Griezmann lleva al Atleti a octavos en el descuento
Griezmann abri車 el marcador al borde de la media hora y lo cerr車, para delirio del Calder車n, en el descuento. Azmoun hab赤a acortado distancias. El Atleti, a octavos.


El partido no pod赤a terminar de otra manera. Con intriga, nervios y una bota, la de Griezmann que le abre al Atleti la puerta de los octavos de la Champions. Ning迆n equipo como el Atleti sabe moverse en el apuro y en el nervio. Pasaba el reloj del 90* y era incapaz el Atl谷tico de tumbar el muro ruso. Ni con cuatro delanteros sobre el c谷sped ni con Correa saliendo del banquillo como una exhalaci車n ni con Vrslajko poniendo centros de gol al final de cada jugada. Imposible. Utop赤a. Entonces, en la 迆ltima jugada, un defensa ruso peina un bal車n hacia atr芍s ante God赤n y habilita al franc谷s, que marca. El l赤nea pita fuera de juego. El Calder車n calla, espera, con las pulsaciones desatadas, mientras ve al 芍rbitro, Thomson, rectificar, se?alar al centro del campo. Era gol. Fue legal. El Calder車n estall車. Cost車. Cost車 mucho. Pero ya es equipo de octavos.
Y todo gracias a Griezmann. Y todo, a pesar de ese minuto, el 28* que fue cara y cruz sus primeros segundos y la puerta de los octavos se abr赤a por primera vez en el Calder車n. La llave, de nuevo, en la bota izquierda de Griezmann. Centro de Carrasco, Azmoun peina y la pelota que le llega al franc谷s, que a la media vuelta, alza la pierna y golpea la pelota con el exterior, pl赤n, lo justo, para hacer un gol del que es imposible hablar sin ponerle el apellido de golazo. Celebraba el Calder車n. Bufandas al aire. Afon赤a en las gargantas. Felicidad en las caras que, 50 segundos despu谷s, se convert赤a en mueca. Porque al gol de Griezmann respondi車 el Rostov en la jugada siguiente, antes de que el minuto 28 llegara al segundo 60, y fue un golpetazo del que nunca lleg車 a recuperarse el Calder車n. Y tampoco el Atleti.
Las dos serv赤an para contar lo que el partido estaba siendo. Porque no hab赤an viajado los rusos 3.500 kil車metros ayer para encerrarse. Primera pelota, un c車rner del Rostov y una sensaci車n: jugaba m芍s abierto, m芍s vertical, m芍s directo. Azmoun no cabece車 aquel bal車n por un cent赤metro, un pelo. La grada miraba callada y no por ese primer susto ruso. Hab赤a otra raz車n. Su silencio dur車 cuatro minutos. Los mismos en los que una pancarta en el fondo sur onde車 un grito al cielo: ※En recuerdo al tercer anfiteatro, ?presentes!§. Despu谷s, bufandas al aire, y un nombre, Luis, que es tanto a la vez.
La grada ya hab赤a recuperado la voz, y los c芍nticos, y los aplausos, cuando Carrasco enviaba al aire un bal車n y Griezmann zapateaba con la derecha un bal車n en la frontal tambi谷n a ning迆n lugar. Cada ocasi車n ten赤a r谷plica en la porter赤a contraria. ?Qu谷 lo intentaba Noboa con un remate a media altura en el 16*? Pues Koke robaba un bal車n en la jugada siguiente para fabricar una contra rapid赤sima, que segu赤a en una cabalgada de Griezmann, ca?o para quitarse encima a un rival y cesi車n a Carrasco, cuyo disparo ataj車 un defensa.
Despu谷s llegar赤a el gol, y la r谷plica rusa que volver赤a a callar al Calder車n por segunda vez en la noche. Y minutos de caos, de ida y vuelta, una ocasi車n de Torres tras un buen centro de Vrsaljko. Rondaba el reloj el 45* cuando God赤n terminar赤a de subir las pulsaciones al partido: lleg車 tarde a un bal車n dividido y le arre車n un patad車n a Erokhin. Uno, el uruguayo, jug車 unos minutos con un vendaje rojo a modo de turbante. Otro, el jugador del Rostov, no pudo acabar la primera parte que termin車 con un uy de cada equipo. Por los rusos, un remate duro de Polov. Por los rojiblancos, una ocasi車n que fue triple, con disparos de Griezmann, Carrasco y Filipe.
Si lo de Griezmann hab赤a sido arte, lo ruso fue m芍s mundano, pero igual de efectivo. Contra, carrera y disparo de Azmoun. Si unos minutos antes, Savic y God赤n hac赤an cosas extra?as (cosas como entregarle un bal車n a los rusos en la salida de bal車n, por ejemplo), aqu赤 directamente dejaron de ser Savic y God赤n. Entre Azmoun y Oblak se abri車 un pasillo. El chico, obvi車, agradeci車 el regalo enviando el bal車n a la red de Oblak.
La segunda parte comenz車 enrarecida. Quiz芍 s車lo el poso en el aire que hab赤a dejado esa fea falta, pero cada jugada era un codo por aqu赤, un agarr車n por all芍, juego sucio, casi todo ruso. El Atleti pronto encerr車 al Rostov en su 芍rea, transformado ya en muro. Simeone respondi車 con un cambio. Entr車 Gameiro, sali車 Sa迆l. El Atleti ya eran Carrasco, Griezmann, Gameiro y Torres con el martillo preparado para hacerle un agujero. Pero, sin embargo, ning迆n hueco encontr車. El partido se pon赤a espeso, los rusos cada vez estaban m芍s juntos, m芍s apretados y el Atleti era el 赤mpetu de Torres y darse de cabezazos contra una pared, una pared amarilla de acero ruso. El reloj avanzaba, impasible. Y la grada silbaba. Y la tensi車n se sent赤a en la hierba. El Atleti atacaba con prisa, con cierto desorden, con balones desde la derecha que siempre colgaba Vrsaljko y que siempre rechazaba alg迆n futbolista ruso.
Nada m芍s pisar la hierba Correa, el croata casi encuentra su cabeza y tumba a los rusos que ya estaban perdidos en el otro f迆tbol. Como las patadas no funcionaban, pasaban a la interpretaci車n. El ?scar, para Noboa, que se invent車 una supuesta agresi車n de Gabi que lo ten赤a todo de supuesta y nada de agresi車n. Tremendo fue. Como tremenda la manera de atacar del Atleti, d芍ndose de bruces una y otra vez contra la misma pared, esa muralla rusa, hasta que Griezmann volvi車 a ponerse la capa y llevar al Atleti a octavos.