Bendita espera
La noche, el monte y los susurros del campo como ¨²nico compa?ero¡ Es sin duda, una de los mejores momentos que puede vivir un cazador. Comienza el baile.
A lo que a caza se refiere, el verano nos regala varias opciones que, unidas a la conservaci¨®n de nuestros campos, levantan pasiones.
Para los enamorados del corzo, estamos inmersos en pleno corzo del m¨¢s peque?o de los c¨¦rvidos; en la menor, no podemos dejar pasar el descaste del conejo, como important¨ªsima labor de control en la super poblaci¨®n de la especie, o de la caza de la paloma en la media veda, tambi¨¦n conocida como ¡°fiebre azul¡±, por la pasi¨®n que levanta entre los cazadores de la torcaz.
Pero si hay una modalidad que en la estaci¨®n estival se convierte en un privilegio, estamos hablando de la espera del jabal¨ª. Los d¨ªas nos regalan m¨¢s horas de luz y las noches menos de oscuridad, nos encontramos en una ¨¦poca ideal para practicar esta modalidad cineg¨¦tica que tanta pasi¨®n suscita. Posiblemente porque no existen dos esperas iguales.
La noche, el monte y los susurros del campo como ¨²nico compa?ero¡ Es sin duda, una de los mejores momentos que puede vivir un cazador. Comienza el baile.
El d¨ªa marcado en el almanaque para ir de espera, te levantas por la ma?ana con el olor a campo y los sonidos tan especiales que la noche brinda, rezumando todo el d¨ªa en la cabeza. La jornada laboral se desenvuelve entre impaciencia y nerviosismo por saber si ser¨¢ la noche en que ser¨¢ la cita con el gran macareno.
Todo esperista que se preste, pasa muchas horas en el monte, incluso meses, preparando el terreno para, llegada la ¨¦poca, no tener ning¨²n cabo suelto. A¨²n si, la noche es imprevisible.
Lo m¨¢s sensato, es esperar en aquellos lugares donde, por la abundancia de huellas de ida y vuelta que el guarro ha dejado, den fe que frecuenta el escenario de paso. Si adem¨¢s aguardamos en lugares distantes del monte, como campos arados, ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil abatir una hembra gestante, pues en estas fechas pueden confundirse con machos solitarios. Debemos tener en cuenta que establecer aguardos en cebaderos, dada la abundante humedad del terreno, ser¨¢ m¨¢s complicado ya que nuestros rastros permanecen m¨¢s tiempo sobre el suelo.
El puesto necesita tranquilidad y debe estar lo m¨¢s alejado posible de los lugares normalmente transitados. La elecci¨®n del puesto ser¨¢ definitiva para no ver frustrada nuestra espera. Es muy importante que est¨¦ totalmente integrado en la naturaleza y hecho con los mismos elementos que nos encontremos en el lugar de espera. Personalmente, me gusta dejar el piso lo m¨¢s limpio posible, por hace el menor ruido posible a la hora de levantarme.
Para la correcta elecci¨®n del lugar debemos tener en cuenta multitud factores y uno de los que no podemos pasar por alto es el de la necesidad de disimular nuestro olor. Se trata de intentar que nuestros olores se venteen siempre ¡°por encima¡± del jabal¨ª, para que as¨ª pasen lo m¨¢s desapercibidos posible.
Es recomendable que el comedero est¨¦ cercano a una ba?a, a poder ser natural, a los cochinos les encanta. Bastar¨¢ con buscar huellas y rascaderos cerca de la ba?a para saber qu¨¦ ejemplar (por tama?o de huella y altura de las rascaduras y de las dentelladas) y con qu¨¦ asiduidad la frecuenta (de manual b¨¢sico de las primeras esperas). Un cebo universal, que adem¨¢s es muy pr¨¢ctico y c¨®modo de utilizar, es el ma¨ªz.
Sin duda, la mejor forma de controlar el puesto es la observaci¨®n a cierta distancia de lo que ocurre en nuestro cebadero. Es mejor cebar menos en un mayor n¨²mero de puestos y aprovechar las ba?as o la ¨¦poca de disponibilidad de alimento natural. Es muy importante tener en cuenta al resto de la fauna de la zona, pues si instalamos un dispensador autom¨¢tico de ma¨ªz, las ciervas acabar¨¢n con ¨¦l antes de que lleguen los jabal¨ªes. Y si hay ganado, ya ni les cuento.
Las esperas al jabal¨ª no est¨¢n exentas de controversia. En la mayor¨ªa de los casos, esta modalidad tiene un car¨¢cter selectivo, el fin de una espera es la consecuci¨®n de un gran trofeo de macho de jabal¨ª. No obstante, esta la caza en espera del jabal¨ª permite enfocar la caza del ungulado en muchas direcciones como, por ejemplo, la simple merma de las poblaciones, la eliminaci¨®n de hembras viejas o el control del exceso de densidades. Generalmente, aunque la modalidad est¨¦ contemplada en el plan t¨¦cnico, deberemos solicitar la autorizaci¨®n en caso de ser necesaria y comunicar qui¨¦n, d¨®nde y cu¨¢ndo se va a realizar.
Ser esperista requiere ser grandes conocedores de la especie en cuesti¨®n. Con respecto al equipo, al menos unos buenos prism¨¢ticos y un rifle con una mira que nos ofrezca un alto grado de luminosidad se convierten en imprescindibles. Ah, y no olvidemos llevar algo de abrigo, porque la noche puede sorprendernos.
?Buen fin de semana!