Luis Enrique, 'ni chicha ni limon¨¢'
Una Selecci¨®n de izquierdas. Si se trataba de comprobar la pinta que ten¨ªa Espa?a antes de la Euro frente a otro presunto candidato al t¨ªtulo, las sensaciones fueron agridulces. Luis Enrique aline¨® a cinco zurdos, sorprendiendo con los dos centrales del mismo perfil. Fabi¨¢n fue el mejor y la amplitud de Sarabia eclips¨® las posibles subidas de Gay¨¤. Esa banda izquierda fue de lo poco potable de una Espa?a que transmiti¨® poco, que lleg¨® suficiente y que volvi¨® a demostrar que la falta de gol vuelve a ser desesperante. Entre todos los zurdos, se ech¨® de menos en la titularidad a Gerard Moreno, el mejor delantero de la temporada. Es rara la sensaci¨®n cuando todos los que entran desde el banquillo te parecen mejores que los que entran de inicio.
La porter¨ªa del sobresalto. Ya sabemos que el t¨¦cnico asturiano se especializa en tomar decisiones inesperadas, pero las siete titularidades consecutivas del portero del Athletic en el equipo nacional invitan a pensar que Unai Sim¨®n va a ser el portero de la Eurocopa. Las condiciones de gran cancerbero no se discuten, pero, lejos de inspirar tranquilidad, deja una acci¨®n cada partido para echarse a temblar. Ante Portugal, una no cesi¨®n de Gay¨¤ le hizo precipitarse y darle un balonazo a Cristiano que la fortuna quiso que le volviese a las manos. En la segunda mitad, un regate torero a Diogo Jota en el ¨¢rea peque?a hel¨® los corazones. No es que el debate de la porter¨ªa nos ponga cachondos, como dice el seleccionador, es que es muy dif¨ªcil so?ar en grande cuando el portero y los centrales, defensivamente, invitan m¨¢s al sobresalto que a la confianza. Entre tan poca jerarqu¨ªa, resultaba imposible no imaginarse a Sergio Ramos viendo el partido desde su casa.
15.000 contra Cristiano. El magnetismo de Cristiano Ronaldo, para lo bueno y para lo malo, es incuestionable. Ya que el f¨²tbol de Espa?a no contagiaba, el celebrado regreso del p¨²blico de manera masiva se hac¨ªa notar en cada acci¨®n de CR. Un permanente concierto de pito en el Wanda, vestigio de otra ¨¦poca en la que Cristiano tambi¨¦n vest¨ªa de blanco. Hablando de p¨²blico, es un absoluto disparate que un partido de la Selecci¨®n pueda albergar 15.000 espectadores y que, en Vallecas o en Butarque, en la misma ciudad, solo se permitan 1.500 en el playoff de ascenso a Primera. La normalidad vuelve como el f¨²tbol de Espa?a, con cuentagotas.