El CDAV: Club de damnificados por el antiguo Vinicius
Lo siento por mis amigos, pero a continuaci¨®n van a ser desclasificados algunos mensajes del grupo de Whatsapp que compartimos sobre f¨²tbol. Me abstengo de dar nombres porque ahora mismo podr¨ªan entrar en la categor¨ªa de testigos protegidos. En el susodicho grupo de Whatsapp se han le¨ªdo durante los ¨²ltimos a?os comentarios sobre Vinicius del estilo: "Mi abuela tira mejor a puerta", "Es el terrorismo hecho futbolista" o "La alternativa para el madridismo es creernos que Ancelotti est¨¢ ense?ando a Vinicius a tirar a puerta". No pasa nada porque el CDAV, el Club de damnificados por el antiguo Vinicius, es m¨¢s amplio que el debate sobre la reforma constitucional en Espa?a. En el club hay metidos madridistas y no madridistas de todo palo, aficionados arrepentidos que ahora transitan por redes sociales con el perd¨®n en los dedos, disculpas que se elevan a toda la estirpe Paix?o de Oliveira y hasta el Cristo del Corcovado.
Desconfiar de Vinicius era el estado natural del madridismo porque el extremo lleg¨® como el render de una plaza repleta de ¨¢rboles frondosos y los aficionados se encontraron con un arbolito reci¨¦n plantado, sin contundencia, sin frondosidad. Nada ni nadie es fuerte reci¨¦n plantado, especialmente si hablamos de una cita. Vinicius s¨®lo ten¨ªa que crecer. Pero lo m¨¢s sorprendente de su caso es que el crecimiento no ha sido paulatino, sino explosivo. Ha pasado de ser un definidor impreciso, con balas de fogueo en los pies, a meter goles de enorme dificultad y acertar en muchas de sus incursiones por l¨ªnea de fondo ¡ªcon un promedio de precisi¨®n en el pase de m¨¢s del 85%¡ª . Como el primo al que ves de Navidad en Navidad y, de pronto, te saca treinta cent¨ªmetros de altura.
El f¨²tbol es un terreno de prematuros: futbolistas y juicios. Con las lealtades puestas constantemente a prueba, resulta bonito asistir al momento exacto en el que las cr¨ªticas se despejan y desaparecen. Casi parece po¨¦tico que el m¨²sico Vinicius de Moraes diga en su canci¨®n Ternura: "Yo te pido perd¨®n por amarte de repente".