Forza Lorenzo Insigne
Mucho antes de triunfar en el f¨²tbol europeo, Lorenzo Insigne ya era una celebridad en Frattamaggiore. En el mismo pueblo que Roberto Saviano localiz¨® sus desgarradas cr¨®nicas de la mafia, Lorenzo era el ni?o 'rompiscatole' El tocacojones. Todo porque apuraba los d¨ªas chutando la pelota contra un muro gigantesco que hab¨ªa detr¨¢s de su casa. Desde las siete de la ma?ana hasta que su madre le llamaba para cenar, el ruido de sus pelotazos contra la baldosa inundaba la calle y la siesta de los vecinos. No cuesta ver en esa obsesi¨®n infantil por la pelota, en esa perseverancia salvaje en su talento, al Insigne actual.
A Lorenzo le han llamado mono en Verona y otros tantos estadios del norte racista de Italia. Cada vez que el menudo delantero del Napoli agarraba el bal¨®n se afanaban en recordarle que s¨®lo era un hijo ceniciento del Vesubio. En aquellas tardes, como cuando agachaba la cabeza en Frattamaggiore para golpear una y otra vez aquel muro de cemento, levant¨® la cabeza y fue a la suya. La toc¨® y la toc¨®. Y toc¨¢ndola sin desmayo se ha convertido en alma de esta campeona de Europa contra pron¨®stico.
Italia, tierra de arte, siempre se ha enorgullecido de su esp¨ªritu obrero para el f¨²tbol. En argot calc¨ªstico, de su condici¨®n de "mediano", ese puesto que los italianos reservan para el interior sacrificado y generoso que vive de ensanchar los pulmones y cederle la pelota a otros compa?eros m¨¢s educados. En esta Eurocopa el ¨¢nimo italiano fue distinto. Italia fue coral y busc¨® la belleza anteponiendo la alegr¨ªa al orden. Mucho m¨¦rito tiene Roberto Mancini, sabio y sereno. Tambi¨¦n Chiellini, antih¨¦roe inolvidable, pero lo de Insigne va m¨¢s all¨¢. Es ic¨®nico.
Insigne siempre ha sido demasiado peque?o, demasiado t¨¦cnico, demasiado moreno, demasiado napolitano. Cuando sus roscas caracter¨ªsticas no encuentran puerta los hilos de Whatsapp m¨¢s cerriles estallan en reproches. Ha tenido que soportar el racismo del norte y hasta la inquina de los propios napolitanos, hastiados de ocupar siempre el segundo puesto, pero con paciencia y aferr¨¢ndose a su f¨²tbol sedoso ahora tiene al pa¨ªs comiendo de su mano. Es el mejor exponente de un calcio que lleva a?os esperando su momento y est¨¢ preparado para imponerse al contragolpe.