La final y el final de Koeman
El efecto Laporta. El Bar?a se asoma a una final trascendental ante su rival copero por antonomasia. Lo que levant¨® una pancarta en Madrid tiene que venir seguido de levantar un t¨ªtulo en Sevilla. El club azulgrana se juega el t¨ªtulo y la continuidad del optimismo de su presidente, que es el ¨²nico capital tangible que tiene para edificar el Bar?a del futuro. En breve, aflorar¨¢ la deuda real del club, que a¨²n se le podr¨¢ imputar a la presidencia de Bartomeu. En lo deportivo, la imagen del capit¨¢n Messi levantando un trofeo o mascullando un nuevo rev¨¦s puede marcar un antes y un despu¨¦s en la decisi¨®n de futuro del argentino. Ganar la Copa har¨ªa creer incluso con m¨¢s fuerza en la hip¨®tesis del doblete con la Liga. Una derrota supondr¨ªa la desintegraci¨®n el efecto Laporta. A eso se refiere Koeman con lo de que es un t¨ªtulo importante para el club. La exigente afici¨®n azulgrana prefiere festejar t¨ªtulos, a que le hablen de bitcoins.
La figura de Koeman. La final¨ªsima de Sevilla marcar¨¢ tambi¨¦n un antes y un despu¨¦s para el entrenador barcelonista. No es justo que la final y el final del holand¨¦s en el Bar?a parezcan relacionados. Habr¨¢ que poner en perspectiva el m¨¦rito de haber recuperado en estos meses la sonrisa de Messi, la mejor versi¨®n de Demb¨¦l¨¦ y de Jordi Alba, la eclosi¨®n de Pedri y la generaci¨®n de identidad apostando por canteranos, que surgen de la necesidad y de la valent¨ªa del entrenador. Sorprende que la aplaudida sinceridad de su discurso se haya transformado de la peor manera en la derrota. La proyecci¨®n de la frustraci¨®n en los ¨¢rbitros es populista y tentadora, pero poco inteligente para enfocar en los problemas reales de juego de su equipo.
El le¨®n herido. Perder la primera final copera contra la Real Sociedad, m¨¢s que una espinita, es una cornada en toda la regla para la afici¨®n del Athletic. Por mucha grandeza, que la hubo, demostrada en la derrota, se necesita otro clavo en forma de t¨ªtulo para sacar ese clavo especialmente doloroso. En el peor momento se difumin¨® la identidad del equipo de Marcelino y al le¨®n ya ni le sienta bien el disfraz de cordero. Ahora hasta se habla de los n¨²meros de Garitano, olvid¨¢ndose de la cercan¨ªa que existi¨® con los puestos de descenso en la Liga. Se trata de levantarse sobre los rescoldos de aquella amargura, pensando que la Supercopa ante el propio Bar?a no fue un espejismo e intentando limpiar la mente para competir ante un rival superior. El Athletic llega a la segunda final como el tobillo de Muniain, una aut¨¦ntica inc¨®gnita, ansioso, quiz¨¢ demasiado, porque las dos finales en quince d¨ªas no sean de infausto recuerdo. Buena final...