La mujer en la caza
La mujer siempre ha cazado, pero por razones evidentes y por las que es un absurdo luchar, la fuerza se la ha llevado el hombre, lo que dejaba a la mujer en un segundo lugar, nunca menos importante.
"En la prehistoria, en el periodo de los nidos arb¨®reos, hombres y mujeres eran n¨®madas, caminaban con sus cr¨ªas a la espalda ¡ªmientras estas no pod¨ªan andar¡ª, recog¨ªan bayas de los arbustos, y luego, al oscurecer, al igual que algunos animales, se sub¨ªan a las copas a descansar entre las ramas. Su vida, dura y mon¨®tona, era corta, no pasaba de los 18 o 20 a?os. Las cosas cambiaron en cuanto se descubri¨® el refugio y se invent¨® la caza: las mujeres no ten¨ªan ¡ªen general¡ª la fuerza necesaria para enfrentarse a los grandes animales, sol¨ªan, adem¨¢s, estar embarazadas." (Clara Janes. Guardar la casa y cerrar la boca. En torno a la mujer y la literatura).
Desde el Paleol¨ªtico hasta la Edad de los Metales, las f¨¦minas no solo realizaban tareas de reproducci¨®n y manutenci¨®n propias de su sexo y a las que tradicionalmente se les ha vinculado, sino que, adem¨¢s participaban en los trabajos fuera del ¨¢mbito dom¨¦stico. Con un ¨²nico objetivo: la supervivencia. Estudios antropol¨®gicos muestran que, en la Prehistoria, la caza de aves y peque?os mam¨ªferos, como los conejos, era una tarea asumida por ambos sexos.
La mujer siempre ha cazado, pero por razones evidentes y por las que es un absurdo luchar, la fuerza se la ha llevado el hombre, lo que dejaba a la mujer en un segundo lugar, nunca menos importante.
Aunque hace relativamente poco que la mujer reivindica su papel dentro del mundo de la caza, a trav¨¦s de asociaciones, redes sociales y medios de comunicaci¨®n entre otros, desde que el mundo es mundo, la mujer ha formado parte de la actividad cineg¨¦tica de una manera u otra, desempe?ando un papel fundamental dentro de ella.
En mi caso, como ya he mencionado en alguna ocasi¨®n, empec¨¦ tarde en el mundo de la caza. Pero desde chica, he visto mujeres cazando, solas o acompa?adas, cocinando la carne de caza, saliendo al campo; es decir, de una forma u otra, desempe?ando la actividad cineg¨¦tica con normalidad y naturalidad.
Ver a una mujer cazadora, a d¨ªa de hoy, es lo m¨¢s com¨²n gracias a las nuevas tecnolog¨ªas. Hasta hace 14 a?os, aproximadamente, no lo era. Pero estar, estaban. De hecho, el segundo oso m¨¢s grande que se ha abatido en Espa?a lo cobr¨® una mujer, en el a?o 1961, y para m¨¢s detalle, embaraza de su primog¨¦nito. Y, as¨ª las cosas, en las armadas de las monter¨ªas, en las manos o los puestos en la caza menor y muchas otras acciones de caza, suena la voz de la mujer.
En casi 20 a?os como cazadora (con arma), jam¨¢s he tenido que defenderme de nada ni de nadie, pues no me siento ni me han hecho sentir diferente en ninguna modalidad de caza que he practicado. Insisto, jam¨¢s.
Por ello, nunca me he prestado a grabar videos para redes sociales cuando me lo han solicitado, para reivindicar el papel de la mujer en el mundo cineg¨¦tico ?Reivindicar el qu¨¦? Disculpen, pero no hay nada que reclamar.
Personas insensatas hay en todas partes y en todos los sectores, por supuesto, pero por ello no voy a discutir si puedo o no sacar una res del monte yo sola, por ejemplo, porque es harto evidente que no, no puedo.
Con esto no quiero decir que lo que hacen otras mujeres por intentar defender su papel en la caza me parezca mal, ni mucho menos, pero hay cosas que no se tienen por qu¨¦ argumentar ni justificar reiteradamente, aunque s¨ª vivirlas plenamente. La caza es una de ellas. Y yo, a d¨ªa de hoy, prefiero vivirla felizmente.
Y no, no me encontrar¨¦is en ninguna manifestaci¨®n vestida con atuendo de color morado.
?Feliz fin de semana!