Irene Lozano y vuelta a empezar
La noticia de su marcha ha sorprendido al mundo del deporte. Y eso que no es la primera vez que ocurre algo similar en el CSD, ni tampoco en este Gobierno.


Irene Lozano abandona la presidencia del CSD para embarcarse en la lista de ?ngel Gabilondo para las elecciones auton¨®micas de Madrid. La noticia ha sorprendido al mundo del deporte, porque s¨®lo llevaba algo m¨¢s de un a?o en el puesto, 14 meses, aunque menudo a?o. Y eso que no es la primera vez que ocurre en el Consejo, que ya vivi¨® la marcha en 2011 de Jaime Lissavetzky y Albert Soler, este ¨²ltimo tras s¨®lo seis meses, para implicarse tambi¨¦n en elecciones locales; ni tampoco en el Gobierno actual, como demuestran los rotundos ejemplos de Salvador Illa y Pablo Iglesias. Si un ministro de Sanidad y un vicepresidente dejan sus cargos durante una pandemia por otros objetivos pol¨ªticos, a qui¨¦n puede extra?ar que ocurra lo mismo en una secretar¨ªa de Estado. No creo que estos antecedentes consuelen al deporte, a cuatro meses de los Juegos Ol¨ªmpicos y en plena reconstrucci¨®n, aunque ya est¨¢ habituado a ser segundo plato, a dar tumbos de un ministerio a otro, de Educaci¨®n a Cultura, y a no rematar los planes estrat¨¦gicos. Esa es la realidad pol¨ªtica¡ Y el deporte no est¨¢ en su agenda.
Lozano se va y hay que desearle suerte, adem¨¢s de reconocerle su intensa labor en un periodo especialmente desagradable y complicado, marcado por el virus. Fue capaz de sentar a los irreconciliables Javier Tebas y Luis Rubiales para firmar los famosos Pactos de Viana, beneficiosos para la reflotaci¨®n del deporte, y tutel¨® el regreso de la competici¨®n en un periodo de m¨¢xima incertidumbre. Tambi¨¦n deja unas suculentas subvenciones federativas de 53 millones. Pero en paralelo quedan pendientes dos Leyes, la del Deporte y la Antidopaje, el reparto del dinero de Europa, el retorno del p¨²blico a los estadios¡ Nuevos deberes para su sucesor o sucesora, se llame Pepu Hern¨¢ndez o tenga de nuevo nombre de mujer. Un volver a empezar al que el deporte est¨¢ desgraciadamente acostumbrado.