Cuando las medallas valen doble
Las dos medallas de oro de I?igo Llopis en los Mundiales de M¨¢nchester llegaron hasta Orlando, a 2.000 kil¨®metros de distancia. All¨ª, el Real Madrid estaba realizando uno de sus stages de pretemporada. All¨ª, estaba su padre, Luis, entrenador de porteros del equipo blanco. Sus gritos desconcertaron a los integrantes de la plantilla, que r¨¢pidamente se sumaron a la celebraci¨®n. Cuando vieron el origen de la algarab¨ªa, lo entendieron todo. No necesitaron explicaciones. Ancelotti, como tambi¨¦n hac¨ªa Zidane, sigue atentamente los resultados de I?igo. Y con ellos, como si acataran sus indicaciones t¨¦cnicas, las estrellas de la casa blanca.
Llopis engancha. Y no solamente a la plana mayor. Estudiante de Integraci¨®n Social, dice que ¡°el deporte te ense?a todo lo que puedes hacer¡±. ?l, que naci¨® con el f¨¦mur y el brazo derecho m¨¢s cortos y con s¨®lo dos dedos en la mano derecha, se colg¨® una plata en los Juegos de Tokio. Como Adriana Cerezo o Ray Zapata, entre otros. Defiende que todos, con o sin discapacidad, hacemos las cosas a nuestra manera. Y que buscamos un camino ¨²nico para llegar a nuestras metas, que s¨ª son las mismas. Como ese podio ol¨ªmpico. Como ese oro que I?igo perseguir¨¢ en Par¨ªs y que se celebrar¨¢ tanto en el vestuario m¨¢s laureado de la historia como en la casa de ese ni?o que, tras el televisor, con o sin discapacidad, se dar¨¢ cuenta de todo lo que puede hacer.
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