Harden y su salida de Houston: "Hice lo que ten¨ªa que hacer"
El escolta, ahora en los Nets, no sali¨® de Houston de la mejor manera y se disculpa, pero justifica su actitud: "No me gusta como se desarrollaron los dos ¨²ltimos meses".
La salida de James Harden de los Rockets sigue coleando. No pod¨ªa ser de otra manera, si tenemos en cuenta el fondo y la forma en la que se desarroll¨® una situaci¨®n irresoluble y que era imposible que acabara de otra manera. El escolta sali¨® por la puerta de atr¨¢s de una franquicia a la que se lo hab¨ªa dado casi todo y que, claro, se lo hab¨ªa dado todo. Creando un sistema que monopoliz¨® en demas¨ªa, fichando jugadores (Howard, Chris Paul, Westbrook), que han acabado mal en su totalidad con el escolta y haciendo un intento para conquistar el anillo que ha durado una d¨¦cada en la que no han llegado ni a las Finales. La Barba, ese apodo dado a uno de los mayores talentos ofensivos de la historia (y esto es algo objetivo), forz¨® su traspaso mostrando el en¨¦simo ejemplo de la era de los jugadores empoderados y cambi¨® de aires para buscar un anillo que, con 31 a?os y m¨¢s de 135 millones garantizados (los Rockets le llegaron a ofrecer una renovaci¨®n de dos a?os por m¨¢s de 100 millones de d¨®lares), se antoja necesario para poner el broche de oro a una carrera a la que le sigue faltando algo. Y lo buscar¨¢ en Nueva York, concretamente en Brooklyn, en ese superequipo (otro m¨¢s) en el que buscar¨¢ un sue?o imposible y pelear¨¢ dentro de un proyecto que puede acabar en ¨¦xito o en fracaso. Anillo o nada. En ese cas,o, no hay puntos intermedios.
La estrella, que promedia, 23,3 puntos,? 8,2 rebotes y 11,3 asistencias desde que aterriz¨® en su nuevo destino, se sigue intentando adaptar a un sistema en el que hay tres jugadores que necesitan desesperadamente el bal¨®n. Ejerce de playmaker aunque no es su posici¨®n natural, distribuye y da la sensaci¨®n de intentar ayudar, pero su equipo no arranca (15-12 de balance) por mucho que vaya tercero de la Conferencia Este en una NBA en la que nadie parece estar bien, pandemia mediante. Recientemente, le preguntaron por su salida de los Rockets, algo de lo que habl¨® sin tapujos. Harden se ha disculpado por las formas, pero ha justificado su actitud, esa en la que aseguraba que la situaci¨®n era irresoluble mientras intentaba llegar a un destino que correspondiera a sus deseos de anillo. All¨ª, en Brooklyn, se ha reunido con Kevin Durant, el que fuera su compa?ero en los Thunder que llegaron a las Finales de 2012 (4-1 contra los Heat y primer anillo de LeBron). Y lo ha hecho un a?o despu¨¦s de compartir vestuario con Russell Westbrook, el hombre que completaba un tr¨ªo que se disolvi¨® y que ha acabado, m¨¢s all¨¢ del mencionado Durant, sin anillos. Eso s¨ª, la reputaci¨®n precede a un big three que no lo fue tanto en su d¨ªa y que ha primado la individualidad a la colectividad, la gloria personal al compa?erismo y, en ¨²ltima instancia, los delirios de grandeza conta la grandeza propia, esa que te dan los t¨ªtulos y no tanto los n¨²meros (que tambi¨¦n).
"Hice lo que ten¨ªa que hacer", ha asegurado el escolta, que ha entonado solo a medias el mea culpa. "Termin¨® de la manera correcta", ha dicho, adem¨¢s de mostrar su descontento por c¨®mo se desarrollaron sus dos ¨²ltimso meses en una ciudad en la que ha pasado casi una d¨¦cada pero en la que no ha dado opci¨®n ni a John Wall, Christian Wood o DeMarcus Cousins, tres compa?eros fichados para contentarle pero con los que no se conform¨® en ning¨²n momento. Las salidas de Daryl Morey, el hacedor del proyecto desde los despachos, y de Mike D'Antoni (segundo de Steve Nash en los Nets, donde se ha reunido con el propio Harden), su continuaci¨®n en los banquillos, dej¨® cantada una situaci¨®n que se resolvi¨® de forma fea y con La Barba diciendo adi¨®s de la peor manera posible en un final que estaba escrito y por el que todo el mundo apostaba. Harden, que ha tenido alguna culpa (¨¦tica de trabajo, cuidado de su cuerpo, falta de liderazgo tras las derrotas....) de los desmanes de la que ha sido su franquicia durante mucho tiempo, no quiso entrar a valorar sus propias acciones y tir¨® balones fuera, un comportamiento que no ha gustado demasiado a sus antiguos compa?eros ni a su otrora franquicia, que ha mejorado desde su salida y ha alcanzado mejores n¨²meros, gracias en parte al trabajo de su nuevo entrenador, Stephen Silas, que no disimul¨® en ning¨²n momento su descontento con el escolta.
Tras el sainete, solo falta por saber c¨®mo acabar¨¢ la historia. Los Rockets entran ahora en una fase de reconstrucci¨®n eternamente postergada e intentar¨¢n enderezar, con el tiempo, las consecuencias de la apuesta constante por una estrella que les ha acabado traicionando. La otra cara de la moneda, Harden, buscar¨¢ la gloria en unos Nets que representan a uno de los mayores atractivos de la actual NBA, pero en un proyecto con un talento directamente proporcional a las dudas que genera. Ah¨ª veremos, sobre todo en el momento de la verdad (donde m¨¢s ha fallado el escolta), si estos Nets opositan al anillo o al m¨¢s estrepitoso fracaso. Haden, en la misma entrevista, ha asegurado que le cuesta imaginarse a un equipo que les gane cuatro de siete partidos (lo que dura una serie de playoffs) a una plantilla como la que pertenece. Pero la verdadera competitividad del Este emerge en la fase final, las dudas siempre han pasado factura a la maravillosa mano izquierda de La Barba y el talento, que gana campeonatos, puede sucumbir a otros equipos con una menor cantidad de calidad pero una mayor organizaci¨®n t¨¢ctica. De momento. Harden es de los Nets y los Rockets han dado por finalizada, m¨¢s por obligaci¨®n que por convicci¨®n, una era que ha tenido de todo menos un anillo. El final de la historia, ya lo veremos. Toca esperar.