El fin de los Celtics de Stevens, el proyecto que destroz¨® Kyrie
Kyrie lleg¨® para ganar y desmadej¨® la franquicia desde dentro. Tres a?os despu¨¦s, y en un equipo rival, acaba con los Celtics, un proyecto que se queda a medias.


Se acab¨® lo que se daba en Boston. Tras muchas idas y venidas, esperanzas leg¨ªtimas, ¨ªnfulas de grandeza y sue?os de redenci¨®n, se acaba una era en los Celtics. Una peque?a dentro de la historia de uno de los dos equipos por excelencia de la NBA (el otro son los Lakers, por supuesto), pero una importante, al fin y al cabo. Una que empez¨® con un entrenador llegado de la Universidad de Butler y que ha acabado con el susodicho en los despachos, un mito como Danny Ainge rumbo a una clandestinidad eternamente postergada y la sensaci¨®n, antes creciente y ahora notoria, de que ha sido Kyrie Irving, con ayuda de aciertos, errores y horrores, el que puso en jaque un proceso que ha acabado en mate. Nada ni nadie ha sido capaz de salvar los muebles en una temporada aciaga, la ¨²ltima del t¨¦cnico al frente de la franquicia. Y ahora, esa plantilla que lleg¨® justo despu¨¦s de la del big three, la del anillo de 2008, tendr¨¢ que encarar un futuro incierto con la sensaci¨®n de que de los ¨²ltimos ocho a?os, se pueden sacar muchas cosas buenas... si no estuvi¨¦ramos hablando de los Celtics, el equipo de los 17 anillos, pero el de un solo t¨ªtulo en los ¨²ltimos 35 a?os.
La tradici¨®n, la idiosincrasia y la cultura de los Celtics no tiene parang¨®n dentro de la NBA. De los 11 anillos de Bill Russell emergieron los dos de los 70, y de ah¨ª, los tres de los 80, con un mito para Larry Bird que puso rumbo a su Indiana natal tras retirarse como jugador y abandonar un Garden que tiene su camiseta pero no su presencia. De all¨ª precisamente ven¨ªa Stevens, que lider¨® a la Universidad del estado a las dos primeras finales de la NCAA de la historia; y de forma consecutiva. En la primera, cay¨® ante Duke y en la segunda, ante Connecticut. Dos derrotas premonitorias que empezar¨ªan a forjar un legado que incluy¨® entonces dos t¨ªtulos de Entrenador del A?o de la conferencia, y que ahora tiene casi una maldici¨®n: la de llegar casi, casi, casi hasta el ¨¦xito. Y al final, en ese casi, es donde se ha fraguado el fracaso. Porque en la NBA no basta con rozar la gloria, hay que conquistarla. Y tres finales de Conferencia con siete participaciones consecutivas en playoffs son, hay que insistir, un bagaje supremo... en cualquier franquicia que no sean los Celtics, la entidad que ha caminado de la mano del ¨¦xito hasta hace 35 a?os, para luego ser abandonada a su merced por esos t¨ªtulos que siempre, c¨®mo no, son dif¨ªciles de conseguir.. Por mucho que en la prehistoria de la Liga, Bill Russell nos intentara convencer de lo contrario.
Se acaba en los Celtics un proyecto con mimbres, de mirada al futuro, que tiene todav¨ªa recorrido y posibilidades de arreglo, pero que se ha quedado con la miel en los labios, la escopeta cargada y la sed de t¨ªtulos, para nada saciada. Los Celtics eran, y son, una instituci¨®n en la NBA que sufre una crisis pantagru¨¦lica en cuanto a trofeos, pero que ha sobrevivido al paso del tiempo con una tradici¨®n que inici¨® Red Auerbach y continu¨® Danny Ainge: apostar por un mismo bloque y rodearlo de piezas que inviten a la victoria, tener un entrenador a largo plazo, y conectar con el Garden, la pista que ha visto como cambiaba su afici¨®n (la subida de precios), pero que ha hecho fuertes a sus jugadores igualmente con Stevens en el banquillo: 0-2 en 2015, 2-1 en 2016, 5-5 en 2017 y 10-1 en 2018, ese a?o en el que solo LeBron James pudo menoscabar la resistencia de un campo que estaba imbatido hasta que, en el s¨¦ptimo partido, el Rey lo conquist¨® (con 35+15+9...). Incluso en el presente curso, diezmados por todo y por todos, se hicieron fuertes y vencieron su primer partido en casa ante los todopoderosos Nets. Y el a?o pasado, en esa burbuja que lo cambi¨® todo para que no cambiara nada, sufrieron sin ventaja de campo y se quedaron a dos victorias de verse las caras en las Finales con el eterno rival, unos Lakers que prevalecieron e igualaron los 17 t¨ªtulos verdes, para hacer del trono un lugar compartido.
El conservadurismo de Ainge
De fallos menores a aciertos leg¨ªtimos, Danny Ainge ha sido un personaje fundamental en la historia de los Celtics, ya sea compartiendo equipo con esa plantilla liderada por Larry Bird que conquist¨® tres anillos en los 80 (Ainge particip¨® en dos), como asumiendo el papel de cabeza visible de los despachos tras el deterioro f¨ªsico de Auerbach, que le cedi¨® los mandos en 2003 y falleci¨® tres a?os despu¨¦s, uno antes del mayor ¨¦xito de Ainge como directivo: fue ¨¦l la persona que consigui¨® juntar a uno de los big threes m¨¢s ic¨®nicos de siempre (Allen, Pierce y Garnett), apostar por una cultura continuista a pesar de una temporada catastr¨®fica (aguant¨® a Doc Rivers, que ven¨ªa de conseguir 33 y 24 victorias en los dos ¨²ltimos cursos, y le convirti¨® en el entrenador del Ubuntu y del anillo de 2008), y tener un compromiso casi social con un grupo envejecido al que solo accedi¨® a traspasar en 2013, cuando no le qued¨® m¨¢s remedio que pensar con la cabeza antes que con el coraz¨®n, y aprovechar las prisas y la avaricia de un hombre de apellido Projorov para aglutinar rondas del draft de las que ha salido el actual grupo: Tatum, Jaylen Brown, Marcus Smart... Y tambi¨¦n gente que, claro, ya no est¨¢, como Rozier y compa?¨ªa.
Ainge solo cambi¨® su t¨¢ctica para rescatar a Kyrie de las garras de LeBron (o eso se pensaba el base), para que cambiara Ohio por Boston y no encontrara a nadie que frenara su ego tanto como en Cleveland. A ¨¦l y a Gordon Hayward, lesionado en su debut (precisamente ante los Cavs, en 2017) y luego convertido en el ojito derecho de Stevens y la diana de un Marcus Smart que explot¨® contra ¨¦l en la burbuja. Las dos veces que el mandam¨¢s se ha atrevido a dar un paso adelante para convertir un proyecto prometedor en una ganador, se ha dado de bruces contra una realidad inc¨®moda que ha provocado una continuidad exasperante en un conservadurismo que ha acabado siendo su perdici¨®n. Son¨® Anthony Davis sin suerte, los agentes libres cambiaban de equipo sin plantearse una llegada a Massachusetts que nunca se dio, y los mercados invernales acabaron siendo objetos de burla tras rumores constantes que situaban a la mitad de los jugadores en Boston, para luego quedarse con dos palmos de narices.
Lo que riz¨® m¨¢s el rizo fue el fracaso en este ¨²ltimo mercado, posterior a un verano en el que los Celtics pasaron de estar a dos victorias de las Finales a no reforzar el equipo. No lleg¨® en el alero alto ni el p¨ªvot dominante, que ha brillado por su ausencia desde la salida de Al Horford. Y la ristra de intocables se suced¨ªa (Ainge no quer¨ªa traspasar a nadie) mientras se filtraban rumores que situaban la posibilidad de que James Harden habr¨ªa tenido opciones de acabar en el equipo verde. Ainge no quiso negociar para nos traspasar a su plana mayor (demasiado grande en cualquier negociaci¨®n) y todo se qued¨® en nada antes de que la franquicia entrara en la peor parte de la temporada y del proyecto, con el discurso de Stevens desgastado, m¨¢s rumores que le situaban de vuelta en la Universidad de Butler y el propio entrenador quemado desde que en la burbuja pas¨® de ser el heredero de Popovich a, simplemente, un buen entrenador de equipos malos que no pudo con Erik Spoelstra en el momento de la verdad. Por mucho que no hubiera ventaja de campo.
Un futuro incierto
Es dif¨ªcil decir, por mucho que lo miente el titular, que sea el fin de la era Stevens. El t¨¦cnico seguir¨¢ ligado a los Celtics, pero cambia banquillos por despachos sin experiencia previa en ese ¨¢mbito. Ainge dice adi¨®s, a la franquicia de su vida y qui¨¦n sabe si a la NBA, y la tradici¨®n dicta que se inicie un nuevo proyecto continuista con una cultura casi inamovible y sin la que es imposible entender la mejor Liga del mundo. Y aun as¨ª, tampoco ser¨ªa del todo correcto decir que el proyecto que viene sea totalmente nuevo. Tatum, as¨ª debe ser, es ya por derecho propio uno de los mejores jugadores de la competici¨®n norteamericana, y tambi¨¦n la cara de unos Celtics que le mantendr¨¢n a ¨¦l (y a Jaylen Brown, ya veremos si a Marcus Smart), pero que deber¨¢ hacer una nueva remodelaci¨®n. Primero con el puesto de entrenador, para el que no hay pistas m¨¢s all¨¢ de las t¨ªpicas: el paso que todav¨ªa no ha dado Becky Hammon, un Jason Kidd (incomprensiblemente) siempre en las quinielas, y muchos nombres sin concreci¨®n alguna, m¨¢s all¨¢ del rumor de que se quiere fichar a un entrenador negro.
Segundo, haciendo en los despachos lo que Ainge no quiso o no pudo hacer, conseguir ese p¨ªvot que nunca llega, ese alero que tampoco y esa horda de jugadores que rodeen a Tatum m¨¢s all¨¢ de los esas llegadas que no han funcionado del todo, Kemba Walker a la cabeza (a Jeff Teague, ya fuera del equipo, mejor ni le mencionamos). Carsen Edwards, Pitchard, Edwards, Neismith y compa?¨ªa pueden ser la joya del futuro o material de traspaso, y la otra cosa que queda por descubrir ser¨¢ el intrusismo de Stevens en la t¨¢ctica (a modo de Riley en los Heat con Spoelstra, sobre todo en los inicios) o si habr¨¢ una total independencia entre banquillos y despachos. Eso, y si los Celtics basar¨¢n este a?o en un mero bache y se situar¨¢n como el equipo del futuro pr¨®ximo del Este, o tendr¨¢n que empezar casi de cero y buscar el ¨¦xito a largo plazo en una Conferencia en la que, recordemos, triunfar es m¨¢s f¨¢cil que en el Oeste, un hecho que ahonda (por desgracia para ellos) m¨¢s en la herida.
Los Celtics se van al rinc¨®n de pensar con decisiones ya tomadas y otras por tomar, con el proyecto en jaque y el amargo recuerdo de un hombre llamado Kyrie. Con lo que pudo ser y no fue, pero todav¨ªa puede hacerse posible. Y con una tradici¨®n que abarca 17 anillos, a Bill Russell, a Larry Bird, el recuerdo del big three y ahora, una crisis de identidad que deber¨¢n resolver con presteza para no perder del todo el nombre que les identifica y la cultura que les hizo convertirse en la entidad deportiva m¨¢s grande de todos los tiempos. Tiempo de reflexi¨®n, de cambios y de muchas cosas por hacer en los Celtics, donde Steves seguir¨¢ teniendo un papel fundamental, Tatum ser¨¢ el rostro del un nuevo proyecto que no lo es tanto y el recuerdo de Kyrie una espina que quitarse ante tiempos futuros que se esperan mejores. A los Celtics les toca mover ficha y cambiar una din¨¢mica preocupante. Y tienen mimbres para ellos. El resto, ya lo veremos. De momento, lo que han descubierto es lo que a inicios de su existencia hicieron parecer sencillo, pero que al final, antes o despu¨¦s, todo el mundo aprende en la NBA: ganar no es f¨¢cil. Nunca lo es.