?Mimbres en los Knicks? Quickley, Thibodeau... y luz en la oscuridad
Al m¨¢s puro estilo Thibodeau, los Knicks est¨¢n en su mejor momento desde la salida de Carmelo, son de las mejores defensas de la NBA y miran con optimismo al futuro.
?Qu¨¦ pasa en los Knicks? O, dicho de otra manera, ?de verdad est¨¢ pasando algo con los Knicks? Cualquiera sabe con una franquicia que vive una de las mayores crisis del siglo XXI en la NBA. Y m¨¢s que por el n¨²mero de derrotas o la cantidad de a?os sin playoffs, es por lo que significa todo eso en uno de los mercados m¨¢s grandes, uno de los equipos m¨¢s glamurosos y una de las zonas m¨¢s emblem¨¢ticas del deporte estadounidense y mundial. Los Knicks no alcanzan la fase final desde el 2013, han tenido siete r¨¦cords negativos en los ¨²ltimos siete a?os, no han pasado de las 40 victorias ni una sola vez (han bajado hasta las 17 en dos ocasiones) y han sido, de forma constante, el hazmerre¨ªr de la NBA. La mala gesti¨®n del taca?o James Dolan ha provocado que pasen por el Madison Square Garden cinco entrenadores desde la salida de Mike Woodson, y la gente solo va a ver los partidos (cuando se pod¨ªa, claro) para salir en televisi¨®n y sentirse parte de la far¨¢ndula neoyorquina, con Spike Lee, acostumbrado a aplaudir rivales m¨¢s que a su propio equipo, a la cabeza.
Entonces, ?hay motivos reales para pensar que los Knicks est¨¢n por el buen camino? De momento, la temporada acaba de empezar y su r¨¦cord es de 10-13 (novenos del Este a medio partido de los Hornets, octavos), pero no se parecen en nada a los Knicks de otras temporadas. Obviamente, no est¨¢n ni cerca de sus a?os de gloria, tan lejanos que ya pocos aficionados recuerdan. Tampoco van a ser un revulsivo en una Conferencia Este m¨¢s competitiva que nunca. Pero est¨¢n en su mejor inicio desde la salida de Carmelo, suman solo 13 victorias menos de las que registraron en todo el curso pasado, y el doble de las conquistadas en los primeros 22 partidos del mismo, cuando David Fidzale fue despedido con un ignominioso balance de 4-18 que no hac¨ªa m¨¢s que constatar que el 17-65 de la 2018-19, era su legado como entrenador y no s¨®lo un s¨ªntoma m¨¢s de una franquicia que se enfrenta a una crisis pantagru¨¦lica.
Ni Fisher o Hornacek tuvieron inicios similares, al margen de Kurt Rambis o Mike Miller, que aterrizaron en el banquillo por el despido a mitad de temporada y por el despido de sus ya mencionados antecesores. Tampoco Mike Woodson, que entren¨® a los Knicks en la 2012-13 y consigui¨® que pasaran de primera ronda por primera vez desde que en el 2000, Jeff Van Gundy colara a los neoyorkinos en unas finales del Este que super¨® en 1999 (como octavo entorchado) y en las que cedi¨® esa misma temporada. Woodson logr¨® la ¨²nica temporada de 50 o m¨¢s victorias de los Knicks precisamente desde el menor de los Van Gundy, y al a?o siguiente hizo la ¨²ltima temporada remotamente digna (si a un 37-45 se le puede considerar como tal), de la franquicia. Y aun as¨ª, el inicio fue radicalmente opuesto al actual, que es de 8-8. Entonces, en los primeros 16 partidos, el desastre alcanzaba niveles desproporcionados: 3-13, peticiones de despido de Woodson y el inicio de la ca¨ªda a los infiernos de un Carmelo Anthony que el a?o anterior se hab¨ªa convertido en un ¨ªdolo del Madison Square Garden, cuando conquist¨® el t¨ªtulo a m¨¢ximo anotador (28,7 puntos por partido). El ¨²ltimo gran h¨¦roe, claro para la parafernalia que tiene el equipo como afici¨®n.
Tom Thibodeau: ?parche o verdadera soluci¨®n?
El puesto de entrenador de los Knicks est¨¢ tan maldito que son muchos los que alzan la voz cada vez que ven a alguien asomarse a ¨¦l. Como si de una advertencia se tratase, todos acaban huyendo despavoridos, en especial una Becky Hammon entrevistada en el pasado para el puesto, pero que decidi¨® ser conservadora con lo que se le pod¨ªa venir encima. Iniciar una carrera como la primera entrenadora de la historia de la NBA en la Gran Manzana es, ojo, un riesgo que nadie est¨¢ dispuesto a asumir (que se lo digan a Derek Fisher, crucificado luego por Phil Jackson). Y hacer historia podr¨ªa ser una sensaci¨®n ef¨ªmera de cara a la galer¨ªa si tenemos en cuenta que una carrera incipiente puede ser mermada empezando en el lugar en el que nadie quiere empezar.
Thibodeau no es precisamente un desconocido en la mejor Liga del mundo. Famoso por ser el asistente defensivo de Doc Rivers, en aquellos Celtics del big three (Garnett-Pierce-Allen) que conquistaron el ¨²nico t¨ªtulo de los Celtics desde Larry Bird, en 2008, fue el encargado de tejer una tela de ara?a llena de constantes ayudas para secar a un Kobe Bryant que promedi¨® 25,7 puntos por partido pero con s¨®lo un 40,5% en tiros. Thibodeau se mantuvo como lugarteniente de Rivers hasta las Finales de 2010, y tras ellas puso rumbo al puesto de primer entrenador con una gran reputaci¨®n como segundo y una aventura incierta pero con tintes optimistas. En los Bulls, las finales del Este en 2011 con Derrick Rose (MVP aquella temporada) como basti¨®n supieron a poco, y las conclusiones, debido a las constantes lesiones de su estrella, fueron imposibles de sacar.
Eso s¨ª, tanto en Chicago como en su tumultuosa aventura en los Wolves, dej¨® claras las l¨ªneas de su hoy consabido estilo: defensa, disciplina, muchos minutos para los titulares y una f¨¦rrea gesti¨®n de un juego siempre esquematizado, no muy org¨¢nico y a veces efectivo, otras efectista. Thibodeau se forj¨® un nombre en los Bulls y llev¨®, con muchos problemas, a los playoffs a Minnesota por primera (y ¨²ltima) vez desde 2004. Y dej¨® claro que era bueno para la gesti¨®n de los j¨®venes y que provocaba obediencia con su mera presencia, al menos en los casos en los que la locura (Wiggins y Towns, con Butler emergiendo m¨¢s como problema que como soluci¨®n) se apoderaba vital y estructuralmente de una franquicia como son los Wolves, en una crisis pantagru¨¦lica que ¨¦l tampoco pudo solucionar.
Los ?nuevos? Knicks
De momento, la mano de Thibodeau se est¨¢ notando y los Knicks est¨¢n compitiendo y ganando partidos de forma tan inopinada como merecida, aunque tambi¨¦n perdiendo como s¨®lo ellos saben. Eso s¨ª, hay cierta regularidad en su juego y algunos brotes verdes que pueden invitar a un optimismo relativo. Relativo, si tenemos en cuenta los precedentes, evidentemente. De momento, son lo que son: Julius Randle est¨¢ a nivel All Star y promedia 22,6 puntos, 10,9 rebotes y 6 asistencias en casi 37 minutos (otra vez, marca Thibodeau), adem¨¢s de mostrar la primera versi¨®n defensiva decente de toda su carrera. R.J Barret pulula entre el buen juego y los momentos ¨®ptimos (17,8 puntos por noche), Elfryd Payton est¨¢ siendo regular y Mitchell Robinson, sin excederse, hace lo que tiene que hacer (8,9+8,2). Y luego est¨¢ Immanuel Quickley, claro, que elegido en la 25? posici¨®n del draft est¨¢ llamando con fuerza a las puertas de la titularidad, es mol¨®n, un ¨ªdolo en un Madison vac¨ªo (cuando a los aficionados de los Knicks les da por algo...) y un jugador con mimbres que tira mal, pero defiende bien, corre (cuando hay que hacerlo, que con su entrenador es poco) y rentabiliza al m¨¢ximo los 18,5 minutos por partido que pasa en pista. Que empiezan a parecer pocos, por cierto.
Y m¨¢s. Los Knicks reciben solo 104,1 puntos por partido, la mejor defensa de la NBA solo por detr¨¢s de (s¨ª) los Lakers (104,0). Y claro, son los que menos anotan (102,4), pero solo permiten un 43,6% en tiros de campo de sus rivales y, ojo, un 31,4% en triples (el mejor dato de la Liga en ambos apartados) algo impresionante en una era dominada por los mismos. Los neoyorquinos dominan sus partidos neta y completamente desde la defensa (Thibodeau y sus cosas), son el equipo con el pace (ritmo de juego) m¨¢s bajo de la Liga y practican un baloncesto tedioso y aburrido. Pero ganan partidos (10-13 en estos momentos, con victorias sobre rivales de cierta entidad como los Warriors), se aferran a los puestos de playoffs (o de play-in) y tienen m¨¢s motivos para ser optimistas que en las ¨²ltimas ocho temporadas. Claro que, hay que ser prudentes. Lejos quedan esos anillos de los a?os 70, cuando el Madison era el centro del mundo. Y s¨ª, los Knicks tienen motivos para ser optimistas... pero siempre desde la cautela m¨¢s absoluta. Al fin y al cabo, no dejan de ser los Knicks.