Nishikori, el japon¨¦s de Florida, gana y lucha por el podio
Comenz¨® la lucha por ser tres del mundo tumbando (6-2 y 6-3) a Wawrinka, que tambi¨¦n opta junto a Raonic a acabar en el podio de la ATP.
En el Masters de Londres no s¨®lo se ventilan las batallas por el n¨²mero uno del r¨¢nking, en individuales y dobles. En las trincheras tambi¨¦n hay guerras menores, como la que dilucidan Milos Raonic (3?), Stan Wawrinka (4?) y Kei Nishikori (5?) por acabar el a?o como tercero del mundo. El canadiense gan¨® el domingo a Monfils, y hoy el japon¨¦s tumb¨® al suizo por 6-2 y 6-3. Un primer aviso. Con una frescura en las piernas y en los golpes que no mostr¨® Stan.
El japon¨¦s ha elevado el nivel de expectaci¨®n por el tenis en su pa¨ªs a cotas inimaginables. Tanto, como para reunir a 9.000 personas durante un entrenamiento en el torneo de Tokio o a diez millones de compatriotas delante de la televisi¨®n para ver un partido del Masters 2014. Una gran presi¨®n medi¨¢tica y popular. Es el peaje por haber logrado ser el primer nip¨®n en el top-10 o haber disputado la final del US Open en 2014. Por eso, una legi¨®n de periodistas japoneses le sigue tambi¨¦n por el O2 Arena.
Y hasta Jap¨®n llegar¨ªan los ecos de que su principito funcion¨® como un reloj con su derecha met¨¢lica ante Wawrinka, que luci¨® poco filo en su rev¨¦s a una mano, y que elev¨® hasta 31 su n¨²mero de errores no forzados por s¨®lo 12 winners. Frente a los 19 golpes ganadores y 18 errores del nip¨®n, que con dos breaks en cada set firm¨® una victoria que s¨®lo le llev¨® 1h:07.
Nishikori gestiona la presi¨®n de verse ante los focos de todo Jap¨®n viviendo en Florida, donde se form¨®. "Es complicado Tokio. Tengo que llevar gafas de sol, una gorra, una m¨¢scara... cualquier cosa. Si me hubiera quedado en Jap¨®n, me hubiera vuelto loco. En EE UU puedo concentrarme en mi tenis", bromea sin bromear cuando se refiere a ello estos d¨ªas. En 2016, ha firmado un t¨ªtulo en Memphis, las finales de Miami, Toronto, Barcelona y Basilea y el bronce ol¨ªmpico. Pero en Jap¨®n todav¨ªa se espera con ansia la gran explosi¨®n de su estrella tranquila. ?Ser¨¢ en Londres?