PASABA POR AQU? | GALDER REGUERA
Who cares?
Hace diez a?os pas¨¦ un par de d¨ªas en Leicester por motivos de trabajo. Una tarde que ten¨ªa libre, decid¨ª pasear por la ciudad y visitar el estadio del equipo local.
Hace diez a?os pas¨¦ un par de d¨ªas en Leicester por motivos de trabajo. Una tarde que ten¨ªa libre, decid¨ª pasear por la ciudad y visitar el estadio del equipo local. El equipo hab¨ªa perdido recientemente la semifinal de ascenso a la Premier ante el Swansea, en los penaltis. A pesar de ello, la temporada pod¨ªa darse por exitosa, toda vez que hab¨ªan ascendido el a?o anterior desde la League One.
Al salir del hotel pregunt¨¦ a un lugare?o por la localizaci¨®n del campo. El hombre (mediana edad, piel rosada, pelirrojo, cigarro humeante en la comisura del labio) me dirigi¨® una mirada llena de furia, me escane¨® lentamente de arriba abajo y exclam¨® al fin: "Leicester City Stadium? Who cares?!". Y se fue calle abajo maldiciendo. Un mes despu¨¦s el multimillonario tailand¨¦s Vichai Srivaddhanaprabha compr¨® el club y comenz¨® a gestarse la historia que todos conocemos. La noche del 2 de mayo de 2016, cuando el Leicester gan¨® la liga por primera vez en su historia, en la que es probablemente la m¨¢s imprevisible victoria del f¨²tbol contempor¨¢neo, me acord¨¦ de ese tipo. Anteayer, con su primera FA Cup despu¨¦s de cuatro finales perdidas, con las l¨¢grimas de Gary Lineker, volvi¨® a mi mente aquel hombre. ?Estar¨ªa celebrando ahora por las calles de Leicester? ?Quiz¨¢ fue uno de los espectadores de Wembley? ?O las penas de aquellos a?os le separaron definitivamente del f¨²tbol?
Siempre he pensado, por experiencia propia, que en esto del f¨²tbol los colores se afianzan en las derrotas. Uno puede tener muchas simpat¨ªas futboleras, pero es hincha del equipo por el que llora. Los colores importan porque a veces duelen. Como en la amistad, los v¨ªnculos se refuerzan en los malos momentos. Pero tambi¨¦n como en la amistad, no todo puede ser l¨¢grimas y palmadas en la espalda. De vez en cuando hay que darse una fiesta. No hemos venido a este mundo a sufrir. Con todo, la historia del hincha renegado de los foxes tiene una moraleja para campeones y descendidos, vendedores y derrotados: cambiar¨¢n las tornas. Solo es cuesti¨®n de tiempo.