los Celtics en primera ronda en una eliminatoria de f¨¢cil predicci¨®n. Con Kyrie delante, una de las muchas iron¨ªas de la mejor Liga del mundo.
Tatum da para lo que da y muchas cosas depender¨¢n de su nivel: m¨¢s de 26 puntos por partido el a?o pasado, una capacidad para el rebote consolidada, un pase adelante en el pase y una buena solidez defensiva que se tradujo en una exhibici¨®n de 50 puntos en playoffs, en la ¨²nica victoria que los Celtics pudieron rascar a los Nets . Y s¨ª, Jaylen Brown es muy bueno, a Smart le quiere todo el mundo (o no le quiere nadie, depende a qui¨¦n preguntes), Horford puede dar algo de lo que dio en su d¨ªa, ha habido alguna incorporaci¨®n y el banquillo cuenta con una nueva cara y una nueva voz. Pero, en esencia, da la sensaci¨®n de que los Celtics no han cambiado nada. Su base es la misma, su estructura tambi¨¦n y su filosof¨ªa, quiz¨¢ anacr¨®nica, se sustenta en lo que en su d¨ªa fue Auerbach y luego imit¨® Danny Ainge. Ahora, solo falta por ver c¨®mo se le da la cosa a un equipo joven, pero a un proyecto que ya no lo es tanto. El orgullo celtic , perdido en el firmamento, espera ansioso a que su due?o vuelva a reclamarlo . De momento, ni pa'lante ni pa'tras . El equipo, estancado, busca su sitio en una NBA que no espera a nadie. Ni siquiera a los Celtics .