Pedri y 'Don F¨²tbol'
Me fascinan los aficionados que se indignan cada vez que les cambian algo. Montan en c¨®lera cuando retocan un escudo, maldicen cuando alguna marca bautiza el estadio y prenden fuego a la camiseta cuando el dise?ador de turno le pinta cuatro rayas de m¨¢s. Todos ellos est¨¢n m¨¢s que curtidos pero siguen ignorando que la ¨²nica y verdadera tradici¨®n del f¨²tbol es precisamente esa: cambiar sin ton ni son. Cambiar por cambiar. Por necesidad o solo por aburrimiento. Porque ya toca. Por ver qu¨¦ sucede. No merece la pena hacerse cruces porque lo ¨²nico importante en este deporte difuso es el talento, como el de Pedri. El resto es accesorio. Qui¨¦n soy para afearle el veletismo al f¨²tbol si me met¨ª a correr maratones con cuarenta a?os y ahora quiero comprarme una moto.
Caretas fuera. Por esta afici¨®n loca vamos a tragar con lo que nos echen, empezando por este Mundial indigno en Qatar. Como aficionado lo s¨¦. No me escondo. Me defino como experto en la genuflexi¨®n y doctorado en buenas tragaderas, pero sigue habiendo cambios que me descolocan. Por poner solo un ejemplo, me toca las narices abundantemente la desaparici¨®n de la regla del gol visitante. La norma naci¨® para alentar el juego ofensivo, pero con el tiempo trajo precisamente lo contrario: racaner¨ªa y contragolpe. Ahora la han cambiado pero me temo que el resultado ser¨¢ el mismo y ah¨ª est¨¢ el magn¨ªfico cholismo del Etihad para corroborarlo. El f¨²tbol es una cabrita que tira al monte y est¨¢ bien que as¨ª sea.
Lo que me engancha de este deporte es su esencia ingobernable. No se puede esperar menos de un juego que se practica con la parte menos noble del cuerpo. El f¨²tbol es una cosa y el maquillaje con el que se empe?an en embadurnarlo cada d¨ªa es otra. Y cuando acaba el d¨ªa y se lava la cara frente al espejo, este invento siempre muestra la cara azarosa, burlona y propensa a las anomal¨ªas que nos enamor¨®. Y aqu¨ª quiero cerrar esta columna admirando a Pedri, que juega hoy en Frankfurt, y es el perfecto ejemplo de que lo ¨²nico incontestable en esto es el talento. El f¨²tbol cambia, est¨¢ en su naturaleza porque es humano, pero no hay de qu¨¦ preocuparse. Descansen los indignados. De alguna manera, Don F¨²tbol siempre encuentra el modo para mantenerse fiel a la esencia y recompensar lo bueno.