Los bofetones que da Militao
A Militao s¨®lo le falt¨® salir del Reale Arena con las gafas de sol que luci¨® en la celebraci¨®n de la Liga del coronavirus. Media sonrisa, mucho swag...
A Militao s¨®lo le falt¨® abandonar el Reale Arena con las gafas de sol que luci¨® en la celebraci¨®n de la Liga del coronavirus. Media sonrisa, mucho swag (signifique lo que signifique la palabra swag) y con el titular que dio a AS hace a?o y medio golpeando su cabeza: ¡°No est¨¢ Ramos, pero aqu¨ª estoy yo¡¡±. El brasile?o lleva tiempo dando bofetones a los cortoplacistas; a aquellos que agarraron un mareo en una conferencia de prensa mendigando risas, retuits y followers; a quienes utilizaron el precio de su traspaso para colgarle una mochila con las mismas piedras que lanzaban al club por tama?o dispendio; a quienes, en un alarde de ingenio, comenzaron a cruzar l¨ªneas hasta llegar al insulto; a esos que le hac¨ªan de menos para hacer de m¨¢s (Ramos); a los que tiraban de estad¨ªsticas para seguir subestim¨¢ndolo. Pero ante la Real, Militao se pas¨® otra pantalla. Dio regalos a los gur¨²s de los datos: gan¨® nueve duelos de 13, se llev¨® el bal¨®n en cuatro de cinco entradas, hizo 10 despejes (r¨¦cord del equipo este curso, en cualquier competici¨®n), recuper¨® siete balones. Y ofreci¨® caviar a los que ponen el foco en lo intangible: carrera poderosa, salto portentoso, gran sentido de la anticipaci¨®n, limpieza, buen ojo para conectar con el de al lado (Alaba) y los de arriba, un perfecto remedio para los nost¨¢lgicos y una inyecci¨®n de ilusi¨®n para los que viven con las luces largas (tiene solo 23 a?os). Hasta le dio tiempo a despejar una pelota de papel que lanzaron desde la grada del estadio mientras celebraba el gol de Vinicius. Ni con el confeti baj¨® la guardia.
Son tiempos de Militao. Uno, que no est¨¢ para presumir de fortaleza mental, se pasa la vida envidiando a quienes s¨ª exhiben ese m¨²sculo. Y el central es uno de ellos. Ha pasado de ser considerado en Espa?a un personaje de los Simpsons a convertirse en un trasunto de Wesley Snipes en Blade. Lleg¨® con cartel de ser un defensa seguro, fiable y con un futuro tremendo. Pero como somos expertos en lo inmediato y en la validez del primer impacto por encima de cualquier otra observaci¨®n, en dos ratos se le borraron todos sus antecedentes y, de paso, se le hiri¨® la confianza. No arranc¨® bien Militao su etapa en el Madrid y, entre despistes del jugador, mala suerte y cr¨ªticas se lleg¨® a una situaci¨®n complicada. Sobrevol¨® la sombra del traspaso. Pero las circunstancias (lesiones y bajas por COVID) le pusieron delante varios partidos seguidos en los que despej¨® tantos balones como dudas. De la afici¨®n y del club que, observando su rendimiento en uno de los puestos m¨¢s delicados del equipo, no puso trabas a la venta de Varane (ya hab¨ªa firmado a Alaba como sustituto de Ramos tras aquella ¡®caducidad¡¯ de la oferta de renovaci¨®n).
El caso de Militao manifiesta que lo ¨²ltimo, a veces, no vale tanto como lo anterior. Que hay que dar confianza y respetar los tiempos de maduraci¨®n antes de tirar por tierra un plan. Es cierto que el Madrid no espera a nadie. Todos los que llevamos d¨¦cadas viendo f¨²tbol lo sabemos. Es un discurso tan universal como el propio club. Pero tambi¨¦n es verdad que, de un tiempo a esta parte, han nacido maestros de la trituradora. Mucho m¨¢s seductora que la paciencia y la calma. Y esperan con el dedo en el bot¨®n despu¨¦s de la primera curva. Vinicius lo sabe muy bien y aprendi¨® a bailar bajo la lluvia. Como hizo Militao en San Sebasti¨¢n. Sin gafas de sol, pero con mucho swag (signifique lo que signifique la palabra swag).