Arden los Pelicans: el entorno de Zion quiere que salga del equipo
Seg¨²n ha revelado Shams Charania, los problemas de Zion Williamson con la organizaci¨®n son un hecho y la familia del jugador le quiere fuera de Nueva Orleans.
Los Pelicans tienen problemas. Estructurales, deportivos y de todos los colores. Nada ni nadie es capaz de sostener un proyecto que no parece tal y que va dejando una ristra incontenible de cad¨¢veres desde que Anthony Davis hizo las maletas y puso rumbo a Los Angeles. El flamante fichaje David Griffin, que sustituy¨® al denostado Dell Demps y cerr¨® el fichaje que su predecesor no hab¨ªa conseguido concluir. Y lo que parec¨ªa una buena horda de j¨®venes talentos se ha quedado en nada, primero con Alvin Gentry y despu¨¦s con Stan Van Gundy. Y, entre medias, la llegada de un Zion Williamson que, en teor¨ªa, llegaba para cambiarlo todo, pero se ha visto inmerso en un desastre de dimensiones ¨¦picas, propio de una organizaci¨®n que no tiene un plan claro para el futuro, y cuyo pasado apenas abarca, en Nueva Orleans, y como los Pelicans, ocho a?os de existencia y dos ef¨ªmeras participaciones en playoffs (20115 y 2018).
Los ¨²ltimos d¨ªas han precipitado los acontecimientos. Stan Van Gundy era despedido tras solo un a?o en el cargo y tres m¨¢s de contrato por delante; y todo, semanas despu¨¦s de las declaraciones p¨²blicas de Zion al concluir la regular season sin ni siquiera disputar el play-in, esas en las que dijo lo decepcionado que estaba. Muchos analistas han advertido que la paciencia de la estrella es finita, y las sonrisas del propio jugador cuando le preguntaban sobre Nueva York en su primer partido all¨ª y ¨¦l contestaba eso de que la Gran Manzana era "la meca del baloncesto". Zion ha promediado 27 puntos, m¨¢s de 7 rebotes y 3,7 asistencias este curso, en el que ha disputado su primer All Star. Pero el desastre de la franquicia en pista ha provocado que su impaciencia se acent¨²e.
Seg¨²n ha revelado Sham Charania en un extraordinario art¨ªculo en The Athletic, los problemas ya estaban presentes durante el curso pasado, cuando abandon¨® la burbuja alegando problemas personales sin que su familia ni la franquicia dieran pistas sobre qu¨¦ estaba pasando. El te¨®rico enfado de Williamson provoc¨® que Griffin hiciera cambios con la intenci¨®n de contentarle, y la estrella respondi¨® llegando en una gran forma f¨ªsica al trainning camp. Pero durante el curso, se han filtrado quejas al r¨ªgido estilo de Van Gundy, uno de los movimientos orientados a contentar a Zion. Y no solo se habl¨® del t¨¦cnico, tambi¨¦n de la organizaci¨®n, que a juicio del entorno del jugador, no se comportaba con siguiendo el estatus de estrella que en teor¨ªa le correspond¨ªa.
Los problemas se agravaron durante la temporada, especialmente con el traspaso de JJ Redick, con qui¨¦n Zion ten¨ªa una estrecha relaci¨®n. Este movimiento no gust¨® a la estrella, y su enfado se compatibiliz¨® con m¨¢s problemas con Van Gundy, cuya relaci¨®n con Griffin dejaba mucho que desear. Tampoco los jugadores estaban especialmente contentos, en concreto un Brandon Ingram que quer¨ªa m¨¢s protagonismo en ataque. El apag¨®n de Ingram, que lleg¨® en el traspaso por Anthony Davis, se produjo con la llegada de Zion el a?o pasado y se ha intensificado en el presente. Ni Gentry ni Van Gundy consiguieron encontrar su sitio en el esquema de juego al lado de Zion, que monopolizaba la zona e incluso sub¨ªa el bal¨®n. Ingram fue All Star el a?o pasado, pero en el presente no ha tenido el protagonismo deseado ni ha conseguido ser el jugador cuyo futuro se vislumbraba brillante hace tan solo unos meses.
Un futuro muy incierto
Ahora mismo, no se sabe nada de los Pelicans, menos que no tienen rumbo ni entrenador, que Zion est¨¢ enfadado y que el proyecto, si se puede llamar as¨ª, pende de un hilo. Fred Vinson y Teresa Weatherspoon, asistentes de un Van Gundy que le prometi¨® a su esposa que su ¨²ltimo trabajo ser¨ªan los Pistons y se mud¨® despu¨¦s, con ella, a Nueva Orleans, son dos candidatos para el banquillo. Billups y Jacque Vaughn tambi¨¦n tienen opciones. De momento, esas son las m¨ªnimas pistas para el futuro de la franquicia; a nivel genetal, Rick Carlisle se acaba de quedar sin equipo, la mitad de la NBA est¨¢ sin t¨¦cnico y la locura es el pan de cada d¨ªa de una competici¨®n, la norteamericana, que sufre un rev¨¦s cada d¨ªa, ya sea en forma de una lesi¨®n estelar o de un despido prematuro.
En lo que respecta a los Pelicans, Griffin deber¨¢ decidir qu¨¦ hace con Eric Bledsoe y Steven Adams, que ocupar¨¢n 35 millones de espacio salarial de cara al pr¨®ximo curso. Y tambi¨¦n cu¨¢nto aguanta el experimento de Ingram con un Zion al que deber¨¢n contentar para no sufrir los vaivenes de la era del jugador empoderado, y que acabe saliendo de un mercado peque?o y de una franquicia que no levanta cabeza ni ve la luz al final del t¨²nel. Los Pelicans no tienen sentido ni direcci¨®n, ni entrenador ni una composici¨®n estructural que invite al futuro. Y, sobre todo, no tienen contenta a su estrella ni a ese entorno que tantos quebraderos de cabeza ha dado en otros lugares de la NBA. El de Zion, muy familiar, no est¨¢ nada contento en Nueva Orleans, una ciudad que vive de los Saints y de LSU, pero que no tiene ninguna conexi¨®n deportiva ni emocional con una entidad con la que no se ven representados. Tiempo de decisiones en los Pelicans. Y m¨¢s les vale que sean buenas. En esas est¨¢n.