La gran mentira del f¨²tbol
La leyenda negra del VAR sigue creciendo y lo hace basada en errores y agravios comparativos. El VAR es la gran mentira, vino para desfacer entuertos, pero los est¨¢ creando mayores. Cada vez que el Real Valladolid acude al Wanda me sangran los ojos cuando veo repetido el empuj¨®n de Griezzman sobre Joaqu¨ªn y este desequilibrado en el aire, marca en propia puerta. Ni el ¨¢rbitro ni el que estaba en la sala VOR quisieron ver lo que todos vimos y encima, si eso era poco, en el ¨²ltimo tramo escamotearon un penalti por manos de ?rias. Todos esos momentos se perder¨¢n en el tiempo, como l¨¢grimas en la lluvia... que dec¨ªa Rutger Hauer en Blade Runner. Ahora cada vez que volvamos al Camp Nou recordar¨¦ al ¨ªnclito Jaime Latre y su voluble criterio.
Los estamentos siguen manejando el f¨²tbol a su antojo y se burlan del com¨²n de los mortales. Los criterios sirven de excusa y como dir¨ªa Groucho Marx ¡®estos son mis principios y si no les gusta, tengo otros¡¯, es decir, adapto mis decisiones seg¨²n me convenga, hoy una mano es penalti, l¨¦ase la de Plano en el campo del Betis, y ma?ana no es mano, l¨¦ase la de Alba en el Camp Nou. Todo es interpretable claro, pero perd¨®n si no entendemos absolutamente nada de esos criterios.
Los errores arbitrales siempre han existido, antes eran inevitables y el VAR lleg¨® para ayudar a los ¨¢rbitros a ser m¨¢s certeros y sin embargo lo que est¨¢ mostrando es su incapacidad de manejar esta herramienta. Unas veces son simples t¨ªteres que obedecen ciegamente al que est¨¢ en la famosa sala viendo la tele y otras lo ignoran¡ seg¨²n convenga, lesa¨¦ el modelo Groucho Marx antes citado. Es incomprensible para casi todo el mundo y es un c¨¢ncer que est¨¢ socavando su escasa credibilidad. Tambi¨¦n est¨¢ mostrando que algunos son pertinaces en esos errores y les cuesta admitirlos, soberbia descarada. Me gustar¨ªa ver a Velasco Carballo reconociendo alguna vez los errores de los ac¨®litos bajo su mando, porque como las meigas 'haberlos, haylos'.
Luego est¨¢ el tema de la Santa Inquisici¨®n, el cortijo que se han montado los ¨¢rbitros y la Liga en general. Fiscalizan im¨¢genes, entrada a los estadios, declaraciones¡ y el colmo es ver el miedo de los jugadores o entrenadores a la hora de ejercer la libertad de expresi¨®n que todos tenemos¡ todos menos ellos. La prudencia hablando de Bruno o de Roque Mesa esta misma semana gener¨® como m¨ªnimo tensi¨®n en los que escuch¨¢bamos. Medir cada palabra, dejar entrever lo que sientes pero sin pasarte¡ es grave esta censura propia de otros tiempos que pens¨¢bamos eran lejanos. Me imagino al censor de turno sentado en su mesa en el lado oscuro, entre volutas de humo de Celtas, escudri?ando la prensa, oyendo cortes de radio¡ agazapado esperando el momento de saltar cual le¨®n justiciero sobre el pobre iluso que os¨® criticar la vergonzosa actuaci¨®n de alg¨²n ¨¢rbitro¡ todo ello para seguir protegiendo a un estamento endog¨¢mico que se alimenta de sus propios errores y que es incapaz de salir y reconocer que se han equivocado. Es la gran mentira del f¨²tbol.