Messi y los l¨ªmites de la resignaci¨®n
Pedri, heredero directo de Iniesta, talism¨¢n de Tegueste, maestro del pase y de la entrega al juego, y Messi, al que no le importa bajar del pedestal para hacer del juego una met¨¢fora de lo que hace felices a los ni?os cuando juegan sin que nadie les vea en el campito, le regalaron anoche a una afici¨®n atosigada por la tristeza una segunda parte que parece un ensayo de la alegr¨ªa.
La alegr¨ªa barcelonista est¨¢ da?ada en este tiempo del Barcelona, y ya dura demasiado. La resignaci¨®n, que es el intermedio que hay entre la euforia y la derrota, dura ya como un pecado venial, hasta que se convierta en un pecado mortal y tambi¨¦n en un sufrimiento. La desidia con la que jug¨® el Barcelona contra el equipo de Vicente Verd¨² (?c¨®mo hubiera disfrutado el maestro ilicitano con el juego de Pedri!) es una reiteraci¨®n de pasadas desgracias, de modo que no era imposible que acabara el partido, otra vez, sintiendo que ya era el ¨²ltimo momento de la resignaci¨®n.
Ante partidos de mucha envergadura, otro traspi¨¦s hubiera sido el proleg¨®meno del abismo. Pero el isle?o y el rosarino (el Medri de Flaquer) rehicieron el juego y por tanto la moral. El maestro hizo diabluras y el disc¨ªpulo no le pidi¨® permiso para seguir su estela. Hasta que el partido se hizo pr¨®logo de cierta esperanza.