Nunca m¨¢s un partido as¨ª
Ni Ansu Fati. Fue un partido opaco, hecho para odiar el f¨²tbol, como si lo hubieran borrado del mapa y lo convirtieran en una triste competici¨®n de personas cansadas a las que adem¨¢s no les gusta pasar el tiempo con otros. Individuos hechos para relacionarse s¨®lo con su ego, disparando a cualquier sitio para decir luego que, durante un rato, estaban en una batalla que nos les interesaba nada.
La falta de entusiasmo es un rasgo que se convierte en pecado capital enseguida que arriesga el futuro de los tuyos. Si t¨² no eres entusiasta y eso s¨®lo te perjudica a ti, entonces t¨² tienes un problema, pero es que el Bar?a tiene deudas que pagar, econ¨®micas, financieras y futbol¨ªsticas, y estas ¨²ltimas tienen que ver con un ejercicio est¨¦tico cuya falta convierte los partidos de f¨²tbol en una triste desgracia.
Vi el partido solo, y esa soledad no fue acompa?ada en ning¨²n momento por la excitaci¨®n de un logro, m¨¢s all¨¢ del gol de Piqu¨¦, que luego, como los otros, se tir¨® a la bartola. Ni Ansu Fati. ?ste lleg¨® al borde del campo, cuando calentaba, y en efecto calent¨® al f¨²tbol, e incluso se dijo que hab¨ªa animado el cotarro como el Cid, sin entrar a¨²n en la batalla. Pero despu¨¦s vino al campo, hizo una diablura sin ¨¦xito, y hasta el final del encuentro nadie puede decir que hiciera otra cosa.
No me gusta llorar, y menos llorar solo. Me fui del partido con la palabra ojal¨¢ en la mente. Ojal¨¢ nunca m¨¢s los partidos opacos. Pero, ?a qui¨¦n demonios le lloro?