Qu¨¦ nos gusta cuando nos gusta el f¨²tbol
Hay mucho purista suelto por ah¨ª que se vanagloria de que a lo que a ¨¦l le gusta es el f¨²tbol, no aquello que le rodea. Embajadores de las esencias, dicen que lo que verdaderamente es el f¨²tbol se limita a lo que acontece dentro del verde rect¨¢ngulo. Todo lo que queda fuera de las l¨ªneas de cal es mundo, no juego, y no les merece la pena. Este tipo de gente es la que es capaz de hablarte de cuatrocuatrodoses, extremos abiertos y falsos delanteros hasta altas horas de la madrugada.
En estos meses de estadios vac¨ªos en los que se escuchaba el golpear de la pelota y los jadeos de los carrileros de largo recorrido, supongo que estos amantes del puro juego disfrutaron como nunca. Nada distra¨ªa su mirada. Aquello era al f¨²tbol lo que a la ciencia son las condiciones ideales de laboratorio: un lugar as¨¦ptico, sin contaminaci¨®n exterior. Este tipo de puristas defiende que lo que hace grande al f¨²tbol es la calidad de los jugadores que lo practican. A mejores jugadores, mejor espect¨¢culo. Desde mi punto de vista, esta es una tesis err¨®nea. El f¨²tbol espect¨¢culo no es un grupo de jugadores toc¨¢ndola a velocidad de v¨¦rtigo. Para m¨ª, el verdadero espect¨¢culo se da en la conjunci¨®n entre lo que acontece dentro y fuera del campo: un tipo tomando el bal¨®n y corriendo hacia porter¨ªa como si no hubiera ma?ana, con las gradas jaleando; un celebrado pelotazo al ¨¢rea en una noche de lluvia y barro; un gol en el ¨²ltimo minuto, de rebote en un c¨®rner, frente al gran rival y los hinchas abraz¨¢ndose una tarde de domingo, espantando la melancol¨ªa.
En las ¨²ltimas semanas he visto retazos de partidos del PSG. Ninguno entero, Dios me libre. Contempl¨¢ndolos, no he podido dejar de pensar que si aquello que hac¨ªan con el bal¨®n los supuestos mejores jugadores del mundo era la base sobre la que se sostiene todo el invento, estamos perdidos.
Un consejo a los clubes: inviertan menos en supuestas estrellas y m¨¢s en la grada, en cultura de club, en los hinchas. Porque la grandeza de esta cosa que llamamos f¨²tbol reside en el milagro de miles de personas compartiendo camiseta y destino, en un juego dominado por una pelota que bota azarosa.