Temporal en el Madrid
Hay quienes siguen sosteniendo que nadie, ni agencias especializadas ni expertos cualificados, fue capaz de pronosticar semejante borrasca. Y lo hacen abiertamente, con un micr¨®fono en la boca y sin ning¨²n rubor en el rostro, aunque la hemeroteca, siempre diligente, se encargue de desmentirles. Es la huida hacia adelante del que no est¨¢ dispuesto a asumir responsabilidades. Cuando arreci¨® el temporal se despleg¨® todo el dispositivo que las autoridades ten¨ªan en n¨®mina, pero no est¨¢ siendo suficiente. El destrozo es evidente.
Lo que est¨¢ sucediendo es consecuencia de un error de planificaci¨®n. Se avis¨® del peligro, pero se menospreci¨®. No hay soluciones, s¨ª previsibilidad en las decisiones y todo est¨¢ colapsado con la esperanza de que alg¨²n integrante de la comunidad guarde encima del mueble del dormitorio una pala que adecente la calle. Se necesitan refuerzos que abran las v¨ªas y faciliten la llegada a la puerta. Por cierto, hablo del Madrid. Es obvio que en el asunto de la nevada ha reinado la eficacia (pongan aqu¨ª el emoticono de iron¨ªa que les convenga, a m¨ª me gusta el del ojo gui?ado y la lengua sacada).
Volvamos al temporal, o sea, a la falta de gol del Madrid. Lo s¨¦, es un reproche insistente desde hace casi tres a?os, desde la salida de Cristiano, pero es el s¨ªntoma que domina la enfermedad blanca. Es su Filomena. Aun con una Liga ganada, aun con Benzema exprimiendo sus virtudes, es evidente que el equipo est¨¢ escu¨¢lido arriba. Sin ocurrencias ni soluciones. Y sin gol, hay zona catastr¨®fica. Los mismos que proclaman la ausencia de avisos ante lo que se avecinaba con la salida del portugu¨¦s, replican que s¨ª se tomaron medidas: se fich¨® a Hazard, Vinicius, Rodrygo, Jovic... Es cierto como tambi¨¦n lo es que el belga no es delantero, que los brasile?os son m¨¢s chispas que fuego a discreci¨®n, que el serbio fue un suceso en Europa pero era flor de una temporada y que acabar con Ramos de nueve deber¨ªa ser excepcional y no costumbre. Mis sue?os son que una quitanieves elimine la superficie congelada que a¨²n permanece en mi calle y que Lewandowski celebre goles con el Madrid. Para lo primero no me queda otra que esperar; con lo segundo di sepultura ya a la esperanza.
A esa falta de gol irritante se une la previsibilidad de un equipo que se ha abonado a tirar un tiempo, a jugar al balonmano y al centro va y centro viene hacia una zona negra. En el f¨²tbol, como en el teatro o en la literatura, lo previsible carece de inter¨¦s y efectividad. Cap¨ªtulo aparte es la desfiguraci¨®n de Hazard. Esta ma?ana, nada m¨¢s despertar, le¨ª un tuit del escritor Carlos Mayoral: ¡°Hoy he descubierto que existe una patolog¨ªa psicol¨®gica llamada ?s¨ªndrome de Madame Bovary? que consiste en un estado de insatisfacci¨®n cr¨®nico provocado por la diferencia entre las ilusiones y la realidad¡±. Efectivamente, el madridismo est¨¢ en ese punto. Insatisfecho con el belga...
Muchos males y demasiadas dudas. Con este decorado en Chamart¨ªn le ha llegado el momento a Hazard para volver a arreglarse, ponerse fino tras m¨¢s d¨ªas en la enfermer¨ªa de lo recomendable y reconocerse en el espejo. A¨²n tiene vidas en el contador. El equipo pide a gritos su genialidad para tener esperanza. Y una pala para poder abrirse camino hacia el gol, aunque a estas alturas eso ya es m¨¢s complicado...