Van der Vaart como clavo ardiendo
Metida como est¨¢ en un pozo, a la Selecci¨®n le ha venido como ca¨ªda del cielo una soga que le env¨ªa Rafael van der Vaart. Un futbolista pinturero, m¨¢s bonito que bueno como dir¨ªa Luis Aragon¨¦s. Un holand¨¦s berrendo en chiclanero, que pas¨® por un Real Madrid de entreguerras. Futbolista bueno en su d¨ªa, v¨¢lido para cualquier gran equipo¡ si en ¨¦l hubiera seis mejores. En caso contrario, su papel en el f¨²tbol era el de figura consentida de un equipo menor. En eso qued¨® su carrera. Ahora nos manda un mensaje tan veraz como estimulante: la Selecci¨®n espa?ola es un equipo muy flojo, que juega de lado a lado, sin profundidad.
No podemos contradecirle, pero s¨ª decirle que su observaci¨®n es ineducada. Las penurias de cada uno son las penurias de cada uno, y bastante tenemos con asumir nuestra indigencia como para aguantar que nos lo eche en cara un futbolista menor. Pero puede hasta venirnos bien. Los cl¨¢sicos sol¨ªan pegar en el tablero del vestuario declaraciones as¨ª, para provocar reacci¨®n en sus jugadores. Quiz¨¢ hoy no haga falta. Las cosas vuelan, sin necesidad de clavarlas en el tablero. Pero yo creo que esta sobrada de Van der Vaart nos puede venir muy bien. La Roja necesita un m¨®vil para salir de su atasco, y ese puede ser Van der Vaart.
Porque lo dem¨¢s es un atasco. Sevilla, tantas veces c¨¢lido Portal de Bel¨¦n para la Selecci¨®n, la mira ahora con desconfianza. Por la calle se canturrea eso de ¡°?Qu¨¦ bonito fue, qu¨¦ bonito fue, con Luis Aragon¨¦s!¡±. Algo que tiene tanto de elogio a aquello como de desapego a lo de hoy. Por eso nos llega como ca¨ªda del cielo esta gambada de Rafael van der Vaart, que si Luis Enrique sabe manejar puede servir de acicate para remontar el estado an¨ªmico de la Selecci¨®n, y empujarnos en este decisivo partido ante Eslovaquia. Una cosa es que nuestra Selecci¨®n no asuste, otra es que la menosprecie Rafael van der Vaart.