Ruid¨ªaz ya es un dios en Morelia
El descenso se defini¨® en el ¨²ltimo minuto. En alguna parte de los 90 minutos, los chiapanecos tuvieron la permanencia en sus manos.
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Monterrey. Minuto 90. La colg¨® Rocha desde la derecha. Pein¨® Vilchis en el coraz¨®n del ¨¢rea, la pelota se elev¨® pizpireta, lenta, pasmosa, caprichosa; Ruid¨ªaz solo la besuque¨®. Punterazo de arabesque. El gol de la vida.?
Cuatro minutos antes, Pab¨®n, desde el punto penal, estaba sentenciando a Morelia. Cuatro minutos de infierno.?Morelia estuvo en coma durante 24 minutos: 20 en el primer tiempo y cuatro en el segundo. Y lleg¨® Ruid¨ªaz. Con el esp¨ªritu del 'Fantasma' Figueroa y 'La Tota' Carvajal. La imperial banda roja. El sabor del ate. El penalti de Heriberto Ram¨®n Morales, las atajadas de ?ngel David Comizzo en Toluca, en la tarde azulina del diciembre toluque?o...
Los partidos en Monterrey y Guadalajara comenzaron con casi medio minuto de desfase. Primer prefacio de que algo pasar¨ªa. Siempre pasa algo. El f¨²tbol mexicano suele dar se?ales de su surrealismo. El primer terremoto lleg¨® cuando 'El Hobbit' Berm¨²dez la empalm¨® desde los linderos del ¨¢rea; precioso brochazo que descarg¨® su pintura en la cruceta de Ustari. Aquel era el gol de la vida en Chiapas. El gol de Caba?as, Lucio Filomeno, jolgorio en Tuxtla-Guti¨¦rrez...
Morelia entr¨® en coma pero Vilchis aplic¨® los electroshocks. Pas¨® como un concorde por la banda derecha y Lezcano, con fino cachetazo de derecha, infl¨® las redes de Hugo Gonz¨¢lez. As¨ª terminaron los 20 minutos del averno morelense. Desde entonces, el equipo de Roberto Hern¨¢ndez camin¨® sobre la cornisa. Soport¨® est¨®ico sobre el pared¨®n. Descarg¨® Cardona, apunt¨® Pab¨®n, dispar¨® Cristaldo. Poste, pum, afuera. Bombardeo inmisericorde. El Sagrado Coraz¨®n de Jes¨²s, santo patrono de Morelia, parec¨ªa atajar junto a Sosa.?
En Guadalajara, Jaguares quem¨® las naves. Fabbro emulaba a Iniesta, Mu?oz volaba por doquier, Ustari se zambull¨ªa en el c¨¦sped para detener las embestidas de Leal; y el brazo de Aquivaldo Mosquera descorchaba las sospechas m¨¢s incendiarias. 'El Hobbit' intent¨® chilenas, Ustari se doli¨® de tanto azotar contra el c¨¦sped y 'Moi', el portero del milagro, se encomendaba a otro en Morelia. De ¨¦l ya no depend¨ªa.?Y, de hecho, de nadie de sus compa?eros, que ya mor¨ªan sobre el campo y purgaban los pecados de su administraci¨®n y plantillas anteriores.?En ello, Loeschbor tal¨® a Funes Mori. El hachazo sac¨® astillas al argentino. Jorge Isaac Rojas no dud¨®. A decir verdad, una decisi¨®n mucho m¨¢s f¨¢cil que juzgar las macabras intenciones de Mosquera para bloquear los centros atlistas. Pab¨®n convirti¨® desde la mancha de cal. El gol de la vida en Chiapas. Cuatro minutos por jugar. El drama, el estr¨¦s, las l¨¢grimas, el suplicio...
Minuto 90. En el Estadio Jalisco, Sergio Bueno y 'El Hobbit' Berm¨²dez avisaron a sus compa?eros en el terreno de juego que Pab¨®n les hab¨ªa reanimado. Las arengas, el 'vamos' desaforado, la esperanza. Y bien dec¨ªa Nietzsche que "la esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre". Y el tormento de los Jaguares fue cruel. Como cruel fue su final. Y entonces la colg¨® Roche desde la izquierda. Pein¨® Vilchis y Ruid¨ªaz, eterno guerrero inca, anot¨® el gol de la vida...
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