El Mundial de la diversidad: Francia, B¨¦lgica, Inglaterra...
Tres de las cuatro selecciones semifinalistas de Rusia 2018 est¨¢n construidas en torno al multiculturalismo, mismo que ya ha redituado en t¨ªtulos mundiales.
La Francia Bleu-Blanc-Rouge de 1998 engendr¨® a la Francia 'Black-Blanc-Beur': negra, blanca, ¨¢rabe. El triunfo de la Francia de Zidane, hijo de inmigrantes argelinos, que apenas musitaba La Marsellesa (la patria de sus padres hab¨ªa sufrido los horrores del colonialismo franc¨¦s), fue la victoria de la diversidad. Escribi¨® Juan Villoro, antes de que Didier Deschamps alzara a los cielos del trofeo de la Copa Mundial de la FIFA: "Francia no ha ganado el Mundial, pero ya logr¨® lo suyo: escenificar la libertad". El f¨²tbol franc¨¦s fue un mosaico polimorfo de razas, or¨ªgenes, banderas, ideas, hogares, valores. Marcel Desailly hab¨ªa nacido Ghana (fue adoptado por un diplom¨¢tico franc¨¦s); Thuram, en Guadalupe; Karembeu, en Nueva Caledonia y Viera, en Senegal. Adem¨¢s, Henry, Zidane, Djorkaeff,?Alain Boghossian son hijos de inmigrantes de variopintos or¨ªgenes: antillanos, argelinos, armenios. La victoria sobre Brasil en la final de Saint-Denis fue un modelo, a escala, de la integraci¨®n por la que pregonan las sociedades progresistas y liberales. "Allez Les Blues", no s¨®lo fue una proclama a favor de un equipo de f¨²tbol.
La Francia de Didier Deschamps, ahora investido como director t¨¦cnico, ha replicado la amalgama 20 a?os despu¨¦s. Samuel Umtiti naci¨® en Camer¨²n y emigr¨® a los dos a?os junto a su familia; Kimpembe (Congo-Hait¨ª), Mandanda,?N'Zonzi (Congo), Mendy (Senegal), Lemar, Varane (Martinica), Rami (Marruecos), Sidib¨¦ (Mali), Pogba (Guinea), Tolisso (Togo), Kant¨¦ (Mali), Matuidi (Angola), Fekir (Argelia), Mbapp¨¦ (Camer¨²n-Argelia), Dembel¨¦ (Mauritania-Senegal) llegaron al mundo en suelo franc¨¦s pero hijos de inmigrantes; todas las familias, provenientes de pa¨ªses con profundos nexos hist¨®ricos-coloniales con Francia. Aislados en su infancia, incluidos a trav¨¦s del f¨²tbol (y el idioma). La mezcolanza ha vuelto a ser la principal potencia de Francia: la velocidad de Mbapp¨¦ (34.3 km/h en su m¨¢ximo registro durante el Mundial), la disciplina en las 52 recuperaciones de Kant¨¦, la resistencia en los 38.4 kil¨®metros recorridos por Pogba. La batuta de Deschamps, como en 98, en el campo.?
B¨¦lgica e Inglaterra, las otras semifinalistas, tambi¨¦n gozan de los frutos de la integraci¨®n y la multiculturalidad. 'Los Diablos Rojos' son el reflejo de un pa¨ªs segmentado desde origen, un Estado fallido sostenido por dos hilos: la cerveza y el f¨²tbol, y en espec¨ªfico, la selecci¨®n nacional. Un proyecto integral, construido entre el Estado, los clubes y academias de f¨²tbol y la Real Federaci¨®n Belga, gener¨® a la actual 'generaci¨®n dorada', una amalgama de jugadores que, desde la racionalizaci¨®n del juego y la implementaci¨®n de un estilo y una filosof¨ªa t¨¢ctica, pretend¨ªa mejorar, al mismo tiempo, la competitividad de los equipos nacionales y la cohesi¨®n social. Inmigrantes, valones, flamencos; todos jugando al f¨²tbol en un esquema 4-3-3, unificado en las academias, equipos juveniles y selecciones con l¨ªmite de edad. El "proyecto B¨¦lgica" lo ide¨®?Michael Sablon, exasistente t¨¦cnico del seleccionado nacional, posterior entrenador de Singapur. Los resultados son palpables ya. Las ra¨ªces multicolor de B¨¦lgica han superado al m¨ªtico equipo de 1986, tambi¨¦n semifinalistas: Kompany, Boyata y Batshuayi (padres congole?os), Fellaini y Chadli (hijos de marroqu¨ªes), Lukaku (hijo de congole?os), Carrasco (hijo de portugu¨¦s y espa?ola), Januzaj (hijo de albano-kosovares), Dembel¨¦ (padre mal¨ª).
El ejemplo de integraci¨®n belga se explica desde el idioma. La mitad del equipo habla flamenco (variante del holand¨¦s); la otra, franc¨¦s. La selecci¨®n belga es una Torre de Babel cuya ¨²nica soluci¨®n, para alejar el conflicto ling¨¹istico-social que ha aquejado al pa¨ªs desde su misma constituci¨®n, es salom¨®nica. Ni flamenco, ni franc¨¦s. La comunicaci¨®n es en ingl¨¦s. Los v¨ªtores no son '?Belgique, Belgique!', ni '?Belgie, Belgie!', sino '?Belgium, Belgium!'. Menos diatribas tiene Inglaterra: el ingl¨¦s es un elemento en com¨²n. Sterling naci¨® en Jamaica, lugar de origen de los padres de Kyle Walker y Ashley Young, caribe?os como la familia de Marcus Rasford; adem¨¢s, Welbeck (Ghana) y Alli (Nigeria) refrendan el orgullo africano. Menos complejo que el modelo belga, Inglaterra se ha apoyado en su pasado colonial para replicar en su f¨²tbol su esquema social: una sociedad en la que el 12% es extranjera o desciende de extranjeros, seg¨²n el Observatorio de Inmigraci¨®n de la Universidad de Oxford.
Hijos de otros pa¨ªses
La paradoja africana: los pa¨ªses africanos han naufragado en las Copas del Mundo, salvo honrosas excepciones (Camer¨²n en 1990, Senegal en 2002). En Rusia 2018, todas las selecciones de ?frica claudicaron en fase de grupos. Sin embargo, ?frica brilla a trav¨¦s de Francia, B¨¦lgica e Inglaterra. Un caso similar se repite en Suiza, que se ha nutrido de la inmigraci¨®n causada por los horrores de las guerras de los Balcanes y el desmembramiento de la antigua Yugoslavia. Albania y Kosovo brillaron en Rusia representadas por la Confederaci¨®n Helv¨¦tica.?
El multiculturalismo ya ha acompa?ado a campeones del mundo. Brasil, hist¨®ricamente, ha sido un mosaico de etnias. Sus conquistas en 1958, 1962, 1970, 1994 y 2002 fueron llevadas por blancos, negros, mestizos: Pel¨¦, Zagallo, Jairzinho, Bebeto, Romario, etc¨¦tera. Y el ejemplo de Francia 1998 es prototipo. Rusia 2018 podr¨ªa ver otro cap¨ªtulo.