Kubica, o el coraje del manco
No pude evitar el escalofr¨ªo, lo reconozco, al ver su brazo. Apenas es una delgada l¨ªnea sin forma ni masa muscular. ¡°Estoy mejor que nunca¡±, me dijo entre risas Robert Kubica en el pasado GP de Italia en Monza. ?Podr¨ªas volver? Un gui?o de ojo como respuesta. Al mirar al polaco uno est¨¢ ante la viva imagen de un milagro. Alonso dice que es el mejor de su generaci¨®n, Hamilton, al que vacilaba y ganaba en k¨¢rting y en la pole de Macao 2004 por ejemplo, opina lo mismo, BMW lo prefiri¨® en 2006 a un tal Vettel... Robert es talento puro, pero est¨¢ manco. Solo que se haya subido a un F1 es un prodigio absoluto. Total.
Superviviente de uno de los m¨¢s tremendos choques en Canad¨¢ 2007, (cuenta que le salv¨® el Papa Juan Pablo II) y ganador de ese gran premio al a?o siguiente, sufri¨® un terrible accidente en un rally en 2011 y seis a?os despu¨¦s volvi¨® a pilotar un F1. Con una mano. Casi. Hizo tres test y al tercero descubrieron que le falta velocidad. No es tan r¨¢pido como antes. Claro. Seguir¨¢ intent¨¢ndolo. En Williams han preferido a Sirotkin que viene con juventud y mucho dinero ruso. Las historias con final feliz no son amigas de los negocios ni de la F1. Pero regresa como piloto reserva y estar¨¢ algunos viernes junto a algunos de los m¨¢s grandes de siempre demostrando que los milagros s¨®lo son una demostraci¨®n de coraje.