Mucho ruido y pocas nueces
El Bar?a se qued¨® en C¨¢diz m¨¢s p¨¢lido que nunca. Fue una cr¨®nica de la nada hecha pedazos, el peor partido posible...
El Bar?a se qued¨® en C¨¢diz m¨¢s p¨¢lido que nunca. Fue una cr¨®nica de la nada hecha pedazos, el peor partido posible, como dijo don Luis Su¨¢rez en Carrusel, una contienda entre p¨ªcaros tristes que trataron de burlar al ¨¢rbitro que, a su vez, tampoco se priv¨® de algunas picard¨ªas.
Pero referirse al ¨¢rbitro es tan antiguo como la pelota de trapo, de modo que hay que aceptar que al equipo azulgrana le falt¨® inspiraci¨®n y al C¨¢diz le sobr¨® experiencia en la tarea de tapar. El empate es la pintura gris del encuentro. El Bar?a necesitaba inspiraci¨®n y alegr¨ªa, capacidad para encantarse a s¨ª mismo, pero nadie, excepto Piqu¨¦ y Ter Stegen, entendieron esa necesidad de ayudar a Koeman a solventar la que acaso sea su ¨²ltima oportunidad.
Lo peor es cuando el dolor se convierte en tristeza, y el equipo entero est¨¢ metido en ese embrollo de desconfianzas sobre sus propias fuerzas. La expulsi¨®n de Koeman, adem¨¢s de la de Frankie de Jong, representan avisos mayores de la desgracia, propiciada por la ineptitud azulgrana y por los azares que ayudaron a aumentar los baches.
El Bar?a no es feliz, en absoluto. Y los aficionados estamos igualmente tristes, pero no es la primera vez que estamos tristes. Ahora es el momento de decir que ni as¨ª me quitan las ganas de ser del Bar?a.