Alcaraz aprende a sufrir
Carlos Alcaraz salv¨® un partido ag¨®nico, una marat¨®n interminable de 4 horas y 34 minutos que tuvo cuesta arriba en varias ocasiones, uno de esos choques que se van envenenando ante un inc¨®modo rival, que te enreda hasta atraparte en su telara?a. Albert Ramos puso varias veces a su compatriota contra las cuerdas. La primera, cuando el catal¨¢n remont¨® el doloroso set inicial: 1-6, 7-6 y 7-5. La segunda, cuando dispuso de bola de partido en la cuarta manga con 5-4. Y la tercera, cuando se adelant¨® 3-0 en el decisivo quinto parcial. Alcaraz fue capaz de remangarse?para superar todas esas situaciones delicadas con las que se iba topando. Y logr¨® la victoria. Esa es una de las grandes lecciones que debe llevarse al vestuario, que un mal d¨ªa se puede sacar adelante apretando los dientes. Carlitos estuvo poco atinado, con 74 errores no forzados, aunque ser¨ªa injusto quitarle m¨¦ritos a Ramos, un veterano resabiado en pistas de tierra batida, que seguramente provoc¨® muchos de los fallos de su oponente con su soberbia actuaci¨®n.
Los partidos de Grand Slam, que se disputan a cinco sets, y especialmente los de Roland Garros, por la peculiaridad de la tierra, se pueden embarullar con frecuencia de esta manera. La experiencia que ha vivido Alcaraz no es nueva, ni siquiera en la presente edici¨®n. Alexander Zverev y Stefanos Tsitsipas, los n¨²meros tres y cuatro de mundo, dos firmes candidatos al t¨ªtulo, han tenido que remontar dos sets en contra ante Sebasti¨¢n B¨¢ez y Lorenzo Musetti, respectivamente. En un grande es mejor resolver r¨¢pido y no acumular demasiado desgaste para el futuro, pero muchas veces la cosa se enmara?a y hay que ponerse el traje de faena para solventar el aprieto. Estos milagros, esta capacidad de sufrimiento, tambi¨¦n forman parte del tenis. Y del aprendizaje de un aspirante campe¨®n.