Desde el segundo threepeat de los Bulls de Michael Jordan y Phil Jackson, el Este ha sido peor que el Oeste. Pero, ?facilita eso el cambio radical en el formato de la competici¨®n?
Siempre hay una corriente de pensamiento escatol¨®gico en los aficionados de cualquier deporte o competici¨®n. Todo puede ir muy mal muy pronto por muy bien que marche en un momento determinado. Tambi¨¦n sucede en la NBA, de un par de a?os a esta parte con la dominaci¨®n de Golden State Warriors, que no solo reabre el debate (leg¨ªtimo e interesante) entre quienes disfrutan de la grandeza en s¨ª misma y a quienes les aburre soberanamente sino que ha generado una corriente que vocifera sobre el fin de los tiempos: los Warriors son un fen¨®meno horrible para la NBA. Quiz¨¢ algunos de los que hoy piensan as¨ª, es humano, recordar¨¢n ma?ana con cari?o a los de la Bah¨ªa o los defender¨¢n contra el equipazo de turno: ¡°Los XXX no le ganar¨ªan ni un partido en playoffs a los Warriors de Curry y Durant¡±. Recordemos, por ejemplo, esta muy revisitada portada de Sports Illustrated en los a?os de tiran¨ªa de los Bulls de Phil Jackson y Michael Jordan:
En un mismo verano DeMarcus Cousins ha firmado por los Warriors por 5,3 millones y LeBron James se ha comprometido a largo plazo con los Lakers. Para los profetas del apocal¨ªpsis, se?ales inequ¨ªvocas: se concentra el talento en los grandes mercados, los ricos son m¨¢s ricos, el mejor es todav¨ªa m¨¢s inalcanzable y se sigue ensanchando la brecha Este-Oeste. Sobre esto ¨²ltimo reside uno de los debates m¨¢s interesantes de la NBA actual. Que se mueve: Adam Silver ha demostrado flexibilidad y visi¨®n, no le suele temblar el pulso y casi ning¨²n cambio le parece anatema. Pero este es duro. Antes la NBA no ten¨ªa ni tope salarial, ni impuesto de lujo ni tantas y tantas cosas. El draft ha cambiado, la edad de acceso a la NBA va a volver a cambiar y el All Star Game se ha transformado para adaptarse a los tiempos (ya no hay un center sino tres forwards en cada quinteto) y para sortear su bajada de prestigio y, por qu¨¦ no, la diferencia entre puntos cardinales: ha desaparecido el sacrosanto Este contra Oeste y desde 2018 (Staples Center) es un amigos de contra amigos de. En su primera muestra, funcion¨® de maravilla.
En pleno debate sobre el formato y el futuro de la NBA, precisamente cuando mejor le va a la liga en t¨¦rminos de cuota medi¨¢tica e ingresos, muchos quisieron ver en ese All Star 2018 la probeta de la que podr¨ªa salir una NBA sin Conferencias. O, como m¨ªnimo, una en la que (ya pasa en la WNBA) los playoffs los jueguen los mejores (16 en este caso) y no los asignados por geograf¨ªa (8 del Este, 8 del Oeste). Silver habla de ello abiertamente y reconoce que est¨¢ en el orden del d¨ªa de mucha reuniones: todos los posibles cambios los est¨¢n. Tambi¨¦n un posible torneo en formato corto y partidos de K.O. al estilo March Madness (o Copa en traducci¨®n europea). Pero ahora mismo no parece muy probable, o al menos muy cercana, la disoluci¨®n de las Conferencias de cara a los playoffs. Hay varias razones que el propio Silver se ha empe?ado en explicar:
-En un tiempo en el que la salud de los jugadores se ha convertido en eje del calendario (menos back to back, nada de cuatro partido en cinco noches...) y de la investigaci¨®n en la liga (el sue?o, los viajes...), el cambio a playoffs de 1-16 con los 16 mejores r¨¦cords supondr¨ªa, seg¨²n la propia liga, pasar de una media en las eliminatorias de casi 145.000 kil¨®metros devorados por todas las franquicias a m¨¢s de 209.000. Si se quisiera ajustar tambi¨¦n el calendario de Regular Season se entrar¨ªa en 242.000 kil¨®metros m¨¢s (en la pasada temporada los equipos recorrieron m¨¢s de 2,2 millones).
-Porque, en funci¨®n de las enormes distancias de EE UU, el calendario de la NBA es obviamente asim¨¦trico, as¨ª que habr¨ªa que hacer cambios porque se acabar¨ªa combatiendo una posible injusticia con otra: se medir¨ªa en la misma clasificaci¨®n y de forma directa a equipos con calendarios casi totalmente distintos.
-Hay factores geogr¨¢ficos con los que en Europa nos cuesta empatizar porque no trabajamos sobre el terreno: ese nuevo formato podr¨ªa crear una pesadilla de horarios para las retransmisiones a nivel nacional ya que los partidos de la Costa Oeste suelen empezar muy tarde para los aficionados (y medios) del Este, que a su vez programan a horas tempranas para el Oeste.
-La tradici¨®n, dec¨ªa, no es intocable, pero tambi¨¦n alza la voz: en Estados Unidos el concepto b¨¢sico de competici¨®n enfrenta a dos campeones de Conferencia en la lucha por un t¨ªtulo nacional. Algunos han propuesto incluso un nuevo formato de Conferencias sin criterio geogr¨¢fico al estilo (superficialmente al menos) de, por ejemplo, la NFL.
Y finalmente, y m¨¢s all¨¢ de lo que opine Silver, un cambio de esta magnitud necesitar¨ªa el benepl¨¢cito de dos tercios de los propietarios. Y suerte a quien tenga que convencer a los del Este para que den el OK a algo as¨ª. Algunos creen que desanimar¨ªa (por exceso de competencia) todav¨ªa m¨¢s a los mercados peque?os, aunque los optimistas proyectan un campeonato en el que cada partido tendr¨ªa m¨¢s peso porque los puestos de playoffs se vender¨ªan generalmente m¨¢s caros. Incluso notablemente m¨¢s.
Porque del mismo modo que personalmente tiendo a considerar a los Warriors una anomal¨ªa, m¨¢s una mutaci¨®n que un producto del sistema (que tambi¨¦n), es innegable que hay un patr¨®n en la desigualdad entre Conferencias. Un asunto que finalmente no ha afectado, m¨¢s all¨¢ de los debates recurrentes, a la bonanza del campeonato. Y seguramente (tambi¨¦n) por eso algo en lo que Silver no querr¨¢ asumir grandes riesgos.
Porque s¨ª, en este caso hay un patr¨®n: la Conferencia Este es muy inferior desde que termin¨® (1999) el reinado de los Bulls de Michael Jordan. Ah¨ª va una ristra de datos sin cocinar sobre las 20 temporadas (1999-2018) que han pasado desde que Chicago celebr¨® el segundo threepeat. Dos de ellas, recuerdo, acortadas por sendos lockout (1998-99 y 2011-12):
-En esos 20 a?os, el Oeste se ha llevado 14 anillos y el Este, seis (la mitad, LeBron James). En doce el mejor balance de la Regular Season ha sido para un equipo del Oeste, en una hubo empate (con lockout) y solo en siete el mejor sali¨® del Este. Pero el octavo puesto, el baremo del l¨ªmite de playoffs, es lo verdaderamente rotundo: 16 veces mejor el octavo del Oeste que el del Este, dos empates y solo dos ventajas para el Este, una con lockout (1999) y otra en 2016, cuando los Pistons acabaron 44-38 y los Rockets 41-41.
-El Oeste ha contado con una temporada de m¨¢s de 70 victorias (el 73-9 de los Warriors), 15 de 60 o m¨¢s y 101 de 50 o m¨¢s (5,6 equipos por temporada de media). El Este se queda en 9 de 60 o m¨¢s y solo 48 de 50 o m¨¢s (2,6 de media).
-El promedio de victorias en el Oeste es de 59 para el primero y 45,2 para el octavo. En el Este, 55,6 y 40,4. Es decir, casi 5 victorias menos requeridas para entrar en playoffs.
-En el Oeste hay dos octavos con 50 victorias (50-32 los Nuggets en la 2007-08 y los Thunder en la 2009-10). Nunca se ha bajado del 50% (dos veces 41-41) y diez (la mitad) se ha llegado a 45 triunfos. En el Este, el octavo nunca ha estado en 50. Seis veces no han hecho falta ni 40 para estar en las eliminatorias, con el suelo en el 36-46 (los Celtics en la 2003-04).
Es obvio: el nivel medio ha sido m¨¢s alto en el Este. Y (o tal vez por: ?es primero el huevo o la gallina?) la concentraci¨®n de estrellas tambi¨¦n: en dos d¨¦cadas, el MVP ha salido catorce veces del Oeste y seis del Este (cuatro de LeBron y uno de Allen Iverson y Derrick Rose: uno est¨¢ retirado, dos en el Oeste). De cien jugadores en el total de Mejores Quintetos, 68 han sido del Oeste y 32 del Este. Y en 16 de los 20 a?os el Quinteto tiene m¨¢s jugadores del Oeste (ocho veces cuatro, dos los cinco).
Vasos comunicantes
El desequilibrio competitivo marida con el p¨¢nico (no siempre ajustado a la realidad) de los mercados peque?os y la mayor movilidad de los jugadores que caracteriza al ecosistema actual de la NBA
El Oeste, en una din¨¢mica que se retroalimenta, es m¨¢s fuerte porque atrae a m¨¢s estrellas y atrae a m¨¢s estrellas porque es m¨¢s fuerte. Esto marida con ese p¨¢nico de los mercados peque?os a los gigantes comerciales del pa¨ªs que muchas veces ni siquiera est¨¢ demasiado vinculado a la realidad: ?Qu¨¦ gran agente libre han firmado los Knicks en los ¨²ltimos tiempos? ?Cu¨¢ntos portazos se llevaron los Lakers durante casi un lustro hasta la inyecci¨®n de nueva vida que les est¨¢ dando LeBron? Y marida, y esto s¨ª asoma como un peligro importante en las c¨¢balas de la NBA para mantener el equilibrio competitivo, con el enorme volumen de movimiento de jugadores que caracteriza al mercado actual: el 70% de los que conforman la liga ha cambiado de equipo en los ¨²ltimos 18 meses, incluidos 15 con la condici¨®n de all star. Ese tr¨¢fico de estrellas es lo que realmente alerta al gran p¨²blico: la mitad de los all star de Nueva Orleans 2017 ha cambiado de franquicia desde la cita (hace un a?o y medio, aproximadamente). Del quinteto del Este (el ¨²ltimo en ese formato, precisamente...), solo sigue en esa Conferencia Giannis Antetokounmpo. Del de 2016, solo Kyle Lowry a la espera de lo que haga Dwyane Wade. Y de los catorces totales (doce m¨¢s dos sustitutos por lesiones), cinco se han ido desde entonces al Oeste.
M¨¢s: antes del inicio de la pasada temporada (2017-18), trece de los catorce mejores jugadores de la anterior (2016-17) seg¨²n la valoraci¨®n de ESPN estaban en el Oeste... y el otro era LeBron. Todo el top 10 de ese curso 16-17 ser¨¢ ahora del Oeste menos Kawhi Leonard, traspasado a los Raptors... aunque su voluntad era ir a su L.A. natal. Antes de Kawhi (traspasado), Gordon Hayward (de Utah a Boston como agente libre) era el ¨²nico all star que hab¨ªa hecho una mudanza del Oeste al Este desde Kevin Love en 2014 (... y tambi¨¦n traspasado). 27 de los 40 mejores anotadores de la pasada temporada jugar¨¢n en el Oeste en la pr¨®xima, incluido un LeBron con el que todos los MVP desde 2007 (Dirk Nowitzki) jugar¨¢n en esa Conferencia o estar¨¢n retirados. Tambi¨¦n lo har¨¢n doce de los quince miembros de los tres Mejores Quintetos de la ¨²ltima temporada: Anthony Davis, Kevin Durant, James Harden, LeBron James y Damian Lillard (los cinco del Primero); LaMarcus Aldridge, DeMar DeRozan y Russell Westbrook (tres del Segundo, los otros son Antetokounmpo y Embiid); Y Jimmy Butler, Stephen Curry, Paul George y Karl-Anthony Towns del Tercero (lo completa Victor Oladipo).
La desigualdad que no cesa
Este verano los acuerdos m¨¢s importantes de cara al aficionado han vuelto a tener como protagonistas a equipos del Oeste: LeBron James, Kevin Durant, Chris Paul, Paul George...
El Oeste ha tenido en los ¨²ltimos quince a?os a los revolucionarios Suns del Seven Seconds or Less, a los h¨ªper competitivos Mavericks de Mark Cuban, al (por supuesto) milagro en movimiento de los Spurs de Popovich... Y en California los a?os de absentismo de los Lakers los han cubierto (m¨¢s que de sobra) los Warriors. Todo en una NBA que la pasada temporada gast¨® 3.300 millones de d¨®lares en salarios y que en las primeras 24 horas del ¨²ltimo mercado veraniego (incluso con cierta recesi¨®n y en pleno ajuste tras el gasto desquiciado que sigui¨® en 2016 al salto exponencial del salary cap) desembols¨® m¨¢s de 1.000 millones totales (1.700 hace dos a?os) con los acuerdos m¨¢s medi¨¢ticos y robustos de cara al aficionado ubicados, otra vez, en el Oeste: LeBron James, Kevin Durant, Paul George, Chris Paul...
Un Oeste donde un equipo de 48 victorias cae eliminado (por promedio) en primera ronda y por la v¨ªa r¨¢pida: en el Este con ese n¨²mero de triunfos en Regular Season se promedian 5,3 en playoffs. As¨ª que se avanza a segunda ronda. Otra vez el c¨ªrculo vicioso: los mejores necesitan reforzarse para seguir si¨¦ndolo y los proyectos, a golpe de rearme, se convierten en m¨¢s interesantes y aparentemente ambiciosos a los ojos de unos jugadores que jam¨¢s han disfrutado de tanta libertad como agentes libres ni han tenido tanta consciencia de su valor como actores en el mercado. Las razones son muchas: de la influencia de figuras como LeBron James y sus tres movimientos (salida de Cleveland, regreso a Cleveland, salida de Cleveland) a la mentalidad de una nueva generaci¨®n de estrellas para la que ha cambiado la forma de relacionarse entre ellas, con sus equipos... y con conceptos como lealtad: en este sentido se ha ido descubriendo en la ¨²ltima d¨¦cada cu¨¢nto han cambiado al perfil de promesa reci¨¦n llegada a la NBA los fastos, los titulares, la fama en redes sociales y el mercadeo de los torneos del c¨ªrculo amateur (AAU).
Dicho esto, muchos de los nost¨¢lgicos que aseguran que estos tiempos no son aquellos y que aquellas estrellas no har¨ªan lo que hacen estas olvidan un asunto crucial: hasta 1988 los jugadores no pod¨ªan elegir destino de forma libre. No hab¨ªa manera de forjar s¨²per equipos o de, sencillamente, jugar cada uno donde le viniera en gana. La agencia libre no exist¨ªa tal y como la conocemos ahora hasta que Tom Chambers (cuatro veces all star) forz¨® definitivamente una legalidad que hab¨ªan ido desafiando pioneros como Ricky Barry y Oscar Robertson. Los que se enfrentaron a la reserve clause por la que los equipos conservaban los derechos de los jugadores incluso una vez finiquitados los contratos de estos. y que hac¨ªa que, por lo tanto, los jugadores se vieran obligados a firmar uno nuevo o jugar por decreto un a?o m¨¢s en el mismo destino si el equipo se negaba en redondo a negociar un traspaso. Incluso durante m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s de la supuesta abolici¨®n de esta cl¨¢usula y de m¨¢s avances en la libertad de mercado de los jugadores, los nuevos equipos segu¨ªan teniendo que compensar a los anteriores por los que decid¨ªan cambiar de camiseta.
Hasta que Chambers, despu¨¦s de su s¨¦ptima temporada (quinta en los Sonics) como profesional, percibi¨® que en Seattle barruntaban su traspaso (ten¨ªan en la rotaci¨®n interior a Xavier McDaniel, Derrick McKey, Michael Cage...) y se anticip¨® a los acontecimientos con una revoluci¨®n para la que cont¨® con la ayuda del por entonces l¨ªder de la Uni¨®n de Jugadores, Larry Fleisher: el convenio colectivo pas¨® tras su caso a dar verdadera libertad sin restricciones a los jugadores que quedaban libres si (todav¨ªa quedar¨ªan flecos) llevaba al menos siete temporadas y dos contratos firmados en la NBA. Chambers firm¨® (9 millones por cinco a?os, el doble de su ¨²ltimo contrato con los Sonics) con Phoenix Suns, que hab¨ªa puesto en pr¨¢ctica ese cortejo (dinero, regalos, reuniones constantes...) que ahora es pan nuestro de cada d¨ªa. De ah¨ª al escenario actual y de las cr¨ªticas que Chambers se encontr¨® en muchas instancias del establishment al apoyo de sus compa?eros de vestuario y del resto de jugadores: ¡°Estaban content¨ªsimos, sab¨ªan que aspiraban a tener una oportunidad que hab¨ªa sido impensable hasta entonces¡±. Porque, y ah¨ª quer¨ªa llegar, muchos jugadores del pasado no hac¨ªan lo que hacen los actuales sencillamente porque no pod¨ªan ni plante¨¢rselo.
Asuntos de distinta ra¨ªz, la realidad de una nueva NBA y la inferioridad estructural del Este, acaban reforzando ciertos temores de los aficionados y alimentan el constante debate sobre nuevos modelos por mucho que la NBA est¨¦ en el mejor momento de su historia y sea ahora mismo algo muy parecido a una gallina de los huevos de oro. La liga mira con lupa casi cualquier cambio que pueda reportar mejoras que impliquen m¨¢s beneficios, es obvio, pero hasta ahora no ha parecido que podamos estar acerc¨¢ndonos realmente a unos playoffs radicalmente distintos por mucho que se hayan sucedido cambios en el All Star Weekend y ajustes en un calendario en el que, en cualquier caso, ni el formato de 82 partidos es sagrado (palabra de Silver).
Pesa la tradici¨®n, pesan los kil¨®metros y las diferencias horarias y pesa obviamente que finalmente las cosas marchan en la NBA lo suficientemente bien. La desaparici¨®n de las Conferencias es una posibilidad ahora mismo impensable. Los playoffs con los 16 mejores sin carreras divididas entre Este y Oeste, una alternativa mucho m¨¢s viable, tampoco parece cerca porque requiere tocar muchas teclas sin la certeza de que en la pr¨¢ctica la mejora vaya a ser realmente exponencial. Y el Este, mientras, espera que los Embiid, Simmons, Tatum, Antetokounmpo y compa?¨ªa hagan a sus equipos tan buenos como a los del otro lado del pa¨ªs... y sobre todo que no acaben sintiendo la necesidad de marcharse m¨¢s cerca del Pac¨ªfico. Un hilo que, unos a?os con m¨¢s amortiguaci¨®n y otros con menos, ha ido tejiendo una realidad que ha forzado el debate en la NBA y que ha acabado mezcl¨¢ndose con las otras cuestiones que enredan al aficionado actual: el equilibrio de poder, la divisi¨®n entre mercados, el dominio de los Warriors, la formaci¨®n de s¨²per equipos, los movimientos tel¨²ricos de LeBron James... O tal vez ser¨¢ cuesti¨®n de que, en definitiva, hace tiempo que la NBA dej¨® de jugarse solo en las canchas y ahora es un organismo vivo durante 24 horas al d¨ªa y 365 d¨ªas al a?o. Y eso, hasta cuando se avivan las cr¨ªticas, acaba siendo positivo cuando hay instinto para separar el grano de la paja. As¨ª ha sido hasta ahora.