23 de diciembre de 2011
Cualquier aplauso madridista a la Liga del Atleti es un bumer¨¢n. Nada puede doler m¨¢s al atl¨¦tico que esa mano paternalista del vecino en el hombro: "Esta os la merec¨¦is". Lo comprob¨¦ yo mismo paseando por Mil¨¢n despu¨¦s de la final de la Copa de Europa de 2016. Mis amigos atl¨¦ticos echaban fuego al o¨ªr: "Ya ganar¨¦is una". O peor, "la verdad es que esta os la merec¨ªais". Les recordaba a esa reciente traves¨ªa por el desierto de 16 derbis seguidos sin ganar al Madrid cuando crec¨ªa por la capital ese incipiente ayusista incomprensible: "Soy del Madrid, pero me gusta que gane el Atleti, al final es un equipo de Madrid". ?C¨®mo?
Lleg¨® Simeone y mand¨® a parar. El entrenador argentino es la figura m¨¢s trascendente de la historia del Atl¨¦tico de Madrid. El valor de su trabajo es una de las mayores haza?as deportivas modernas. Para los que crean que exagero, o que es f¨¢cil decirlo al calor de su segunda Liga, les invit¨® a volver al 23 de diciembre de 2011, fecha de llegada del profeta al Calder¨®n. El club circulaba a la deriva por Primera Divisi¨®n, con Fernando Torres en Inglaterra, y con destellos como una Europa League y fichajes de medio pelo. Simeone agarr¨® a esos jugadores que podr¨ªan haber acabado en Segunda con Manzano y los hizo campeones: Juanfran, God¨ªn, Gabi, Filipe, Arda¡ Ha sumado dos Ligas y dos finales de Copa de Europa, la de verdad.
Pero lo m¨¢s importante, ha devuelto al Atl¨¦tico el orgullo por ganar y no por perder. La fe en el f¨²tbol no es invidente y hasta los m¨¢s cholistas le niegan en alguna ocasi¨®n. Que si cobra demasiado, que si es muy reserv¨®n. Pero su cr¨¦dito en el club es de su propiedad. Se ir¨¢ cuando quiera. Parece que su hom¨®logo en Chamart¨ªn, Zidane, tambi¨¦n es due?o de su futuro, pero no es cierto. Porque el Madrid ha negado al triple campe¨®n de Europa en las esferas de decisi¨®n. Nadie le otorga el papel que tiene Simeone en su club. En el Real Madrid, todos est¨¢n por debajo de la historia, aunque la hayan escrito ellos mismos. Y quiz¨¢ sea esa autoexigencia caprichosa parte del ¨¦xito.