Tatum, el orgullo perdido y los Celtics 2021-22: ?y ahora qu¨¦?
Ainge dice adi¨®s, Stevens cambia banquillos por despachos, Udoka coge las riendas... y la plantilla, una vez m¨¢s, no cambia. Los Celtics, en tierra de nadie.


Ni pa'lante ni pa'tras. Es la direcci¨®n que llevan unos Celtics sin rumbo, estancados, que han tenido cambios estructurales pero no formales y que siguen buscando ese orgullo verde perdido del que hicieron gala tiempo atr¨¢s. Cada vez, y ese es el problema, m¨¢s tiempo atr¨¢s. Se acumulan las temporadas sin t¨ªtulos, tambi¨¦n sin Finales, y el equipo bostoniano, con 17 t¨ªtulos en su haber, parece m¨¢s cerca de perder su eterna hegemon¨ªa hist¨®rica que de recuperarla. En otras palabras: son los Lakers los que, al menos de forma aparente, optan de forma m¨¢s clara al n¨²mero 18. Y no los Celtics, que han tenido cambios en la directiva y en los banquillos y que est¨¢n en plena ¨¦poca de transformaci¨®n, pero no de evoluci¨®n; ni de involuci¨®n, claro. La sensaci¨®n en estos momentos es que los verdes est¨¢n igual que el a?o pasado. Y que el anterior, y el anterior, y el anterior... Porque s¨ª, pueden meter mano en el Este y disputar esas finales de Conferencia que han sido el tope del proyecto y la maldici¨®n de Stevens. Pero tambi¨¦n pueden hundirse como el a?o pasado, quedarse en primera ronda y decir adi¨®s a unas opciones que no est¨¢n muy claras.
La derrota ante los Nets en primera ronda, cr¨®nica de una muerte anunciada, abri¨® de bruces la puerta a los cambios. As¨ª, en cursiva, ya que parece una palabra que la franquicia repudia. La cultura de los Celtics siempre ha estado relacionada con los proyectos a largo plazo, el respeto a los jugadores hist¨®ricos y el potenciamiento de entrenadores que han tenido, en general, una conexi¨®n enorme con la afici¨®n y la cultura de la entidad. Sin embargo, las cosas han cambiado en Boston y da la sensaci¨®n de que el equipo no ha sabido adaptarse a su nueva realidad. Una que les ha dado un anillo en 35 a?os, pero tambi¨¦n que ha visto c¨®mo su afici¨®n se aburguesaba por la subida de precios de sus entradas y que la forma de hacer las cosas del pasado no tienen cabida en una NBA cambiante, con el jugador empoderado, un estilo predominante distinto al practicado en los d¨ªas de gloria de los Celtics y un funcionamiento interno radicalmente distinto al que se practicaba entonces.
A los Celtics, pr¨¢cticamente desde la retirada de Larry Bird, les ha costado mucho adaptarse, cambiar, avanzar, evolucionar. Han seguido la misma t¨®nica y han respetado sus proyectos de forma constante, pero lo que les convirti¨® en el equipo m¨¢s ganador de la historia en el pasado, les ha pasado factura en eel presente. Ainge sustituy¨® a Red Auerbach, pero sigui¨® con las costumbres del maestro y no dej¨® una nueva impronta. Mantener a Doc Rivers fue, en ¨²ltima instancia, un acierto que report¨® a la franquicia su ¨²ltimo anillo, hace ya 13 a?os, pero se mantuvo a una plantilla veterana durante demasiado tiempo y cuando ya no hab¨ªa opciones de repetir campeonato. Y m¨¢s de lo mismo con Brad Stevens, que ha estado ocho temporadas, pero ha ido para abajo en las ¨²ltimas, con el equipo necesitado de un nuevo discurso, peleas internas y la directiva desmadejada y sin soluciones.
Desde el anillo de 2008, los Celtics han llegado a unas Finales y otras cuatro finales de Conferencia. Han sido candidatos y favoritos. Pero el conservadurismo de Ainge en el mercado ha acabado por destrozar al equipo de cara a la opini¨®n p¨²blica y a la propia afici¨®n verde, cansada de copar titulares con rumores y no con hechos, de no dar un golpe de efecto en el mercado. De insistir en resistir e ignorar las posibilidades de cambio. Y al final, Stevens ha rechazado su regreso a la Universidad de Indiana y ha ocupado el lugar de Ainge, pero no ha cambiado especialmente la forma de hacer las cosas. Y s¨ª, acaba de empezar en el cargo, pero ha recuperado a una vieja gloria como Al Horford (que se fue con casi 33 a?os y vuelve con 35), ha acabado con fails recientes como Tristan Thompson y ha blindado a Marcus Smart, un h¨¦roe para el p¨²blico. Aparentemente, poca cosa. Tambi¨¦n si incluimos a Udoka, como nuevo entrenador, en la ecuaci¨®n.
?Y ahora qu¨¦?
Cuesta pensar que lo (poco) que ha hecho Stevens vaya a cambiar la din¨¢mica de los Celtics. El regreso de un Horford envejecido no resuelve el problema interior que han arrastrado desde, precisamente, su salida; el nuevo entrenador, negro por petici¨®n de la plantilla (hay que tener contentos a los jugadores) despu¨¦s de que sonara Becky Hammond (otra vez), no tiene casi experiencia y es una inc¨®gnita supina. Adem¨¢s, han perdido a Evan Fournier, una de las pocas llegadas de los ¨²ltimos tiempos, y la ristra de intocables que manejaba Ainge no ha cambiado: el equipo, que se deber¨ªa construir en torno a Tatum, no deja de ser el que era el a?o pasado, con Jaylen Brown, Robert y Grant Williams, un Marcus Smart que ha renovado por 4 a?os y 77 millones de d¨®lares (?demasiado?) y los que ya conocemos: Pritchard, Robert Williams, Edwards... Llegan Dunn y Josh Richardson, mientras que Bruno Fernando ser¨¢ un apoyo interior junto a Horford y Enes Kanter, que vuelve a los Celtics para divertir y atacar (lo de defender ya, tal...), y Dennis Schr?der es un premio menor, pero conseguido con solo 5 millones de d¨®lares por culpa, principalmente, del ego del jugador. Pero un fichaje de cierta sorna si tenemos en cuenta que un hombre tan querido por los verdes como Rajon Rondo, ha vuelto a unos Lakers con los que ya conquist¨® el anillo (otra pu?alada) en 2020.
Y todo ello, sin contar que en la Conferencia Este las cosas s¨ª han cambiado. El proyecto, desmadejado tras el paso de Kyrie Irving (hoy fuera del equipo) y su inexplicable comportamiento, no ha levantado cabeza desde entonces, y la pr¨®rroga ante los Heat en la burbuja de Orlando lleg¨® hasta ah¨ª sin, otra vez, ning¨²n tipo de cambio alrededor. Fue entonces, en Florida, donde Smart se enfad¨® con Hayward (tambi¨¦n fuera del equipo), Stevens perdi¨® la voz cantante y la qu¨ªmica, esa que siempre ha caracterizado a los hist¨®ricos Celtics, se resquebraj¨®. Y, en todo ese proceso, los Sixers son los eternos candidatos sin premio, los Hawks han espabilado con McMillan y el despertar definitivo de Trae Young, Milwaukee es el centro del mundo, Giannis Antetokounmpo el rey de la NBA y los Nets, ese superequipo dispuesto a acabar con todo y con todos. Ese que se carg¨® a los Celtics en primera ronda en una eliminatoria de f¨¢cil predicci¨®n. Con Kyrie delante, una de las muchas iron¨ªas de la mejor Liga del mundo.
Tatum da para lo que da y muchas cosas depender¨¢n de su nivel: m¨¢s de 26 puntos por partido el a?o pasado, una capacidad para el rebote consolidada, un pase adelante en el pase y una buena solidez defensiva que se tradujo en una exhibici¨®n de 50 puntos en playoffs, en la ¨²nica victoria que los Celtics pudieron rascar a los Nets. Y s¨ª, Jaylen Brown es muy bueno, a Smart le quiere todo el mundo (o no le quiere nadie, depende a qui¨¦n preguntes), Horford puede dar algo de lo que dio en su d¨ªa, ha habido alguna incorporaci¨®n y el banquillo cuenta con una nueva cara y una nueva voz. Pero, en esencia, da la sensaci¨®n de que los Celtics no han cambiado nada. Su base es la misma, su estructura tambi¨¦n y su filosof¨ªa, quiz¨¢ anacr¨®nica, se sustenta en lo que en su d¨ªa fue Auerbach y luego imit¨® Danny Ainge. Ahora, solo falta por ver c¨®mo se le da la cosa a un equipo joven, pero a un proyecto que ya no lo es tanto. El orgullo celtic, perdido en el firmamento, espera ansioso a que su due?o vuelva a reclamarlo. De momento, ni pa'lante ni pa'tras. El equipo, estancado, busca su sitio en una NBA que no espera a nadie. Ni siquiera a los Celtics.