Otro d¨ªa en la oficina
El Atl¨¦tico hace cosas alucinantes en virtud de la falta de l¨®gica: eliminar al Bayern de Guardiola, al Chelsea de Mourinho, al Liverpool de Klopp, y, por remitirme a lo ultim¨ªsimo, alcanzar los octavos en la Champions tras un partido contra el Oporto tirando a lamentable durante much¨ªsimos minutos. Es admirable c¨®mo en este equipo todo lo que parece importante, en un sentido general, para alcanzar el ¨¦xito futbol¨ªstico ¡ªmover con fluidez el bal¨®n, gozar de ocasiones, volverse impenetrable en defensa¡ª desempe?a un papel secundario.
Importa el car¨¢cter, la fe en las victorias inexplicables, y que la situaci¨®n en que salgan a relucir sea lo bastante ag¨®nica. Ese momento fue al final de la primera parte en el estadio de O Dragao. El contexto era propicio para perder toda esperanza, renunciando incluso, como espectador sufriente, a ver el segundo tiempo en favor de, yo qu¨¦ s¨¦, El poder del perro o, si la vida te parece m¨¢s larga que otros d¨ªas, The Beatles: Get Back.

Pero no lo hiciste porque ya sabes que estos partidos se alejan del f¨²tbol com¨²n. "Yo no s¨¦ nada de m¨²sica. En el g¨¦nero que toco no hace falta saberlo", dec¨ªa Elvis del rock, y justo as¨ª es como hay que pensar cuando el Atl¨¦tico enfila una situaci¨®n adversa. El buen juego, imperioso en otras aventuras y quiz¨¢ otros clubes, pierde trascendencia en el f¨²tbol que practica el equipo de Simeone.
Hay una clase de partidos decisivos en los que Atl¨¦tico posee poco margen para salir vivo. Poqu¨ªsimo. Pero. Pero. Poqu¨ªsimo, o nada, es cuanto necesita. Sencill¨ªsimo, a su manera. Tan sencillo, en realidad, como imposible. Me hace pensar en cuando Antonio Gaud¨ª llegaba a sus obras y a veces emit¨ªa instrucciones dibujando l¨ªneas en el aire con el ¨ªndice, sugiriendo que ?esto deber¨ªa ser as¨ª y as¨ª?. Para los obreros aquellas rayas imaginarias eran garabatos, pero para un arquitecto eran ¨®rdenes precisas, ejecutables con un simple dedo. As¨ª empiezan a caer ciertas victorias del Atl¨¦tico del Cholo, como peque?os milagros, tan vistos ya que solo nos hablan de otro d¨ªa normal en la oficina.