Como si no hubieran pasado 15 a?os desde la primera vez que gan¨® un Grand Slam (Wimbledon 2003), Roger Federer, eterno, infinito, sublime, ha agarrado este domingo el vig¨¦simo con la misma ambici¨®n, con la misma furia. Fue m¨¢s dif¨ªcil de lo esperado ante un Marin Cilic dign¨ªsimo que tuvo cerca la gloria y que le llev¨® al l¨ªmite: 6-2, 7-6 (5), 6-3, 3-6 y 6-1 en tres horas y tres minutos de duro partido. Su nombre ahora est¨¢ escrito con letras no de oro sino de platino o uranio (como los discos m¨¢s vendidos) en la historia del tenis. A sus 36 a?os y 173 d¨ªas, a¨²n tiene cuerda para rato y puede aumentar una cifra legendaria, ya pr¨¢cticamente inalcanzable (Nadal suma 16), e incluso atreverse con el r¨¦cord de todos los tiempos entre hombres y mujeres que posee Margaret Court (24). Se queda a dos de Stefi Graff (22) y a tres de Serena Williams (23). En el Abierto de Australia ya ha levantado con este seis trofeos, los mismos que Novak Djokovic, hasta ahora l¨ªder en solitario del torneo en la Era Open (desde 1968).
Con el techo de la Rod Laver Arena extendido para proteger a los jugadores y al p¨²blico del calor (la organizaci¨®n asegura que se superaba el l¨ªmite de 32,5 puntos en el ¨ªndice de humedad, viento y radiaci¨®n solar, y que por eso el ¨¢rbitro autoriz¨® el cierre), Federer le imparti¨® una clase gratis a Cilic sobre c¨®mo se debe afrontar el inicio de una final. Plantado fenomenalmente en la pista, desde el centro de la l¨ªnea de fondo, el helv¨¦tico hizo lo que quiso con su rival. Cuando este se dio cuenta, ya perd¨ªa 4-0 con dos breaks en contra y solo hab¨ªan pasado 13 minutos. El despliegue del gran Roger fue descomunal, sobre todo con su servicio: solo cedi¨® dos puntos, uno con un primer servicio y el otro con un segundo.
Cilic no pod¨ªa continuar as¨ª, perdiendo con tanta facilidad sus saques. Afin¨® y eso le permiti¨® mantener el tipo en la segunda manga. Aunque incomprensiblemente permitiera el lucimiento de Federer tir¨¢ndole dos remates hacia donde estaba. El balc¨¢nico aguant¨® las embestidas del multicampe¨®n y le presion¨® hasta el punto de tener bola de set con 5-4. Pero tir¨® la oportunidad por la borda de manera lamentable. No obstante, lleg¨® a la muerte s¨²bita. Elsa Pataky y su marido, Thor (el actor australiano Chris Hemsworth), salieron en las pantallas gigantes de la Rod Laver en el inicio de una suerte que gan¨® Cilic vali¨¦ndose de su potente servicio y de alg¨²n error de un Federer terrenal. Fue el premio al aumento de agresividad.
El orgullo de Cilic
No s¨¦ si el suizo esperaba la reacci¨®n de Cilic que, pifias aparte, estaba jugando cada vez mejor, tambi¨¦n al resto. Al gran dominador del tenis ya le costaba someter a su rival, aunque tampoco pasaba apuros en sus turnos de saque. Aun as¨ª, al primer descuido del campe¨®n del US Open 2014, que encaden¨® una mala subida, un rev¨¦s cort¨® que se fue a la red y una derecha desviada, le col¨® un break que a la postre fue suficiente para el 2-1, porque al astro le dio confianza para intentar incluso golpes ins¨®litos, como una derecha a bote pronto en carrera sensacional.
Ah¨ª pareci¨® quebrarse la fe de Cilic. Ayud¨® el 2-0 de salida que le coloc¨® Federer en el cuarto set. Ol¨ªa a victoria r¨¢pida. Pero inesperadamente, el croata logr¨® dos roturas y se puso por delante, con 5-3 y servicio, jugando de maravilla. Y no perdon¨®. Incre¨ªble, pero cierto. Cilic acababa de hacer algo que hab¨ªa estado al alcance de muy pocos (Nadal, Djokovic, Del Potro y Roddick): llevar a Federer a un quinto set en una final de Grand Slam y hacer sufrir a su esposa, Mirka Vavrinec. El desempate arranc¨® muy parecido al parcial anterior, con 2-0 para el Maestro. Pero esta vez consolid¨® su break y encorajinado se lanz¨® a por el triunfo con avaricia. Con un segundo saque abierto y que toco la l¨ªnea ligeramente por fuera (hubo ojo de halc¨®n) cerr¨® un 6-1 final que lo dice todo. As¨ª es ¨¦l, una leyenda quiz¨¢ ya inalcanzable.