La normalizaci¨®n del totalitarismo isl¨¢mico en el deporte.
El deporte no es solo un juego, es un negocio, pero el negocio nunca puede ir en contra de los valores intr¨ªnsecos del propio deporte.
Normalmente en "el valor del deporte" procuramos centrarnos en los acuerdos y aspectos econ¨®micos de la industria deportiva. As¨ª mismo y como resultado de un simple juego de palabras buscamos profundizar en los valores intr¨ªnsecos del propio deporte. En esta ocasi¨®n no nos centraremos en un caso de actualidad puesto que la normalizaci¨®n de estas circunstancias ha hecho que ya no sea ni noticia, la flagrante falta de igualdad y discriminaci¨®n que encontramos en algunos pa¨ªses isl¨¢micos sin que el resto alcen la voz.
Hace unos d¨ªas el l¨ªder supremo iran¨ª rechaza cualquier contacto deportivo con Israel. Ali Jamenei afirmo que un deportista iran¨ª "no puede dar la mano a un representante del r¨¦gimen criminal para obtener una medalla". Sorprendentemente no ha habido un clamor internacional de Comit¨¦s Ol¨ªmpicos nacionales ante una afirmaci¨®n como esta. A nadie se le ha ocurrido arriesgarse a ser tachado en el mundo occidental de "Islam¨®fobo" si se enfrenta a un estado totalitario y cuando menos con estrechos lazos con el terrorismo.
La Rep¨²blica Isl¨¢mica prohibi¨® viajar a la selecci¨®n femenina de f¨²tbol a los territorios palestinos ocupados, donde se celebran las rondas clasificatorias para los Juegos Ol¨ªmpicos
Ir¨¢n no es el primero de estos pa¨ªses, ni ser¨¢ el ¨²ltimo, en los Juegos Ol¨ªmpicos de este verano en Tokio el judoca Fethi Nourined de nacionalidad argelina se neg¨® a competir contra un rival israel¨ª por la causa palestina.
El deporte debe ser siempre un agente integrador de todas las culturas y personas independientemente de la pol¨ªtica y los credos. Sin embargo la tolerancia con los intolerantes ofrece algo m¨¢s que dudas cuando lo que genera dar aliento a estos ¨²ltimos. En estos casos no solo es una cuesti¨®n meramente geopol¨ªtica, ya que la intolerancia contra Israel se extiende a las mujeres, a los homosexuales y aquellos que se ven perjudicados se ven absolutamente desprotegidos por sus pa¨ªses.
Hace escasos dos a?os, las mujeres no pod¨ªan acudir a los estadios de f¨²tbol en pa¨ªses como Arabia y los avances fueron permitir que acudiesen separadas de los hombres en las denominadas secciones familiares.
Anna Muzychuk campeona de ajedrez, una autentica Beth Harmon (Gambito de Dama) renuncio al Mundial de Arabia por la estricta normativa de vestuario del pa¨ªs y la condici¨®n de las mujeres. "No soy criatura de segunda", afirmaba. Muzychuk, no es una radical intolerante y ya ha participado en ocasiones con hiyab, pero afirmaba que todo tiene un l¨ªmite y ya era suficiente.
El problema del totalitarismo no es solo de qui¨¦n lo practica sino de quien lo tolera. En el mundo occidental estamos continuamente intentando romper barreras en esta materia, creando pol¨ªticas en los clubes y las Federaciones contra el racismo y la xenofobia, contra el acoso y el abuso e incluso como desde algunos despachos como Above Sport se promueve, con el impulso y desarrollo de planes de igualdad en federaciones deportivas ya implantados en otros ¨¢mbitos del tejido profesional.
Sin embargo, estos esfuerzos quedan en mi opini¨®n ensombrecidos cuando hacemos "la vista gorda" ante casos como los de Anna Muzychuk u otros deportistas que parecen "tener que pedir perd¨®n" por ser como son. Debemos decir No, por supuesto en ning¨²n caso debe interpretarse como un ataque a una religi¨®n en concreto y debe respetarse los credos de cualquier persona as¨ª como sus par¨¢metros religiosos, pero siempre velando por la libertad de terceros que pueden verse perjudicados.
Sinceramente no vale con decir quien es el malo de la pel¨ªcula. A modo de ejemplo, muchos habr¨¢n escuchado la historia de que cuando en 1936 Jesse Owens participo en los Juegos Ol¨ªmpicos, en pleno apogeo nazi, Adolf Hitler se neg¨® a saludarle y fue una victoria sobre el totalitarismo germ¨¢nico. Sin embargo la realidad es que esta felicitaci¨®n si se produjo, fueron los entrenadores americanos Dean Cromwell y Avery Brundage quienes retiraron a los atletas judios Marty Glickman y Sam Stoller del 400 y al llegar a su pa¨ªs, Owens no tuvo el mismo reconocimiento que sus victoriosos compa?eros de raza blanca cuando el presidente Roosevelt se neg¨® a recibirlo o saludarlo.
Este ejemplo en v¨ªsperas de acontecimientos medi¨¢ticos a nivel mundial debe ilustrarnos y hacernos ver que las palabras deben ir acompa?adas de acciones y si se predica la igualdad y diversidad, esta debe ser protegida y cuando atentan contra un colectivo o una naci¨®n o un principio, atentan contra todos.