Todo era peor salvo las reglas
La Comunidad de Madrid ha tenido el acierto de instalar una exposici¨®n en uno de los barrios castizos de la ciudad (frente a la estaci¨®n de Delicias) de fotos de f¨²tbol de los a?os de blanco y negro. Bien montada. Dividida por temas, jugadores, campos, ¨¢rbitros, p¨²blico¡ Alg¨²n juego divertido y unas escenas del Madrid-Manchester United de 1957. Un buen ejercicio de recuerdo, para vernos como ¨¦ramos (los que ¨¦ramos) ¡®cuando entonces¡¯, que dir¨ªa Umbral. Cuando pas¨¦ a verla, animado por un amigo, vi que estaba muy frecuentada, por mayores y j¨®venes, y que ten¨ªa general aceptaci¨®n.
Pero no quiero hacer un art¨ªculo madrile?ista, sino llevarlo a un inter¨¦s general. Tampoco nost¨¢lgico. Todo lo que se ve ah¨ª sorprende a los j¨®venes por pintoresco y nos agrada a los mayores porque nos recuerda ¨¦pocas felices, pero a poco que pensemos seriamente admitiremos que todo era peor. Eran peores los campos, los balones, las botas, las c¨¢maras de fotos, la ropa con que nos abrig¨¢bamos, los transportes en que nos desplaz¨¢bamos. Era peor todo salvo dos cosas: la edad que ten¨ªamos y que no volver¨¢ y el consenso com¨²n en torno al Reglamento. Todos sab¨ªamos lo que era mano y fuera de juego.
Solamente ah¨ª hemos perdido, y clamorosamente, pensaba yo viendo aquellas entra?ables im¨¢genes. El Reglamento lo ten¨ªamos claro desde que jug¨¢bamos en el parque, porque era una ley natural, lo mismo que los Diez Mandamientos: no robar¨¢s, no matar¨¢s, honrar¨¢s a tus padres... As¨ª de sencillo era, antes de que cayera la lluvia adanista de precisiones a cu¨¢l m¨¢s imprecisa desatada por David Elleray de un tiempo a esta parte que nos est¨¢ amargando la mejor de sus distracciones. Y me temo que, como la joven edad perdida para siempre, eso tampoco va a ser posible recuperarlo.