Futuro muy imperfecto
El cambio de guardia no hizo brotar la primavera en el Barcelona. En realidad, el oto?o es la estaci¨®n en que se halla el equipo desde aquel julio de Lisboa. No hay una sola l¨ªnea que se salve de esta quema, un incendio cuyos culpables no han sido a¨²n expurgados de entre los responsables de esta cuesta abajo en la rodada.
La decadencia aceptada por Koeman ha sido levantada de la alfombra triste pero tan solo unos mil¨ªmetros por su sustituto provisional, Sergi Barjuan. No se puede negar, supongo que tampoco lo negar¨¢n los enterradores naturales del Bar?a, que hubo vibraciones interesantes, mayor densidad en la asociaci¨®n entre los futbolistas, y rastros de ilusiones que parec¨ªan perdidas, sobre todo entre los j¨®venes que ahora protagonizan el estreno del futuro imperfecto al que se somete el Bar?a desde que se qued¨® hu¨¦rfano.
Nadie (ni los enterradores, repito) puede dudar de que la juventud que aguarda (qu¨¦ bello t¨ªtulo de Candel, Hay una juventud que aguarda) est¨¢n buscando la manera de cambiar la sintaxis del juego. Pero el lenguaje del Bar?a ha perdido naturalidad y contundencia, se mueve en un quiz¨¢ peligroso que anoche, por ejemplo, rindi¨® a Ter Stegen ante el Alav¨¦s.
No me resigno, naturalmente, no me siento entre los enterradores, y soy consciente de que este es, ay, un futuro imperfecto para el que deseo suerte al a?orado futbolista que fue Sergi.