Griziiiiiii
A ver. No s¨¦ ni por donde empezar, Antoine. Que a¨²n guardo tu capa, empezar¨¦ por ah¨ª. S¨ª, ya s¨¦, que pa¡¯ qu¨¦, pero es que con esa capa volaste muy alto. Y nos hiciste volar. Que me daba pena tirarla, ya est¨¢, lo confieso. A ver si me arranco. Tantas cosas que decirte y no s¨¦ por donde empezar. Te contar¨¦ una an¨¦cdota. ?T¨² sabes que tus goles tienen un grito propio en el AS? T¨² marca uno y hazlo delante de alguien de AS. ¡®Griziiiii¡¯, te gritar¨¢. Siempre. Hasta Tom¨¢s Roncero. ¡®Griziiiii¡±, ante la tele. ¡®Griziiiii¡¯, muchas veces. Cuando estabas en el Atleti, los del Atleti (bueno, o sea, yo sobre todo) no pod¨ªamos evitarlo. Y le dec¨ªamos ese ¡®Griziiii¡¯ a la tele que celebraba tantas cosas. Que nos quer¨ªas, que segu¨ªas, que marcabas, que llevabas en volandas al Atleti sobre tu capa. Entonces te quer¨ªamos, te quer¨ªamos mucho. A pesar de tus devaneos, de tus s¨ª pero no, de marearnos cada verano. Te ador¨¢bamos, Antoine. Y creo que t¨² lo sabes.
Nada suena m¨¢s a roto que un coraz¨®n en el pecho. Nada es m¨¢s profundo que el color en el f¨²tbol. Y t¨² rompiste mucho a la vez, muchos. Esa negociaci¨®n antes de Tur¨ªn, el no pero s¨ª un a?o despu¨¦s de ¡®La decisi¨®n¡¯, aquel v¨ªdeo en el que ni siquiera te peinaste para decir adi¨®s¡ Fuiste el que peor se ha ido de todos. Pero s¨¦, Antoine, porque lo s¨¦, que con el tiempo, eso, a quien m¨¢s doli¨® fue a ti. Para nosotros s¨®lo eras fotos que empezaban a envejecer en la pared. Para ti, la ¨²nica mesa a la que quer¨ªas volver. Qu¨¦ fr¨ªo hace en el f¨²tbol cuando se est¨¢ lejos del Cholo, ?verdad?
Y t¨² lo has sentido hasta el tu¨¦tano, como si tambi¨¦n fueras de la Cultural. Que te arrepientes. Que vuelves porque s¨®lo quer¨ªas volver. Por eso te escribo, porque tengo tu capa y porque me desdivorcio, ?vale? Un poco. Una rendija. Lo dem¨¢s te lo ganas. De ti depende que se haga enorme y olvide los cuernos de estos dos a?os. No voy a hacerlo de golpe, te aviso. No podemos. Te lo vas a tener que currar. Trataste a la grada del Metropolitano como si no sintiera y no pudiste equivocarte m¨¢s. Pero a¨²n podemos borrar, tratar de olvidar. De ti depende. Tienes una oportunidad. Una m¨¢s. ?sta. Y m¨¢s por Erika que por ti, reconozco. Ella te avis¨® (¡°aqu¨ª ser¨¢s leyenda, all¨ª¡¡±). Ella siempre ha sido ¡®una di noi¡¯, somos muchos sus soldados. Yo s¨®lo te pido una cosa: cuando vuelvas a besarte el escudo, hazlo de verdad.
(PD: Eh, bueno, que ?te acuerdas de tu biograf¨ªa, ¡®Detr¨¢s de una sonrisa¡¯? En tus a?os en el Atleti fue mi Biblia, pero el d¨ªa que te fuiste, que no te presentaste en aquel autob¨²s para subir a Los ?ngeles de San Rafael, no s¨¦ muy bien c¨®mo acab¨® en la papelera¡ Si tienes un ejemplar y me lo env¨ªas, te devuelvo la capa, ?vale?).