Ingebrigtsen entra en el Olimpo
Una carrera salvaje coron¨® al noruego Jakob Ingebrigtsen en los 1
Una carrera salvaje coron¨® al noruego Jakob Ingebrigtsen en los 1.500 metros y lo eleva a la categor¨ªa de los grandes astros del mediofondo. Le faltaba un pelda?o para saltar del reconocimiento a sus marcas y sus ¨¦xitos en Europa a la cima reservada a unos pocos elegidos. No se necesita batir el r¨¦cord mundial para saltar a ese exclusivo territorio, pero s¨ª es obligatorio un episodio inolvidable por ejecuci¨®n y consecuencias. Estrella precoz del atletismo, sobre el que pesaba una presi¨®n descomunal, Jakob Ingebrigtsen gan¨® el oro ol¨ªmpico en una carrera que super¨® las mejores expectativas. Fue un regalazo de final.
Los aficionados suelen utilizar la exhibici¨®n del marroqu¨ª Hicham El Guerruj en el Mundial de 1999 como el metro patr¨®n de las finales de 1.500 metros. Aquella sevillana tarde de agosto, El Guerruj bati¨® el r¨¦cord del mundo con un registro marciano: 3:27.65 minutos. No se trataba de una reuni¨®n de verano, pagada y estructurada para batir el r¨¦cord, sino del Mundial, la clase de competici¨®n que no suele alumbrar tiempos excepcionales. La marca de El Guerruj dice todo de aquella velada, en la que no faltaron actores de primera fila: el keniano Noah Ngeny (3:28.73) y los espa?oles Reyes Est¨¦vez (3:30.57) y Ferm¨ªn Cacho (3:31.54).
Ingebrigtsen venci¨® en Tokio con un tiempo ligeramente superior (3:28.32) y la misma autoridad que demostr¨® El Guerruj. No dej¨® una sombra de duda sobre su victoria en una carrera que merece la comparaci¨®n con la de Sevilla, con el valor a?adido de una puesta en escena m¨¢s imprevista o menos calculada. El Guerruj lanz¨® a un compa?ero Adil Kaouch y lo sacrific¨® como liebre. Kaouch respondi¨® como un soldado. Impuso un devastador ritmo que exigi¨® una persecuci¨®n en hilera, un s¨¢lvese quien pueda rematada brillantemente por El Guerruj. En Tokio, no existi¨® una liebre designada, ni juego de equipo. Se corri¨® a todo trapo, a pecho descubierto.
En cierto modo fue una especie de duelo al sol entre Ingebrigtsen y el keniano Tim Cheruiyot. No permitieron interferencias en ning¨²n instante. El joven noruego pas¨® primero por los 400 metros (56.2 segundos) y Cheruiyot le sucedi¨® en la siguiente vuelta. El parcial anticip¨® lo que vendr¨ªa despu¨¦s: un registro sensacional. El mediofondista africano es un atleta orgulloso, el m¨¢s completo en los ¨²ltimos a?os, depositario de la gran tradici¨®n de Kenia en la distancia. Ten¨ªa que resolver un problema: Ingebrigtsen.
Por detr¨¢s, un rosario de atletas buscaba el tercer puesto. Otro keniano, Abel Kipsang, pretendi¨® seguir a los dos fen¨®menos. No hubo manera. Si Cheruiyot pensaba destruir a Ingebrigtsen con un ritmo infernal, se equivoc¨®. Dise?¨® una carrera para dos, pero esencialmente contribuy¨® a realzar la victoria del escandinavo, fiable en casi todas las vertientes de un 1.500 y especialmente feliz en pruebas rapid¨ªsimas.
Los parciales se parecieron a los de Sevilla 99: Kaouch pas¨® por los 800 metros en 1:52.15. La diferencia radic¨® en la diferencia de gui¨®n en la pel¨ªcula. Kaouch se sacrific¨® por el l¨ªder marroqu¨ª y termin¨® ¨²ltimo. Cheruiyot se entreg¨® por la victoria, pero perdi¨®: 3:29.01. El brit¨¢nico Kerr, un mediofondista rotundo con pinta de pelotari, casi lo atrapa (3:29.05). Fant¨¢sticos registros para una final que se recordar¨¢ por c¨®mo se desarroll¨® y por la demostraci¨®n del vencedor. Ah¨ª, Jakob Ingebrigtsen se port¨® como El Guerruj. Palabras mayores del atletismo.