El agujero
La idea de que algo ocurra por ¨²ltima vez, como los partidos entre Djokovic y Rafa Nadal, o mismo la posibilidad de que se acabe la carrera del tenista espa?ol a causa de su lesi¨®n cr¨®nica en el pie izquierdo, aboca al desconsuelo, y un poco al v¨¦rtigo. Cuando se aproxima el final de las cosas cuesta no temer que el mundo que conocimos hasta ese momento se desmantela y que en su lugar aparece otro m¨¢s feo. Despose¨ªdos de enfrentamientos ¨¦picos, o privados de la presencia de Nadal en una pista de tenis, ante nosotros se abre una especie de enorme agujero. Pocas cosas producen tanto desasosiego como un abismo ante nuestras narices. En 'Cr¨ªmenes Ejemplares', de Max Aub, donde decenas de asesinos relatan sus homicidios, a menudo sobre un m¨®vil rid¨ªculo, hay un se?or que admite haber matado a un amigo porque no le devolvi¨® un libro. "?Me neg¨® que le hubiera prestado aquel cuarto tomo¡! Y el hueco en la hilera, como un nicho", dec¨ªa. Un agujero es siempre factor de inquietud, por la hondura, por la oscuridad, quiz¨¢ por la redondez, si es el caso que tiene esa forma.
Bien es cierto, por agarrarnos a alg¨²n tipo de esperanza, que la relaci¨®n de Nadal con el adi¨®s a su carrera es una amenaza latente que acaba siempre por sortear. No sabemos c¨®mo, pero lo logra: prolongar su hegemon¨ªa. Cuando ya no queda resquicio alguno para el optimismo, su trayectoria nos depara de pronto un cap¨ªtulo nuevo, a veces en forma de otro t¨ªtulo de Grand Slam, tal y como ocurri¨® en el pasado Open de Australia.
Cuanto m¨¢s seguros estamos de que Nadal es un alma perdida, a quien adem¨¢s la edad le pisa los talones, m¨¢s posibilidades hay de que vuelva a ser el de siempre, abandonando su desierto y jugando un tenis irresistible. Cada vez que cre¨ªmos que estaba acabado, los acabados fuimos nosotros. Por supuesto, la decadencia termina siempre por llegar, pero no cuando digamos nosotros, sino cuando diga ella. La vida improvisa giros dram¨¢ticos, a la vuelta de los que se descubre que las cosas no son lo que supon¨ªamos. Con Nadal m¨¢s vale no hacer suposiciones.