El Madrid solo vigila un caballo
Solo el Sevilla est¨¢ decidido a perseguir al Real Madrid, que mantiene su sideral ventaja con respecto a los dem¨¢s. La resistencia del equipo andaluz es notable por la tenacidad y resultados. Gana los partidos por la m¨ªnima, sin excesos en el juego, pero con una regularidad que empieza a despertarle el apetito por un t¨ªtulo que no obtiene desde 1949. Lopetegui no olvida comentar cada semana que su objetivo se sit¨²a en el siguiente partido, seg¨²n el credo Simeone, que impide hablar de prop¨®sitos a largo plazo, pero conjura a la haza?a. Desde su posici¨®n de l¨ªder, el Madrid observa el ritmo del Sevilla. No se puede permitir el respiro.
Derrot¨® al Valencia en un partido irregular, frente a un rival que ofreci¨® un buen registro en la primera fase del encuentro y en la ¨²ltima. En medio, la incontestable superioridad del Real Madrid, que comenz¨® el partido a medio gas, sin otro alarde que un magn¨ªfico cabezazo de Militao, perfectamente respondido por Cillesen.
El Valencia apunt¨® maneras y algo de peligro en la primera media hora. Luego perdi¨® el hilo del encuentro. Lo detect¨® el Madrid a trav¨¦s del incombustible Modric. El croata comenz¨® a arrojar carb¨®n a la m¨¢quina y el equipo le escuch¨®. El ¨¦mbolo madridista apret¨® cent¨ªmetro a cent¨ªmetro, hasta empujar al Valencia cada vez m¨¢s cerca de su porter¨ªa, lo que ayudaba a la aparici¨®n de los centrocampistas en el ¨¢rea. El penalti, o lo que fuera esa jugada, indic¨® la clase de partido que se estaba disputando: Casemiro ingres¨® en el ¨¢rea y termin¨® en el suelo.
Cada uno en lo suyo, los tres mediocampistas del Madrid tuvieron el impacto de costumbre. Acudir a un partido con Modric en el campo es un privilegio para cualquier aficionado. El maestro cumple a?os, pero el f¨²tbol no toma nota. Al contrario, la figura de Modric resulta tan esencial como en la plenitud de su carrera, y en este Madrid a¨²n m¨¢s. Sus breves ausencias, como en Alcoy, afectan visiblemente al equipo.

Nada nuevo en el magisterio del croata y nada nuevo en su despliegue. Recorre metros como un chaval y los recorre con tanta energ¨ªa como astucia. Cada metro de Modric es una declaraci¨®n de compromiso, pero tambi¨¦n de inteligencia. Conoce la geograf¨ªa del campo al dedillo.
Benzema marc¨® el penalti y el ¨²ltimo de la noche, un regalo para los ojos. Control¨® un pase de Mendy, con el central a su espalda, coloc¨® la pelota lejos del alcance de su marcador, con una maravillosa pisada, prepar¨® el giro y de media vuelta, sin mirar a la porter¨ªa en momento alguno, pero con las coordenadas de los postes descifradas al mil¨ªmetro, enganch¨® un derechazo sensacional.
Benzema sigue con una cuenta de goles que le acerca al tanto por encuentro. Palabras mayores en el f¨²tbol. Vinicius volvi¨® a aparecer en el bocadillo del delantero franc¨¦s. Marc¨® los otros dos. El Bernab¨¦u ya no sabe qu¨¦ hacer con ¨¦l. Pasan los partidos y su contribuci¨®n no decae. Empieza a parecer que no se trata de un momento m¨¢gico, tocado por los dioses del f¨²tbol. Son muchos meses, muchos goles, muchos pases de gol y una enorme contribuci¨®n emocional al equipo.
Cuando reaccion¨® el Valencia, fue demasiado tarde. Tres goles de desventaja eran demasiados. Tuvo orgullo y el beneficio de las ausencias de Modric y Casemiro, sustituidos cuando a Ancelotti le pareci¨® que la victoria estaba escrita. No era as¨ª. El Valencia se meti¨® de lleno en el partido y apur¨® al Madrid, que en las duras volvi¨® a comprobar que necesita imperiosamente a sus tres veteranos y fenomenales centrocampistas. Sin alguno de ellos, el Madrid es otra cosa. Bastante peor.