Los d¨ªas de vino y rosas del ¡®calciomercato¡¯
El mercado de fichajes italiano se coc¨ªa en los a?os sesenta en hoteles de lujo y era la gran diversi¨®n del verano.
Justo enfrente de la estaci¨®n de Mil¨¢n se alza el Hotel Gallia, de planta imponente y se?orial. En los veranos de los sesenta el espacio entre estaci¨®n y hotel era un hormiguero gigante en el que se mezclaban periodistas de prensa y radio, gr¨¢ficos y televisivos, hinchas de cualquier equipo que intercambiaban experiencias y banderines, mendigos, carteristas, macarras con sus pupilas, vendedores ambulantes, simples curiosos¡
De cuando en cuando atravesaba esa turba alg¨²n personaje conocido, aplaudido o denostado, seg¨²n cu¨¢ndo, seg¨²n por qui¨¦n. ?Qui¨¦nes eran esos personajes? Eran los presidentes de los clubes, a veces un entrenador en paro, o intermediarios conocidos. Acud¨ªan all¨ª porque el Hotel Gallia era el punto de encuentro del calciomercato, el coraz¨®n palpitante del f¨²tbol italiano cuando los jugadores estaban de vacaciones sin saber d¨®nde jugar¨ªan la temporada entrante.
El ambiente dentro era m¨¢s selecto, aunque igualmente abigarrado. En los salones con hermosos tapices y alfombras se hablaba, se fumaba, se discut¨ªa, se beb¨ªa. Los patronos del f¨²tbol, elegantemente vestidos con aquellas corbatas italianas que envidi¨¢bamos en Espa?a, preparaban la temporada entrante. Entre ellos flotaban m¨¢s o menos discretamente mujeres hermosas, amores extramatrimoniales de los que se acompa?aban al salir de su ciudad, o profesionales en busca del lucrativo contacto ocasional.
La miga se coc¨ªa en el sal¨®n principal, donde hab¨ªa dos paneles gigantes: en uno, la demanda, en otro la oferta. ¡°Milano-Fulano-500 Milioni¡± significaba que el Mil¨¢n estaba dispuesto a vender a Fulano por 500 millones de liras. As¨ª una fila sobre otra, en todo lo alto del sal¨®n. En el otro pod¨ªa poner: ¡°Foggia-Zutano-300 Milioni¡±. O sea, el Foggia ofrec¨ªa 300 millones de liras por Zutano. Y otras tantas filas, una sobre otra. La cantidad fijaba la escala. Cuando se consumaba una operaci¨®n, se retiraba para dejar paso a otras. Cuando se produc¨ªa una gran operaci¨®n, la noticia era acogida fuera con clamor y discusiones. A veces, provocaba peleas. Los jugadores no tomaban arte ni parte, se les manejaba como a acciones de bolsa y luego se les comunicaba: te vas a tal sitio. Resultaba humillante para ellos. Parec¨ªa un mercado de esclavos.
El Hotel Gallia, establecimiento que se reclamaba de buen tono, acab¨® por encontrar que aquello le produc¨ªa una publicidad negativa, aparte de da?os directos por la degradaci¨®n de las alfombras y tapices, as¨ª que en 1969 decidi¨® no dejar entrar m¨¢s que a quienes estuvieran alojados. El enjambre se traslad¨® al Hilton, que les abri¨® los brazos e incluso instal¨® una sala de prensa con pupitres y 12 cabinas telef¨®nicas, hasta que se produjo el mismo efecto: la notoriedad no compensaba las molestias y el calciomercato se mud¨® al Leonardo da Vinci, donde se producir¨ªa la situaci¨®n m¨¢s cr¨ªtica en la historia del calcio.
80 detenciones
Porque, en paralelo, los futbolistas se hab¨ªan ido organizando en favor de su dignidad y en contra de ese sistema que les subastaba como esclavos. En 1968 crearon su sindicato, la AIC, a cuyo frente estaba Sergio Campana, exfutbolista abogado, con celebridades como Rivera y Mazzola en la directiva. Clamaban en el desierto hasta que dieron con la tecla. Presentaron una demanda en Magistratura de Trabajo por vulneraci¨®n de una ley de 1949 contra la mediaci¨®n de mano de obra. El calcio estaba infestado de intermediarios, de los que los presidentes se serv¨ªan para despistar dinero.
El 4 de julio de 1978, al mediod¨ªa, aparecieron cuatro coches de caranibinieri con 12 agentes que bloquearon todas las salidas del Leonardo da Vinci mientras seis inspectores de trabajo revisaban las habitaciones de los directivos. Los abrumadores indicios de movimientos ilegales pod¨ªan formar una monta?a de papeles. Ochenta directivos fueron detenidos e interrogados, se par¨® el mercado, se temi¨® que la temporada no podr¨ªa empezar y la afici¨®n se volvi¨® contra los jugadores. Sergio Campana tuvo que explicar que solo quer¨ªa apartar a los intermediarios, pero el operativo de Costagliola paralizaba a todos los efectos el calcio.
El asunto lo tuvo que desatascar el gobierno de Giulio Andreotti con un proyecto de emergencia, f¨®rmula que solo se ven¨ªa usando para terremotos, inundaciones u otras grandes cat¨¢strofes. Se admit¨ªa que el funcionamiento del mercado era irregular, pero se prorrogaba por un a?o mientras se aceleraba una normativa que lo regulara.
Hubo f¨²tbol, volvi¨® la paz. Y los futbolistas hab¨ªan puesto por fin en marcha sus reivindicaciones, que ir¨ªan luego consiguiendo punto a punto y el modelo de calciomercato-juerga se esfum¨®.
Hoy se limita a tres d¨ªas a finales de agosto, en el Sheraton de Mil¨¢n, con ordenadores, discreci¨®n y cierta pulcritud. Pero no hay verano en Italia en que no se evoquen aquellos d¨ªas de vino y rosas en los que el calciomercato era la gran diversi¨®n del verano, con sus extravagantes exageraciones.