Luces y sombras en la vida de Anthony Hopkins, ganador del Oscar por 'The Father'

Anthony Hopkins se hizo ayer con el reconocimiento m¨¢s prestigioso al que puede aspirar cualquier int¨¦rprete de cine, el Oscar a Mejor Actor Protagonista. La de anoche no solo supuso su segunda estatuilla (tras su victoria en 1991 con la inolvidable 'El silencio de los corderos') sino que le ha convertido as¨ª mismo en el hombre de mayor edad en haberse llevado este galard¨®n. A sus 83 a?os, el actor brit¨¢nico vive un momento insuperable en lo profesional y lo personal.

Sin embargo, la imagen del sir educado, contenido y sereno que ofrece Hopkins en la actualidad (con excepci¨®n de sus momentos de desmadre en las redes sociales) es una imagen relativamente 'reciente'. Como ha recordado El Pa¨ªs en un reportaje sobre su vida, la depresi¨®n, el alcoholismo, los ataques de rabia o los problemas familiares han acompa?ado durante d¨¦cadas al alcohol, que solo parece haber encontrado la estabilidad hace poco menos de diez a?os.

El ni?o que creci¨® queriendo ser "rico y famoso"

Hopkins naci¨®n en Port Talbot, al sur de Gales, y de sus primeros a?os de vida no guarda especial buen recuerdo. "Mi infancia fue in¨²til y enteramente confusa. Todo el mundo me ridiculizaba", lleg¨® a asegurar al New York Times, explicando que de ni?o era visto como "demasiado tonto" como para poder trabajar de lo que fuera -su sobrenombre, valga decir, era 'Hopkins el Loco'.

Conocer a Richard Burton, con qui¨¦n compart¨ªa ciudad natal, le orient¨® en lo profesional. "Me cont¨® que se hizo actor porque no val¨ªa para ning¨²n trabajo", rememor¨®. Burton conduc¨ªa un Jaguar, y Hopkins reconoci¨® que verle marchar en aquel coche fue lo que hizo que quisiera "dejar de ser quien era. Ser rico y famoso. Y empec¨¦ a so?ar con vivir en Estados Unidos".

Su carrera profesional, no obstante, despeg¨® en los teatros brit¨¢nicos, en los cuales fue ascendiendo hasta llegar al National Theatre y a 'Macbeth', una suma insuperable en cuanto a prestigio sobre las tablas se refiere. Pero Hopkins se baj¨® del proyecto a mitad de temporada para irse a rodar a Hollywood. Muchos a?os despu¨¦s, lleg¨® a manifestar que el excesivo academicismo del teatro brit¨¢nico no encajaba ni con su "personalidad" ni con su "temperamento".

Las mieles de Hollywood

Sus primeras aventuras en la Meca del Cine, sin embargo, no le granjearon el ¨¦xito so?ado, y el artista se vio obligado a regresar a Londres, resignado al hecho de tener que contentarse con ser un "actor respetable en el teatro y hacer trabajos respetables en la BBC durante el resto de mi vida". Poco despu¨¦s, recibi¨® la llamada con una oferta jugosa: interpretar a Hannibal Lecter en 'El silencio de los corderos'.? Su vida volvi¨® a cambiar radicalmente. Con el rol lleg¨® su primer Oscar y, finalmente, la gloria que tanto deseaba.

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En la vasta y prol¨ªfica carrera de Hopkins se mezclan biopics hist¨®ricos, producciones de ¨¦poca y alguna concesi¨®n ocasional al cine comercial (papeles que el propio actor afirma que no necesitan trabajo interpretativo alguno). En cierto momento, no obstante, el actor ten¨ªa la sensaci¨®n de que su proyecci¨®n p¨²blica no cuadraba con la imagen que ¨¦l ten¨ªa de s¨ª mismo. "Soy muy, muy ego¨ªsta. Algo me atormenta, no s¨¦ lo que es, pero me provoca mucha inquietud", afirm¨® a mediados de los 90.

En cuanto a la esfera puramente personal se refiere, uno de los hechos m¨¢s significativos de su biograf¨ªa se dio en 1968, cuando abandon¨® a su esposa y a su hija de cuatro meses (a d¨ªa de hoy, no mantiene relaci¨®n alguna con ella). La justificaci¨®n para ello no fue otra que el considerarse "demasiado ego¨ªsta" para formar una familia. "Vengo de una generaci¨®n en la que los hombres eran hombres. Y la parte negativa de ello es que no se nos da bien recibir amor o darlo. No lo entendemos", confes¨® a The Guardian hace unos a?os.

Hopkins tambi¨¦n tuvo problemas con la bebida, lo que, adem¨¢s, incidi¨® indirectamente en los ataques de agresividad que protagoniz¨® en varios rodajes durante la primera d¨¦cada de los 70, y que, seg¨²n ¨¦l, se deb¨ªan a la resaca. En 1975, tras despertar en un hotel de Phoenix sin saber c¨®mo hab¨ªa llegado hasta all¨ª, el actor decidi¨® que no volver¨ªa probar una gota de alcohol. El pasado diciembre celebr¨® sus 45 a?os de sobriedad.

Cuando estaba afincado en Estados Unidos, el int¨¦rprete tuvo un affaire con una expareja de Sylvester Stallone (a la que conoci¨® en una reuni¨®n de Alcoh¨®licos An¨®nimos) y su mujer por entonces, Jennifer Lyton (de la que se divorci¨® en 2002 tras 29 a?os de matrimonio, se march¨® de vuelta a la capital brit¨¢nica, pero Hopkins se encontraba a gusto en Los ?ngeles, la "tierra de Mickey Mouse", en sus propias palabras.

En 1993 fue hecho caballero de la Orden del Imperio Brit¨¢nico, un t¨ªtulo que no le impidi¨® expedir cr¨ªticas feroces contra sus compatriotas. "Si tanto aman ese lugar sucio, lluvioso y lleno de mierda de perro en las aceras, que se lo queden", lleg¨® a decir, "son una panda de d¨¦biles, quejicas, aburridos, envidiosos que solo son felices si son desgraciados. Est¨¢n obsesionados con que no se me suba el ¨¦xito a la cabeza y rabiosos porque yo he conseguido escapar de all¨ª. Que les jodan".

La felicidad, pasados los 70

Su nostalgia de Gales brot¨® a los 70 a?os, edad que marc¨® un nuevo punto de inflexi¨®n en la vida de Hopkins. En 2007 debut¨® en la direcci¨®n con 'Slipstream', cinta de ciencia ficci¨®n con una fuerte carga cr¨ªtica y sat¨ªrica a Hollywood, lugar que, pese a haberle seducido durante gran parte de su vida, al final se le revel¨® huero. El artista comenz¨® a regresar a su tierra natal m¨¢s frecuentemente y ha encontrado la estabilidad sentimental al lado de la colombiana Stella Arroyave, con la que se cas¨® en 2003.

Dejada atr¨¢s la rabia y los tormentos de su juventud, consagrado, tranquilo y aficionado a las redes sociales, donde sus divertidos v¨ªdeos causan furor, Hopkins desvel¨® en 2017 haber sido diagnosticado tard¨ªamente con un s¨ªndrome de Asperger leve. Tambi¨¦n regres¨® al teatro acad¨¦mico, comenz¨® a desarrollar inter¨¦s por otras disciplinas art¨ªsticas como la pintura, y entr¨® de pleno, a los 75 a?os, en lo que ¨¦l mismo asegura que ha sido su periodo de mayor felicidad.

Y pese a todos sus baches, zonas sombr¨ªas y contradicciones, (en una entrevista con 'The Guardian' afirm¨® que sent¨ªa verg¨¹enza de "ser actor"), Hopkins se apunt¨® anoche un nuevo hito y ya puede presumir de pertenecer a ese selecto club de actores con m¨¢s de una estatuilla dorada en su haber. Despu¨¦s de ganar su primer Oscar, con 'El silencio de los corderos', afirm¨® a Vanity Fair que "quer¨ªa curar mi herida interna, quer¨ªa venganza. Quer¨ªa bailar sobre las tumbas de todos los que me hicieron infeliz. Quer¨ªa ser rico y famoso. Y lo he conseguido". Ayer, cuando se anunci¨® su nombre como ganador en la categor¨ªa de Mejor Actor, ni estaba presente en la sala ni hab¨ªa dejado preparado ning¨²n tipo de discurso.