?Qui¨¦n teme a su lobo feroz? Consejos para gestionar bien tu di¨¢logo interno
La forma es tan importante como el fondo. C¨®mo te expresas forma parte de lo que dices y eso incluye lo que te dices a ti mismo.
Cada vez ponemos m¨¢s el foco en c¨®mo hablamos a los dem¨¢s. En c¨®mo nos dirigimos. Abrazamos la empat¨ªa como un nuevo marco de expresi¨®n para sentirnos m¨¢s cerca de aquellos pensamientos o acciones que, de entrada, pueden ser ajenos a nuestra forma de pensar o actuar. La forma es tan importante como el fondo. C¨®mo te expresas forma parte de lo que dices y de la persona que eres. Es parte del mensaje, y lo hace m¨¢s fuerte y v¨¢lido. Pero, ?qu¨¦ ocurre cuando nos dirigimos hacia nosotros mismos? ?Debemos descuidar ese di¨¢logo o, por el contrario, concederle un papel m¨¢s que relevante?
S¨ª, nuestra mente mantiene un di¨¢logo interno constante. A veces m¨¢s contemplativo, otras m¨¢s ejecutor. Algunas veces m¨¢s observador, otras m¨¢s beligerante. Es un di¨¢logo continuo, como muestra una de las leyendas que mejor ilustra el baile -o quiz¨¢s sea mejor decir choque- de fuerzas que vivimos a diario. Se trata de la leyenda de los lobos cherokee y que quiero tratar de resumir, aunque empiece como lo hacen las buenas historias¡
?rase una vez un anciano de la tribu cherokee que, para ilustrar a su nieto, le expuso el siguiente dilema: ¡°En mi coraz¨®n viven dos lobos, uno es blanco y el otro es negro. El blanco es amoroso, bueno y gentil, solo combate cuando tiene que cuidar a los dem¨¢s o a ¨¦l mismo. El negro es violento y ante cualquier eventualidad desata su ira y rabia, pelea sin raz¨®n, est¨¢ lleno de ira y odio, solo causa problemas¡±. Tras la exposici¨®n de las dos fuerzas que cohabitaban en el interior del anciano, el joven pregunt¨®: ?qui¨¦n ganar¨¢ la batalla?
De tantas veces que se ha contado esta leyenda, el final se bifurca en dos alternativas. La primera cuenta que el abuelo le respondi¨®: ¡°Ganar¨¢ el que t¨² elijas alimentar¡±. Un final que reduce el conflicto a una visi¨®n maniquea que opone frontalmente lo bueno y lo malo. El concepto ¡®alimentar¡¯ es bueno, pero a¨²n lo es m¨¢s introducir un concepto clave en la cuesti¨®n. El equilibrio. La suma. Por lo que yo elijo el final alternativo. Aquel en el que el abuelo le indica a su nieto que la batalla no la gana uno, sino ambos, ya que, si se dedicara solo a alimentar al lobo blanco, el negro se esconder¨ªa y lo atacar¨ªa en cualquier descuido. Y si, por el contrario, le prestase atenci¨®n solo al lobo negro, est¨¦ se har¨ªa m¨¢s fuerte y usar¨ªa su energ¨ªa cuando lo crea conveniente. Por ello, ambos lobos deben convivir en armon¨ªa y equilibrio.
Las cualidades de ambos, adem¨¢s, no son excluyentes. La bondad y la paciencia no ri?en con la ambici¨®n o el ¨ªmpetu. ?Por qu¨¦ contraponerlos? ¡°No matemos por tanto de hambre a nuestros miedos, siempre ser¨¢ mejor reconocerlos, entenderlos y transformarlos. No matemos de hambre tampoco a nuestra rabia, nuestro despecho o nuestra tristeza. Acerqu¨¦monos a estas realidades internas sin arrinconarlas para desmenuzarlas y saber qu¨¦ quieren decirnos. Pueden darnos valiosas lecciones para ser un poco mejores cada d¨ªa¡±.
Mantener un buen di¨¢logo interior parte de esta premisa de equilibrio entre nuestros dos lobos. Especialmente porque nuestra manera de pensar determina nuestras emociones y estas intervienen directamente en nuestro rendimiento deportivo. Hemos de ser capaces de neutralizar aquellos pensamientos que ocupan m¨¢s espacio del que merecen en el momento en el que menos son necesarios.
?Por qu¨¦ te hablo de la voz interior?
Es muy frecuente que, a las puertas de una prueba importante, las voces de nuestro yo m¨¢s pesimista, negativo y cr¨ªtico prevalezcan y ocupen el lugar de la ilusi¨®n, la confianza y el optimismo. ¡°No soy lo suficientemente bueno¡±. ¡°Los dem¨¢s son m¨¢s r¨¢pidos que yo¡±. ¡°No puedo¡±. ¡°No podr¨¦¡±. La lista es larga, pero m¨¢s o menos ya sabes por d¨®nde voy. No se trata de ser un optimista de por vida y vivir en el mundo de los unicornios rosa. Sino de saber abrir la puerta de las emociones con medida. En el momento necesario, identifica al lobo pesimista y a¨ªslalo. Alimenta en su lugar, el di¨¢logo de la confianza. Yo puedo.
Igual que modulamos nuestra voz si hablamos con un ni?o, un superior o un familiar, es necesario aprender a modular nuestra voz interior cuando discurre por caudales negativos. Saber reencauzarla. Hacerla hablar en positivo. Una reeducaci¨®n capaz de hacer que tu voz interior tire de ti hacia arriba y no te hunda. Recuerda, si eres capaz de regular tus pensamientos ser¨¢s capaz de potenciar tu rendimiento.
Aprender a gestionar tu voz interior te ayudar¨¢ tambi¨¦n a ser fiel a tu esencia. A aquello que te hacer ser mejor. Es lo que le pas¨® a Jon Rahm hace algo m¨¢s de un a?o. Un momento en el que neutraliz¨® las voces que le alejaban de su swing y que recordamos en El Factor Mental.