Riesgo de hundimiento: los Jazz de Ricky Rubio no carburan
Con unas enormes expectativas antes del inicio de la temporada, los Jazz son pen¨²ltimos del Oeste y no encuentran sus se?as de identidad.
Los Jazz son el pen¨²lltimo equipo del Oeste cuando la temporada va camino de consumir su primer cuarto y, por lo tanto, lo que antes eran an¨¦cdotas ya se pueden considerar s¨ªntomas. No es el 8-11, que tambi¨¦n, ni las cinco derrotas en seis partidos en un Oeste en el que todo el mundo gana a todo el mundo y es perfectamente compatible ser pen¨²ltimo y estar a 4 partidos y medio de la cabeza (en el Este esa misma brecha es ya de 11 y medio). No: lo peor son las sensaciones. Funestas. Los patrones y los problemas para un equipo obligado a no dejar de ser nunca eso, un equipo. O, y est¨¢ pasando, lo que deber¨ªa ser virtud se ir¨¢ convirtiendo en una traba veremos si insalvable. Con el talento justo, los Jazz de Quin Snyder tienen que ser pura ejecuci¨®n. Sin eso, no los sostiene nada. Y sin eso no son ni la sombra de un equipo que parec¨ªa una apuesta segura para los playoffs y un aspirante incluso al segundo puesto del Oeste. Solo hay que ver las previas de la temporada. La m¨ªa entre ellas. El arco pod¨ªa ser m¨¢s o menos optimista, pero el tono general era c¨¢lido y nadie, absolutamente nadie, se esperaba esto.
Claro que los Jazz de la temporada pasada, sin un ¨¢pice de resaca post Hayward y con camiseta estramb¨®tica y s¨²per ventas, empezaron 19-28 y firmaron desde el 22 de enero un 29-6 (48-34 final) que no sab¨ªamos (esa era la gran duda) si era el verdadero list¨®n del equipo o un tramo de iluminaci¨®n imposible de sostener. Ahora parece lo segundo. Pero se puede convenir que quiz¨¢ los Jazz no fueran tanto (ni el segundo mejor equipo del Oeste)... pero tampoco deber¨ªan ser este equipo ahora mismo roto, que ha perdido ya 5 partidos en su pista (2-5) y que ni siquiera es capaz de (eso se lo presum¨ªamos) competir cada noche: pienso en el indigno 118-68 ante los Mavs pero tambi¨¦n en el 121-94 contra los Pacers o en el reciente 110-119 contra los Kings. O en los errores calimotosos que salpican decisivamente los partidos de un equipo que tendr¨ªa que ser una calculadora japonesa en ataque y defensa durante los 48 minutos. Porque no le llega de otra manera.
Una desaparici¨®n dibujada en n¨²meros
La temporada pasada (con viaje a segunda ronda de playoffs) los Jazz tuvieron la segunda mejor defensa de la NBA por puntos encajados (99,8) y rating (103,9). Ahora les meten 108,1 (octavo) y su rating est¨¢ en 108 (14?: pura mediocridad). Sus rivales anotan casi el 48% de sus tiros: solo Suns y Cavs permiten mejores porcentajes. En triples, el 36% (20? peor dato de la liga). Hay otro reguero de n¨²meros que explica el p¨¦simo momento del equipo: 22? en diferencia de ratings (-3,3), 27? en porcentaje de triples (32,1%), 21% en tiros de tres anotados (10,2), 26% en tiros libres (71,1%), 22? en p¨¦rdidas (15,5: un drama para un equipo que juega bien si lo hace bajo un absoluto control).
Esos n¨²meros dan forma matem¨¢tica a lo que pasa ante nuestros ojos durante los partidos: la defensa ha desaparecido, totalmente o durante tramos decisivos en derrotas dolorosas. Los exteriores no cierran las penetraciones y los rivales est¨¢n tom¨¢ndole la medida a Rudy Gobert, en tierra de nadie tras muchos bloqueos y muy lejos en rating defensivo se le supone y tambi¨¦n de otros especialistas, a la cabeza ahora mismo Marc Gasol (99 por el 104 del franc¨¦s). En ataque, los Jazz ya no obligan al rival a defender los 24 segundos al m¨¢ximo, no castigan cualquier error, no acumulan sets ofensivos en limp¨ªsimo acorde¨®n y cuando lo hacen y generan el flujo de tiros liberados que era su se?a de identidad, son incapaces de meterlos. Hay m¨¢s hero ball y m¨¢s lanzamientos en los primeros 14 ¨® 15 segundos de la posesi¨®n. Hay mucha menos confianza y hay, y esto s¨ª era un problema que se pod¨ªa adiviniar, una carencia dram¨¢tica de especialistas en el tiro.
Mitchell y los dolores de crecimiento
Donovan Mitchell, perseguido adem¨¢s por los problemas f¨ªsicos, calca pr¨¢cticamente sus n¨²meros de la temporada pasada pero con peores porcentajes (de casi un 44% a un 42) y mucha menos influencia en los ¨²ltimos cuartos, marca de la casa cuando deslumbr¨® como rookie. En parte por dolores de sophomore, cuando el camino ense?a que no todo van a ser rosas, en parte porque la bajada de plomos general acumula atenci¨®n defensiva sobre ¨¦l. El partido de Philadelphia, con 31 puntos en 35 tiros y sin asistencias, gener¨® muchos titulares pero fue m¨¢s un pecado colectivo que un suicido personal, pero Mitchell solo ha superado el 50% en cinco partidos de lo que va de temporada. En el Staples ante los Lakers, hasta que se lesion¨®, marchaba otra vez como escopeta de feria (2/9). A su alrededor, Ricky Rubio est¨¢ en un 32% en triples, Dante Exum en un 27, Jae Crowder en un 29... y el contracultural Joe Ingles, que hace de todo pero empieza a intentar hacer demasiadas cosas porque no queda otra, en un buen 38%... que est¨¢ por debajo de su quir¨²rgico 44% de la temporada pasada. En noviembre, los Jazz solo han anotado el 29% de sus triples, no llegan a 100 puntos por noche (99,6), no pasan del 67% en tiros libres y pierden m¨¢s de 15 balones de media.
Si Mitchell no inclina partidos en ataque ni Gobert lo hace en defensa. Si los Jazz no asfixian a los rivales ni ejecutan con precisi¨®n, se trata de un equipo que dif¨ªcilmente llega siquiera a discreto. Quin Snyder sigue apostando por Derrick Favors al lado de Gobert en un quinteto inicial que no funciona: antes de perder contra los Lakers, -4 en 133 minutos en pista. Y por delante asoma un diciembre temible: en 19 d¨ªas, del 6 a Navidad, los Jazz jugar¨¢n dos veces contra los Thunder, dos contra los Blazers, otras dos contra los Rockets, volver¨¢n a recibir a los Warriors... De ese mes, para bien o para mal, saldr¨¢ tal vez un retrato ya fijo de Utah Jazz en la temporada 2018-19.
Si Exum sigue sin romper del todo, con todas sus circunstancias, y Grayson Allen ha resultado estar mucho menos listo para la NBA de lo que apuntaba antes del draft, y a pesar de los brotes verdes de Burks, la rotaci¨®n exterior queda en pa?os menores. Y eso incluye a un Ricky muy por debajo de su nivel de la segunda parte de la temporada pasada. Inc¨®modo sin objetivos francos a los que abastecer, sin t¨¦rmino medio entre lo predecible y lo desordenado y tirando mal: promedia 12,4 puntos y 6,5 asistencias con un 36% en tiros de campo y un 32% en triples.
El espa?ol, ya con galones de veterano y en ¨²ltimo a?o de contrato, asoma como uno de los referentes de un vestuario en el que encaj¨® como un guante y donde tiene que asumir ahora responsabilidades. Ya le hemos visto, tambi¨¦n conviene recordarlo, dar volantazos hacia la senda buena muchas veces durante su trayectoria NBA. Puede volver a pasar, para ¨¦l y para los Jazz. Pero viendo el Oeste y viendo su situaci¨®n, el tiempo est¨¢ empezando a ech¨¢rseles encima. As¨ª son las Regular Season, casi de un d¨ªa para otro se pasa de tener demasiado por delante a acumular demasiado por detr¨¢s. Y ahora, a 24 de noviembre, Utah Jazz es un equipo muy lejos de donde se les esperaba y, sobre todo y por n¨²meros y sensaciones, un equipo roto. Y ya con urgencias.