Nadal, una vida en el alambre
Funambulista.
Rafa Nadal es un gladiador, un coloso, un terr¨ªcola marciano, una leyenda, un mito, un ejemplo de humildad, de resistencia, de pundonor, de educaci¨®n... Los adjetivos, las met¨¢foras, los parangones, se agotan. Pero quiz¨¢ no le hayamos comparado nunca con un funambulista. Lleva toda una vida caminando sobre el alambre, en un equilibrio inestable, con un pie izquierdo afectado por el S¨ªndrome de M¨¹ller-Weiss que perjudica a toda su cadena cin¨¦tica y le ha hecho ser m¨¢s propenso a otras lesiones. Y sin embargo, consciente siempre del abismo que amenazaba debajo, ha sabido sobrevivir. En la pelea, en la competici¨®n, encuentra su combustible vital. La sonrisa despu¨¦s de la victoria es la del que ha sentido la quemaz¨®n del infierno y no se ha achicharrado. Sigue vivo Rafa, aunque parezca incre¨ªble.
El speaker.
Anuncia el speaker de la Philippe Chatrier a ¡®Gaaaafa Nagdal¡¯ y canta sus t¨ªtulos (tarda un ratito): ?Campe¨®n en 2005, 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2017, 2018, 2019 y 2020! Le falta el aire, y uno piensa en la que se le puede venir encima a Casper Ruud. En lo que pensar¨¢ el noruego, que no hab¨ªa accedido hasta ahora ni a los cuartos de final de un Grand Slam. Tiene m¨¦rito ponerse delante del ¡®miura¡¯ a campo abierto, en la inmensidad de la pista central del Bosque de Bolonia. Miedo esc¨¦nico da el Bernab¨¦u. Y pavor esc¨¦nico debe ser lo que provoca Nadal en su terrario, en el que lleva a?os devorando rivales. Por ponerlo en contexto, el de Oslo vio ganar a Nadal el t¨ªtulo de 2013, cuando ten¨ªa 14 a?os, en esas mismas gradas como espectador.
Vac¨ªo.
Desde el rey Felipe VI a Billie Jean King, Guga Kuerten, Stefan Edberg, Stan Smith, Hugh Grant, Michael Douglas o Robert Lewandowski en los palcos hasta cientos de personas en pie en la Plaza de los Mosqueteros delante de las pantallas gigantes. Nadie quer¨ªa perderse la ?¨²ltima? misa del gran pope del tenis en su catedral. De momento, Nadal no tiene la intenci¨®n de dar un paso al lado. Aunque el final se atisba m¨¢s pronto que tarde, como es l¨®gico con 36 a?os y jugando, tambi¨¦n, contra su salud, Nadal dio esperanzas de que el a?o pr¨®ximo puede volver (¡°No s¨¦ qu¨¦ pasar¨¢ en el futuro, pero voy a seguir intent¨¢ndolo¡±). Todos respiramos. Pensar en el vac¨ªo que puede dejar en nuestros domingos da v¨¦rtigo. Aunque Carlitos Alcaraz ya asome... Nadal es demasiado grande.
De rev¨¦s.
Dicen que no hay peor cu?a que la de la propia madera. Y Ruud es un producto de la Rafa Nadal Academy. Pero la cercan¨ªa tambi¨¦n proporciona conocimiento. Y Nadal, que no se le escapa una, sab¨ªa que el noruego lleg¨® hasta Manacor con un rev¨¦s a dos manos normalito y un buen drive. Y por esa v¨ªa del rev¨¦s, aunque lo haya mejorado, fue martilleando al n¨®rdico, como tantas veces tortur¨® el exquisito golpe a una mano de Roger Federer en el mismo escenario.
La emoci¨®n.
Como tantos otros, Ruud acab¨® aplastado por el peso de Nadal (11 juegos seguidos encaj¨®). Los 14 kilos de la Copa de los Mosqueteros volaron hacia las manos de su due?o. El p¨²blico que vio en ¨¦l en 2005 a otro Miguel Indurain que, como hizo el navarro en el Tour, iba a adue?arse de otra parte del patrimonio nacional galo y varias veces dese¨® su derrota, enton¨® en ¡°?Nadal, Nadal!¡±. Porque Rafa es ya patrimonio universal. ¡°Victory belongs to the most tenacious¡±, se lee en la tribuna de la Chatrier (¡°La victoria pertenece a los m¨¢s tenaces¡±, una cita de Napole¨®n). Tenaz es Nadal. Y con tenacidad seguir¨¢ luchando por volver el a?o pr¨®ximo.